—¡Siempre quieres hacer lo que tú quieres! —gritó Seungmin enfadado—. ¡Se supone que somos un equipo pero a ti no te interesa este proyecto!
—¡Claro que me interesa! —respondió Hyunjin de la misma forma—. ¡Es por eso que yo, a diferencia de ti, me pongo a hacer algo en lugar de rechazar todas las ideas! —Arrebató con fuerza la libreta que Kim tenía en sus manos para luego estamparla con fuerza contra el suelo.
—¡Eres alguien inmaduro que actúa antes de pensar! —El menor de ambos empujó al chico con un lunar bajo el ojo con fuerza haciendo que se desequilibrara un poco.
Hyunjin respondió con la misma acción, y debido a que este tenía más fuerza, al empujar a Seungmin lo terminó tirando al suelo llamando más la atención de sus compañeros de clases, quienes estaban atentos a como procedía la discusión.
Hwang por un momento se sintió mal y pensó disculparse con su amigo reconociendo que se había pasado con él, pero lo que sucedió después fue algo que nunca nadie se hubiera esperado.
Seungmin se reincorporó rápidamente, y sin pensarlo mucho, depositó un golpe en la mejilla del pelinegro haciendo que este volteara la cara por el impacto.
Un profundo silencio invadió el lugar, pero los alumnos reaccionaron rápido cuando vieron que Hyunjin tenía intenciones de lanzarse contra Seungmin.
Hwang forcejeaba los agarres de sus compañeros para poder safarse y devolverle el golpe a Kim, mientras que por otro lado, otro grupo de chicos hacían lo mismo con el castaño.
Se había hecho un alboroto entre los dos chicos queriéndose golpear y sus compañeros intentando detenerlos y tranquilizarlos.
Todo terminó cuando la maestra regresó al aula después de ir a recojer unos papeles a la dirección, y calmó todo con solo gritar:
—¡Hwang Hyunjin y Kim Seungmin, a la oficina de la directora!
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Ambos chicos causantes de la pelea habían sido suspendidos de la escuela por tres días.
Ahora se encontraban sentados lo más separados posible en la parte trasera del auto de la señora Kim, quien junto a la señora Hwang no le habían dicho nada a sus hijos por temer a empezar otra pelea entre ambos.
Esperarían hasta que se calmaran para preguntarles qué fue lo que sucedió.
Ambas mujeres iban platicando acerca de temas triviales mientras que los menores solo se dedicaban a ignorarse y mirar por la ventana de su lado.
Era difícil mantener siempre la paz en un grupo de ocho chicos con apróximadamente la misma edad, por lo que siempre se la pasaban peleando y discutiendo, pero nunca habían llegado a los golpes.
Esta era la primera vez.
—Mmm... una vez me enfadé con Bona y le lancé una secadora a la cabeza —admitió Hyuna de la nada intentanto romper la incomodidad entre los dos menores—. Después ella agarró la escoba y también me la lanzó, ¿te acuerdas? —le cuestionó a su amiga.
