PARTE 25

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Cuando estaba en la cocina, YiBo se acercó por detrás sujetándolo por la cintura mientras apoyaba la barbilla en su hombro para curiosear lo que estaba haciendo. A Kuan se le aceleró el corazón por este íntimo contacto y trató de disimularlo bromeando.

-¿Por qué haces eso?, ¿echas de menos a Zhan?

-No especialmente, nos vimos hace poco en un hotel, pasamos juntos muchas horas, tuvimos sexo y unas charlas bastante superficiales. Por cierto, se pasó el rato pidiendo comida al servicio de habitaciones y luego la vomitaba. Está muy delgado y desmejorado y le cuesta concentrarse en lo que le estás diciendo.

¿Sabes lo que significa? Ya lo sospechaba al verlo por la Tv y en las fotos o reportajes, es bulimia. 

Pasó a explicarle la enfermedad y sus consecuencias. YiBo se quedó pensativo, se apoyó en uno de los bancos de la cocina y se frotó la cara.

-¿Qué nos está pasando?

-No lo sé, solo tú tienes la respuesta. ¿Puedes digerir la fama?, ¿o no?, ¿es eso lo que realmente quieres, ¿o no?, ¿qué te asusta en realidad?

-Ni siquiera tengo tiempo para planteármelo, mi agenda está repleta pero, algunas veces, y cada vez son las más, estoy hasta los cojones de todo esto y lo único que me apetece es estar aquí contigo, en esta casa y meterme en la cama a dormir un día entero sin que me moleste el puto teléfono y luego salir a recorrer las calles sin que me conozcan. No es mucho pedir, creo yo.  

Kuan sonrió mientras escuchaban abrirse de nuevo la puerta, era ZhuoCheng que se alegró al verles. Se saludaron con grandes y calurosos achuchones; al rato, estaban los tres metidos en la cocina preparando los platos.

La velada transcurrió tranquila, entre charlas nostálgicas y los nuevos proyectos de cada uno, Cheng iba a protagonizar una serie y fue felicitado sinceramente por los demás. El cansancio los dominaba a todos y decidieron ir a dormir tras recoger la mesa y fregar. Kuan se dirigió a ellos:

-Si mañana no tenéis nada que hacer, buscad los disfraces porque nos vamos a casa.

Se levantaron muy temprano para evitar las aglomeraciones de gente que pudiera reconocerles y se encasquetaron gorras, gafas de sol mascarillas y demás accesorios que escondiesen sus rasgos, bajaron tras el desayuno para tomar un taxi y que les dejara a la entrada del parque. Debían ser las siete treinta de la mañana cuando lo atravesaban, estaban emocionados y contentos por volver. Cheng se acercó hacia un seto que había a su derecha y los llamo por señas para que se acercaran con cuidado. En el suelo, entre unos matorrales, tumbado boca abajo, sobresalían las piernas de un hombre. Apartaron un poco las plantas y vieron la cazadora negra con la cobra en llamas, parecía que estaba muerto pero no se atrevieron a comprobarlo. Asustados y preocupados, aceleraron el paso para salir de allí cuanto antes.


           

ME ENAMORÉ DEL SEÑOR "MALA SUERTE"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora