6. Más antiguan batallas

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«¡Jodó, este tío es más tonto que Abundio!».

Se lo habiamos oido decir a mi abuelo hace unas semanas nada más entrar por la puerta. Como para no oirlo. Mi abuelo no habla. Mi abuelo vocifera, y adereza casi todas las frases con un taco. De cada diez palabras de mi abuelo, una es un taco. Creo que por eso mismo, mi madre se ha esforzado en hacer que me sienta fatal cuando diga uno. En mi casa, los tacos son patrimonio exclusivo de mi abuelo. Nadie más puede decirlos. Por eso yo solo digo tacos cuando estoy muy, MUY enfadada. Y aun así, nada más decirlos me entra la imperiosa y ridícula necesidad de pedir perdón.

Aquel día, Unai y Magda habían pasado a buscarnos a Pinilla y a mí. Estabamos en mi casa y, nada más entrar, el abuelo los recibió con aquella frase.

-Papá, habla más bajo - le dijo mi madre, avergonzada.

Creo que he oido esta frase no.menos de seis mol doscientas veces a lo largo de mi vida. Y eso que mi abielo no vive con nosotras. Lo qie pasa es que, desde que murio mi abuela, pasa la mayor parte del tiempo en casa. Ya se ha hecho el dueñodel sofa, la manta y el mando.

De hecho, ahí estaba, sentado en el.sofá, con la manta, ante el televisor. Llevaba una camisa donde ponía: «LIBERA TU AREA». Encima de la mesa estaba el cuadro a medio pintar de la abuela quemi anuelo paseaba como quien pasea un perro.

-Si es que es tonto, joder - insistió el abuelo señalando a un concursante de la tele.

-¡Papa, habla más bajo! - repitió mi madre -. ¡Y no vuelvas a dejar la luz de la cocina encendida!

El abuelo, sin apartar la vista de la televisión, donde salia el-tío-más-tonto-que-Abundio improviso una nueva linea de defensa, o de ataque; no sé. La batalla entre el abuelo y mamá es más antigua que la de Lucas y Unai, tan antigua que resulta imposible saber quién la empezó.

-¿Cómo quieres que hable más bajo? Y que las vacas píen, no te jode...

A Pinilla, Unai y Magda les hizo mucha gracia, pero mi madre no. Mi madre no encuentra nada gracioso del abuelo. Eso la distingue del 98% de la población.

-Es mi tono de voz - insistio el abuelo.

-Habló el barítono dramático - dijo mi madre.

«Barítono dramático», eso dijo.

Mi abuelo la miro como un águila punto de lanzarse en picado sobre un conejo.

Mi madre puede llegar a ser muy repipi. Eso no tendria mayor importancia si no porque el abuelo se pone frenético cada vez que oye una palabra que tenga más de tres sílabas o menos de cien mil entradas en google, y si es esdrújula, ya ni te digo. Por algún misterioso motivo, mamá, que lo sabe, a la mejor ocasión suelta ante el su mejor repertorio de esdrújulas y pedanteces. Entonces el abuelo se altera y mamá se enfada porque el abuelo se enfada. Llevan practicando este deporte desde que tengo uso de razón. Y no parecen cansarse. A mí, sin embargo, me AGOTA verlo. Es como ir de público al Tour y seguir a los ciclistas corriendo durante toda una etapa. El 55% de las veces pierde mamá, el 37% el abuelo, el 8% hay empate; nunca gana nadie. Pero da igual quien pierda. Yo sólo sé que cuando el abuelo y mamá llegan a la meta, cuando dan por acabada discusión o que ya segirán más tarde, ellos están tan frescos, y yo, que los e seguido a pie, no puedo ni con mi alma.

Recé porque, al menos esta vez, la etapa del tour entre mi madre y mi abuelo fuera corta.

Y lo fue.

Mamá, previniendo el peligro en la.mirada del abhelo, decidió retirarse. Pero antes de abandonar el salón, me amenazó:

-Y tu y yo ya hablaremos luego.

-¿De qué? - pregunté alucinada ¿Qué habia hecho yo, además de seguir su discusión una vez más, con la lengua fuera?

-Tu sabras.

El abuelo se levantó del sofa victorioso, se puso su chaquet se coloco el cuadro a medio pintar de la abuela bajo el brazo, me miró y, antes de irse, me guiñó un ojo. Creo que quería decirme algo así como: «Estoy contigo. Salva a tu especie. Tu eres la última Garza del planeta».

Mi abuelo aún no se ha dado cuenta de que yo solo me parezco a las garzas en que tengo el cuello muy largo. Pero no me sirve de nada. Yo no se gritar. Yo no sé graznar.

Ahora ni siquiera puedo decir «jo...». Solo puedo llorar porque Lucas me ha dejado. Forever alone.

Croquetas y wasaps - Begoña OroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora