La Promesa

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Estaba nervioso, creo que haber invitado a Sakura frente a Kakashi y Naruto no fue tan buena idea que digamos.

Quería demostrarle a Sakura que no importaba que todo el mundo se enterara de mis sentimientos hacia ella, pero desde ayer el Dobe no dejaba de molestarme y Kakashi no paraba de darme sus patéticos consejos de amor.

No tenía porqué actuar de manera diferente cómo decía Kakashi, él quería que le llevara flores, chocolates y que la llevara a cenar al lugar más lujoso de Konoha y tal vez le gustaría, pero siento que no sería yo y Sakura me amaba tal y cómo yo era.

Salí de mi casa con el nerviosismo reflejado en mi rostro y caminé tranquilamente hasta su casa, al dar un paso tras otro pensaba en qué haría el día de hoy para que fuera especial, por un momento pensé en comprar todas las tonterías que dijo Kakashi y estuve a punto de detenerme en la florería Yamanaka en contra de mis ideales pero otro establecimiento llamó mi atención.

Una anciana tenía un puesto modesto con mucha bisuteria y otras cosas, me alejé de la florería y caminé hasta ella para ver todo lo que había ahí, collares, broches, anillos y demás pude ver sobre la mesa pero nada me convencía, funci el entre cejo con molestia por no encontrar nada que me agradará cuando su voz me despabiló.

—¿Estás buscando algo para tu novia jovencito?— Mis ojos se fijaron en los de la anciana que tenía una expresión relajada.

—Hmp... Se podía decir— Dejé de mirar a la mujer para desviar mi vista a otro lado con mis mejillas sonrojadas.

—Oh, ya entiendo... Todavía no es tu novia y estas buscando algo para declararte— Sus ojos arrugados buscaron mi mirada pero hice todo lo posible para evitarla —Tengo algo que te gustara.

Giré mi rostro con curiosidad y vi que sacaba una pequeña caja de la parte de abajo de la mesa, la abrió con lentitud frente a mis ojos que no pudieron evitar expandirse por lo que veían.

Un hermoso dije de flor de cerezo en color rosa pálido transparentoso colgado de una cadena plateada estaba dentro de la diminuta caja, mi sonrisa no pudo evitar formarse por el sentimiento de felicidad que sentía por haber encontrado el regalo perfecto.

—Sabía que te gustaría, ten, tómalo— La mujer cerró la caja y tomó mi mano para ponerla sobre ella —Sabes, me recuerdas a mi difunto esposo, era igual que tú cuándo era joven.

—¿Cuánto cuesta?— Saqué del bolsillo de mi pantalón mi bolsa evitando por completo el comentario de la mujer cuando con su otra mano detuvo mi acción.

—Puedes llevártelo.

—No gracias, quiero pagárselo— Su mano apretó la mía con más fuerza y en sus pupilas pude notar melancolía.

—Mi esposo me lo dio el día en que me pidió ser su novia— Soltó mi mano lentamente y sus ojos se cristalizaron —Ésto fue más que un regalo, una promesa, mi esposo no era un hombre de muchas palabras pero con éste collar me hizo saber que yo era lo más importante para él y que me amaría hasta la muerte, y así fue.

Escuché sus palabras llenas de sentimiento y mis ojos delataban ternura, miré de nuevo la caja para contemplar la belleza del dije y mi atención regresó a la anciana.

—Estoy segura que le encantará, pero, prométeme una cosa— Asentí con la cabeza y la mujer me regaló una sonrisa —Que nunca vas a dejar de amarla.

Correspondí a su sonrisa para después alejarme del lugar.

Caminé varios minutos hasta que pude ver a lo lejos la casa de la pelirosa, saqué la caja de mi bolsillo para verla una vez más y mi sonrisa volvió a aparecer, estaba más seguro que nunca del amor que le tenía a Sakura y la promesa que le había hecho a la mujer la cumpliría al pie de la letra, de ahora en adelante mi prioridad siempre sería mi pelirosa.

Volverte a ver (Finalizada, En Corrección) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora