CAPÍTULO 64 - No sabes cuánto te necesito...

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"Ven..." - dijo con suave tranquilidad, guiándola hasta el lecho.

Posó ambas manos otra vez por debajo de la camiseta de la rubia, inició una delirante caricia que pretendía escanear cada centímetro de piel, aprovechando el camino que debía recorrer la prenda para huir de aquel cuerpo. Observaba el vaivén del pobre pecho, la colorada piel blanquecina, el calor que desprendía, los turbados sonidos que se desprendían de su garganta, clamando por consuelo. La acompañó en su destape, pues con osadía y facilidad lanzó el top que la cubría.

Subida encima de ella, sin haber separado la unión, Catra se dejó caer, acercando su boca a la oreja de la otra.

"Catra, por favor." - esbozó en una última súplica.

"Tranquila Princesa, te voy a hacer mía de tal manera que no te vas a poder olvidar de mí en la vida..."

Lo formuló cual hechicera lanzando un conjuro, de esos que conllevan una maldición, pero una maldición a la que se sometería más de uno. Y si ese uno constituía una rubia con los orbes más azules que el mismo océano, una coleta de la que apenas se desprendía, una sonrisa tan boba como el mecer de aquella coleta al corretear sobre los campos de césped persiguiendo un esférico en nombre de una institución sin mayor importancia que los alumnos que en ella moran y a los que va dirigida. Sí, sería una maldición, un maleficio al que voluntariamente se presentaría, se ofrecería en sacrificio sin dudarlo, sin ni si quiera analizarlo, y ahora había sido elegida para perpetuar aquel encantamiento de los mil demonios, al que se dejó engatusar hace mucho tiempo, ahora estaría firmando un contrato que llevaba persiguiendo desde hace tiempo, pero en ese momento, bajo la alucinógena influencia de un celo inducido.

Adora bufaba nerviosa, con un fuerte dolor que la oprimía. Apretaba a la gata hacia ella con un tembloroso agarre. Catra se elevó, apoyándose con las rodillas, recorriendo el alfa de la rubia, por el que chorreaba su esencia, que salía mezclada con sus fluidos, permitiendo un deslizamiento sin fricción, húmedo entre sus piernas, candente presa de lujuria, acomodando el gran miembro de Adora, en una apretada gruta llena de misterios, aguardando a ser complacida.

Seguía resbalando por su tallo el viscoso lubricante, favorecido por las silenciosas contracciones de la morena, que continuaba con su recorrido hasta llegar al mullido final. Adora tiritaba por el calor concentrado en la punta que rozaba con la entrada de Catra. Jadeaba expectante, sin poder ofrecer resistencia, sin querer ofrecerla, incapaz de moverse hacia ella por el delirio que la embotaba.

"Adora, ¿estás bien?" - preguntaba algo alarmada por lo extremadamente sensible que la encontraba. Se estremecía con cada pequeña caricia, solo con hablarle percibía cómo la temperatura le subía aún más, bombeándole el corazón de tal manera, que con la mano posada en su cuerpo, lo notaba latir con sadismo. Había que calmar a la rubia, antes de que terminara de reventar.

"Ahh..." - sudaba – "Catra... yo... ahh..."

"Shh... tranquila. Respira." - le ordenaba con suavidad.

Adora temblaba entre sus brazos.

"Yo... yo te necesito..." - sorbía su nariz, impotente por la tromba emocional a la que estaba sometida. "No sabes cuánto te necesito..."

"Tranquila Adora, ya lo sé."

"No, no es eso. Siempre, siempre te necesito. No... no ahora, no así. No por esto..." - lloraba – "Yo te... te quiero... quiero estar contigo..." - desconsolada. - "Yo quiero... yo... yo te quiero..."

"Shh, shh. Ya está, tranquila, tranquila Adora. Estoy aquí, ¿vale?" - la acariciaba con ternura, besándole la cara a conciencia, mirándola, atrapando sus mejillas entre sus manos, para que la rubia la mirara. - "Tranquila..." - abrazándola con fuerza.

TE DESEO (Omegaverse) (CATRADORA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora