Lucas no lleva mi pulsera.
Peor que eso. Un millón de veces peor. Natalia llevaba MI pulsera.
Me di cuenta en cuanto me acerqué a ellos. Dejé a Unai y fui hacia allí como un zombi, sin pensar, con la vista fija en el pelo de Lucas, ese pelo precioso, negro, brillante. Pero de pronto entre su pelo asomaron, con maletas de tiburones, los dedos de Natalia. Y en su muñeca, en la muñeca de Natalia, mi pulsera. La localice al segundo como si estuviera hecha de reflectante verde fluorescente y no de cuero.
Tenía el cerebro en blanco. Creo que toda la sangre se me había concentrado en el corazón. Sonaba como un bombo dentro de mis costillas.
No lo recuesdo bien, pero creo que cuando llegue a su lado dije «Lucas», aunque puede ser que dijera «perdón». En cualquier caso, sono tan patético como si hubiera dicho «miau». Y Natalia se volvió y también me dijo algo, pero era como si me hubiesen dado al botón de mute y sólo le veia mover la boca pero no oía nada.
Y no sé qué le dije yo que le dijo Lucas pero Natalia salió corriendo hacia el baño y yo me quedé con Lucas y sé que hablé y hablé y hablé. Y le dije que cómo se atrevía a darle Natalia mi pulsera y él dijo ¿tu pulsera?, y yo le dije no te hagas el tonto, y el dijo no te entiendo, y yo le dije sabes lo que significa para mí y como un imbécil le grité ¡pero fuistes tú quien empezó el sábado! y exclamé patética ¡y yo te di mi gloss!, y él dijo ¿que es el gloss? Entonces un bulto negro en una esquina de mi campo visual me distrajo un momento, y creo que era Unai. Pero Lucas había aprovechado mi silencio para intentar decirme que lo sentía, y ya no pude pararle. Me dijo que no quería hacerme daño (¿¡que no quería hacerme daño!?), que no se acordaba muy bien de lo del sábado, que había bebido, que lo sentía mucho, que no tenía que haberlo hecho, que yo era muy buena y muy todo, pero que... Y yo me enteré por fin de lo que tenía que haber sabido desde el principio. Y asentí, y seguí asintiendo, y sintiendo que mi corazón era como uno de los corazones que quedaron arrugados en la que el dibujo que me regaló Zaera y que tiré a la papelera, un corazón de regalo, un corazón arrugado que ya nunca nada ni nadie podría alisar del todo y dejarlo sin marcas, ni el peso de toda la saga de Harry Potter, ni mil chutes de botox, ni una apisonadora de autopistas.
Y quiero mostrarte ahora estas arrugas, para que también te recuerden que después de la primavera va el verano; después del trueno para el relámpago; después de «gracias», «de nada»; pero no siempre después de «te quiero», va «y yo a ti». A veces, después de «te quiero», va «pues yo no». Y no hay forma de decirlo sin arrugar para siempre el corazón de alguien.
EL FAMOSO DIBUJO QUE ZAERA LE REGALÓ A CLARA ESTÁ EN MULTIMEDIA.
ESTÁS LEYENDO
Croquetas y wasaps - Begoña Oro
RandomLo de las croquetas tardamos un tiempo en descubrirlo, y lo de la tristeza... Bueno, la tristeza fue posandose poco a poco, como una lluvia fina de esas que te van calando. Porque hay cosas de las que uno no se da cuenta hasta que pasa un tiempo. So...