Estoy cansada.
Las clases aún no comienzan y ya me quiero ir.
¿Por qué tuve que llegar tan temprano?
Este pasillo parece interminable.
—¿Ya te quieres ir? —la voz de Elídan me ayuda un poco a recobrar el juicio, pero nunca lo suficiente—. No pongas esa cara. Sonríe un poco para mí. Isi, esa es una muec... con el perdón de las muecas.
No sirve de nada fingir felicidad así que no sonreíre si no lo deseo.
¿Qué tiene la gente con la sonrisas?
¿Es obligatorio para estar feliz?
—Dame una buena razón para sonreír y tal vez lo haga.
—¿Solo una? Tengo varias... —No divagues Elídan, por favor—. Primero, quiero verte sonreír
Segundo, me gusta cuando lo haces. Tercero, puedes sonreír porque yo estoy aquí. Y cuarto, porque hoy estará en la escuela Hale Mackendrick.Restaré esa última.
Gracias por confírmame que de verdad no hay nada que me cause emoción.
—¿Qué? ¿Por qué sacudes la cabeza? No lo conoces todavía... Hay que ser bueno con él y así sabremos si él es malo.
—¿A ti te interesa conocerlo?
—Estará en mi clase. Vine aquí para esperar a que llegue y llevarlo a la dirección. —Te ves emocionado, pero eso no responde a la pregunta que te hice.
—El alumno modelo y el que se convertira en el popular se juntarán. Eso es... No sé lo que es, pero de verdad estoy cansada.
¿Qué?
¿Por qué lo haces de nuevo, Elídan?
—¡No me dés masaje en los hombros! Es raro. —Por más que me sacudo no me deshago de esa sensación: tener sus manos encima.
—Lo siento, pero no se me ocurre una mejor idea. Si te sientes así a los catorce imagínate después. ¡Oh!
¿Cómo me lo saco de encima?
Quiero estar sola. Quiero conseguir la paz que el sueño de anoche no me proporcionó.
—¿Sabes? Si no hubiéramos crecido en el mismo vecindario y estado en las mismas escuelas, no te soportaría —eso sonó mucho más cruel cuando lo pensé que cuando salió de mi boca.
—Lo sé. Por eso yo buscaría la manera de soportarme por los dos. —Otra vez esa cara de bobo. ¿Por qué sonríes?—. Fuiste tú la que se acercó a mí en el jardín de niños. Si me hubieras ignorado cuando me viste llorar en esa banca en lugar de darme la mitad de tu sandwich yo no te hubiera ayudado con ese trabajo de pinturas en la clase que siguió después del receso.
—¿No te da vergüenza recordar que la razón por la que llorabas era porque esos niños no te dejaban subir a los juegos y después te quitaron tu mochila? Me sentí mal por ti, eso fue todo.
—Eso es lo que digo: fue tu culpa que yo me pegara a tí. Ahora deberás hacerte responsable de mí por el resto de tu vida.
—¿Sabes lo que es un imán?
—¿Por quién me tomas?
—¿Y sabes que la plata no se adhiere al imán, sino que atrae metales baratos?
—Sí... —ahora sí estás curioso, ¿no?
—No seas como un imán, Elídan. Usa la cabeza de genio que tienes y busca amigos más... compatibles. Ese H.M tal vez esté en tu liga.
—¿Sabes que un diamante no es tan hermoso cuando se encuentra en su forma natural?
—Sí.
Caí en mi propio juego.
—Se ocupa tiempo, dedicación y trabajo duro para cortarlo, pulirlo y sacar su verdadera belleza, que a pesar de estar oculta, alcanza a distinguirse. Eso eres tú, un diamante en bruto. —Ahí vas a tocarme otra vez, ahora la nariz.
—Eres tan... Tan... inteligente. —Logró hacerme sonreír.
—¡Sí! —No podías resistirte a festejar que me vencistes, ¿verdad?
—Ya. Déjame en paz a mí y ve a molestarlo a él... H.M, está entrando.
—¿Ya llegó? Oh, sí. Ya verás lo volveré uno de nosotros.
—¿Por qué quieres condenarlo si ni siquiera lo conoces aún? Creí que dijiste que serías bueno con él.
—Isi tú eres... No importa. Te buscaré en la cafetería en el receso. Por ahora ve hacia donde ibas, yo tengo que ir con él.
Yo gané esta vez.
—Yo también voy hacia ese lado.
—Entonces ve primero, Isi.
—Sí, iré, Elídan.
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La flor que huía de la lluvia©
Ficção AdolescenteLisseth sabe que las emociones son complicadas y las suyas no son la excepción. Pero jamás imaginó que acabaría en el consultorio de un neuropsiquiatra o, peor aún, atrapada en la mansión de Julián Abeln ni que ahí dentro conocería a esa persona... ...