Lisseth sabe que las emociones son complicadas y las suyas no son la excepción. Pero jamás imaginó que acabaría en el consultorio de un neuropsiquiatra o, peor aún, atrapada en la mansión de Julián Abeln ni que ahí dentro conocería a esa persona...
...
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Mientras corría recibí una notificación. Me puse el móvil frente a la cara, sin detenerme. Eran mensajes de texto.
«Hola, Lisseth, soy Hale»
«Sé que esto quizás sea muy repentino y quizás suene raro... »
«Me gustaría que nos veamos»
«¿Te parece en el café "Smiley-Kuchen" a las 10:00?»
—¿Qué?
«Me iré por un tiempo al extranjero, estaré de intercambio en una escuela de música y mi vuelo sale en unas horas»
—¿Se va? —Mi paso se redujo un poco, aunque no lo suficiente como para evitar que me estampara contra alguien.
La persona contra la que me estampé era Elídan, un chico alto, rubio, ojos azules y de un aspecto casual.
—Isi... Si querías golpearme, debiste hacerlo desde antes, y no esperar a que usara mis tenis nuevos —bromeó Elídan.
Dirigí mi vista a sus tenis rojos y luego la volví a su cara.
—Elídan, lo siento estaba distraída.
—Ya lo noté.
Sonreí, apenada.
—¿Quién se va? —me preguntó.
«¿Me escuchó?»
—Nadie, es que se va... se me va el tiempo —intenté hacerme la divertida para desviar su atención de la verdad.
—Aja sí y entonces, ¿adónde vas con tanta urgencia? ¿Por qué el tiempo te está dejando atrás? —Se cruzó de brazos.
—Voy a la joyería a hacer el pago de las pulseras, solo tengo hasta las 10:00 AM. —Volví a mirar la pantalla de móvil.
—¿Sucede algo? —Él estaba tratando de ver la pantalla de mi móvil.
Escondí con rapidez el aparato tras mi espalda.
—Nada.
Llegaron más notificaciones seguidas, el móvil sonó varias veces y élchasqueóla lengua.
Fue ahí cuando me lamenté por no haber puesto el celular en silencio. Pero también agradecí que fuera Elídan y no Axel, quien hubiera descubierto todo. A Axel no lo podía engañar tan fácil. Me hubiera arrebatado el móvil de las manos.
