-Dentro de 5 minutos dará comienzo la exhibición de cetrería - se oye por los altavoces - Les rogamos que ocupen sus asientos y no...
Blablablá.
Me había sentado en la esquina de un banco de madera, junto a Pinilla. Los bancos estában colocados en forma de semicírculo y yo estaba en uno de los de la zona central. En una punta, a mi izquierda, estaban Lucas y Natalia. Sin embargo, no había conseguido sentarme está lejos de Unai. Estaba en el banco de delante, a mi derecha.
-... importante que no se levanten ni suban los brazos para no...
Blablablá.
Pasados unos minutos, salió al centro una chica alta y rubia que nos dio la bienvenida y blablablá.
- Hoy nos enfrentamos a un enemigo de las aves, el viento -sigue diciendo -. El viento puede desplazar el vuelo de las aves. Si aumentara en exceso, nos veríamos obligados a...
Blablablá.
-Les pedimos que permanezcan en silencio...
Blablablá.
-...sin flash.
Blablablá. Y mi cabeza pesada llena de zombies y navajas. Y blablablá, las palabras que no me llegaban.
Pero de repente, las Águilas.
Una de ellas paso agitando sus alas justo a mi lado, casi rozando mi pelo.
Uauh.
Esa águila agitó algo más poderoso, más grande y más antiguo que todas mis miserias juntas.
¿Sabes cuando tienes los oídos taponados y de repente, plop, se te abren de par en par? Algo así me pasó al sentir volar aquellas águilas tan cerca de mí. Y lo quise saber todo.
La chica iba explicando por el micrófono:
-Los harris vuelan especialmente bajo. En sus vuelos rasantes emplean su cola larga y ancha como timón y persiguen a sus presas a ras del suelo sorteando la vegetación. Esta mañana, ustedes serán sus árboles y sus arbustos.
Los pájaros volabann entre nosotros desde la chica que hablaba a otra chica que había detrás del semicírculo en medio del silencio, impresionaba oir su aleteo partiendo el aire. Ellos pájaros, nosotros árboles. Verdaderamente sería genial ser un árbol y tener sólo las preocupaciones de un arbol: qué lloviera de vez en cuando, y que de vez en cuando hiciera sol, y que los pájaros no chocaran contra ti. Y ya está.
Eso pensé. Porque está visto que mi vida era más complicada que la de un árbol, más complicada que la de un caracol. Porque entonces salieron los ratoneros.
-Los ratoneros - explicó la chica - son los campeones de la paciencia. Ellos no cazan. Se posan a orilla de la carretera y se quedan ahí, inmóviles. Esperan y esperan. Esperan lo que haga falta. Hasta que un coche atropella un animal. Y entonces se comen el animal que el otro ha matado, sin saberlo, para ellos.
En ese momento, Unai se volvió a mirarme. A mirarme a mí. En ese momento, si, cuando dijo: «Y entonces se comen el animal que el otro ha matado, sin saberlo, para ellos». Qué otra matado, sin saberlo, para ellos. Otro, como él sintecho: otro, como yo.
Entonces supe lo que era un escalofrío, porque sólo había sentir escalofríos después de salir de la piscina cubierta, pero ESO, lo que me hizo temblar y me congeló por dentro, era otra cosa. Quizá era puro TERROR. Al menos, se parecía mucho. No se. Pero era algo que no había sentido en mi vida. Hasta que Unai me miró así.
Unai, el que nunca se altera por nada. Unai, el que nunca levanta la voz. Unai, el auténtico campeón de la paciencia.
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Croquetas y wasaps - Begoña Oro
RandomLo de las croquetas tardamos un tiempo en descubrirlo, y lo de la tristeza... Bueno, la tristeza fue posandose poco a poco, como una lluvia fina de esas que te van calando. Porque hay cosas de las que uno no se da cuenta hasta que pasa un tiempo. So...