Me quedé de piedra. Creía recordar mi nombre, hubo un tiempo en el que lo escuché a diario y, para ser sincera, extrañaba que me llamaran por él. Sin embargo, le temía más al resultado: todo tenía un precio, en este caso un gran riesgo.
Él dice que no recuerda nada de los últimos años. No hara ningún daño decirle.
¿Qué tan malo puede ser?
¿Él sonido de mi nombre será capaz de traerle algún recuerdo?
Aunque eso es poco probable: ¿recuperar la memoria con un simple nombre?
—¿Y bien? —Sus ojos seguían fijos en mí.
No obstante, seguiría resistiendome hasta que decidiera lo contrario.
—¿Por qué quieres saberlo? —pregunté y me rebullí en donde estaba sentada.
—Creo que es justo. Tú sabes el mío, ambos, y el de todos en esta casa pero nosotros no sabemos el tuyo.
—¿Eh?
—Le pregunté a John y Rose y ninguno lo sabe, solo me queda escucharlo de tu propia boca.
Era verdad, nadie a excepción de Julián conocía mi nombre o identidad. Creo que sí era un poco... ¿escalofriante? Estaban siendo amables con una completa desconocida, una que podría estar a punto de convertirse en una sociopata.
—Te lo diré si tú me dices la razón de tus dos nombres —propuse, esperando que declinara.
—De acuerdo.
Y hasta aquí llega la resistencia.
—Mi nombre es Lisseth. —Apreté los dientes implorando que no lo reconociera.
—Lisseth. —La mirada se le iluminó al pronunciarlo—. Es bonito.
Menos mal ahora me sentía menos culpable, al menos no le había ocultado mi nombre.
—Mi madre tenía una afición hacia los nombre franceses y después, cuando nació mi hermana, prefirió los italianos.
—¿Y tu apellido?
—Evans. Mi papá es Ingles, mas bien de Gales.
—De Gales. El mío también era de allí... —musitó.
—¿También? Parece que este país no es tan grande después de todo —murmuré.
—Eso pienso. —Las comisuras de sus labios se elevaron un poco.
Sonreí para hacerle saber que ahora era yo la que quería una respuesta.
—Está bien. —Suspiró— Mi nombre legal sí es Hale MacKendrick. Ese nombre lo escogió mi madre, pero cuando ella falleció mi padre no volvió a llamarme así. Una tarde él me dijo: «A partir de ese día mi nombre sería Shawn MacKendrick». John nunca va contra las reglas de esta casa y prefiere recurrir a títulos o apellidos. Rose fue contratada poco después de eso así que para ellos siempre fui Shawn, aun después de la muerte de mi padre para todos en esta casa soy «Shawn MacKendrick». Lo mismo para mi tío.
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La flor que huía de la lluvia©
Novela JuvenilLisseth sabe que las emociones son complicadas y las suyas no son la excepción. Pero jamás imaginó que acabaría en el consultorio de un neuropsiquiatra o, peor aún, atrapada en la mansión de Julián Abeln ni que ahí dentro conocería a esa persona... ...