Parte 9

257 50 2
                                    

-Venga, suéltalo.

-¿Cuál es tu verdadero nombre?, yo soy YiBo, Wang YiBo.

-Y yo soy Xiao Zhan.

-Estoy encantadísimo de conocerte, señor Zhan, le dijo mientras le daba un piquito en la boca.

-Eres un adulador, le dijo Zhan sonriendo.

-Para nada, soy más bien seco y rasposo como un esparto, solo tú me inspiras para que me salgan esas cosas espontáneamente.

-Por cierto, no hemos elegido para ti un nombre de batalla en el trabajo, el mío ya lo sabes, soy Alex. ¿Cuál te gustaría?

YiBo se quedó pensando un momento.

-Mark, no, mejor Marcus, ¿qué te parece?

-¡Ay sí, me encanta!, te pega mucho además, y ahora tenemos que salir a trabajar, se hace tarde, ¿vamos, Marcus?

-Vamos, Alex.

Al entrar al bar, Dani les hizo un gesto de aprobación a ambos. El local estaba lleno a rebosar y eso que eran principios de semana. Un lugar amplio, con unas veinte mesas arrinconadas contra las paredes, rodeadas de cómodos sofás circulares tapizados de negro y que dejaban espacio suficiente a la pista de baile. Allí trabajaban unos doce o trece chicos como acompañantes, más los camareros, el barman y dos fornidos guardaespaldas. YiBo se dio cuenta entonces de que era un sitio de cierto prestigio, bastante conocido y apreciado en el ambiente gay y, con su memoria fotográfica, vio que los clientes no eran los mismos de la noche anterior, excepto dos o tres, que eran los que se sentaban con los escandalosos. A esos no parecía gustarles Zhan y decidió vigilarles muy de cerca, tenía recursos y arrestos suficientes para plantarles cara si los volvían a molestar.

Los agujeros en los pantalones, el trocito de pecho que dejaba al descubierto la camisa desabotonada, la cinturita estrecha, las piernas largas y los movimientos sensuales de Zhan al andar, volvieron a atraer las miradas sobre ellos y las insistentes llamadas de los clientes para sentarlos a su mesa. Eligieron una donde había unos tíos trajeados muy bien vestidos, ropa cara, joyería discreta en dedos y muñecas pero con mucha clase. Marcus y Alex se entendían a la perfección de forma natural, no les hacían falta gestos o señas a la hora de escoger, parecía que estaban pensando lo mismo.

Comenzó la tertulia y las invitaciones, eran unos abogados empresariales de élite, con un bufete en el distrito financiero. Alex parecía entender bien su lenguaje, de hecho lo comprendía ya que, según supo después Marcus, su padre había sido un gran empresario dedicado a los suministros de materiales nobles para la construcción de viviendas y apartamentos de lujo. Uno de los clientes, el de más edad, había oído hablar de él en alguna ocasión, sin llegar a conocerle.

 Siguiendo su costumbre, Marcus no le quitaba la vista de encima a Alex y veía asomar la tristeza en sus ojos sin perder la sonrisa, seguramente al recordar aquellos tiempos en los que fue feliz y nunca imaginó lo que estaba viviendo ahora. Por eso, se dejó sobar y besar más de la cuenta con tal de que no lo tocaran a él, hasta que se cansaba del magreo y, con mucha gracia, iba retirando manos de su cuerpo y apartando bocas para adoptar ese aire distante que propiciaba a retomar la conversación. 

ME ENAMORÉ DEL SEÑOR "MALA SUERTE"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora