Esperanza

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Tomé su mano y acaricié el dorso de ella con mi pulgar, me dolía ver a mi esposa postrada en una cama de hospital conectada a un respirador artificial para preservar su vida mientras estaba en coma.

No podía evitar sentirme peor que mierda por provocar una vez más dolor y sufrimiento en Sakura, la había dañado tanto en el pasado, que pensé cambiando sus recuerdos podía remendar considerablemente los malos momentos por unos llenos de felicidad, pero me equivoqué una vez más.

Mis ojos comenzaron a querer inundarse de lágrimas cuándo una mano amiga tocó mi hombro logrando evitar que se derramaran.

—Sakura estará bien Sasuke, estoy seguro— Habló Naruto detrás de mí y de inmediato limpié mis ojos llorosos.

—No puedo decir lo mismo, quisiera pensar que muy pronto se levantará de esa camilla, pero mis esperanzas mueren día con día.

—Debes tener confianza en ella, Sakura-chan es una de las mujeres más fuertes que conozco y estoy seguro que no se dejará vencer, por ti y por Sarada— Dijo para después quitar su mano de mi hombro —Lo que no puedo entender es, ¿Cómo cayó en coma? Si estaba completamente sana.

Apreté mis párpados con fuerza y mis dientes rechinaron al mismo tiempo que apreté mi puño, tenía que hablar con la verdad, aunque eso me podría traer problemas.

—Hay algo debes saber, Naruto— Me puse de pie para ver a mi amigo con un semblante serio provocando confusión en su mirada.

—Sasuke, ¿Qué hiciste?— El zorruno cruzó su brazos y su semblante cambió por completo, ahora me dirigía una mirada llena de molestia.

Naruto me conocía a la perfección y aunque no sabía exactamente qué pasaba, sentía la corazonada de que había sido mi culpa el estado actual de mi esposa, y tenía razón.

Solté un suspiro y entre abrí mis labios para comenzar a hablar cuando la puerta de la habitación se abrió, Sarada iba entrando con un ramo de flores y se acercó a nosotros.

—Hola papá, nanadaime... Vine a estar un rato con mi mamá y a traerle éstas flores— Mi hija se acercó hasta su madre y depositó un beso en su frente —Hola mamá.

Sentí que mi corazón se rompía al mismo tiempo que la voz de mi hija se entre cortaba al llegar a Sakura, Sarada cambió las flores marchitas del florero y dejó los nuevos narcisos resplandecientes, dejando un suave aroma dentro de la habitación.

—Necesitas descansar papá, ¿Por qué no vas a casa y te das un baño? Dejé la comida hecha, solo tienes que llegar a calentarla— Sarada se acercó a mi tratando de ocultar la tristeza que se cargaba desde hace dos años.

—No tengo hambre, sólo iré a darme un baño y regreso, no quiero dejarlas solas mucho tiempo— Sarada hizo una mueca en respuesta, tanto que se había esmerado en dejar lista la comida y yo sólo la rechazaba, pero no era por voluntad, sino por qué mi hambre desaparecía cada vez que daba un paso en el hospital.

—Tengo un poco de tiempo libre, puedo acompañarte a tu casa y comer juntos la comida que Sarada preparó— Naruto dirigió una mirada y una gran sonrisa a mi hija —No podemos desperdiciar tan deliciosa comida.

Sarada devolvió la sonrisa y en respuesta, sólo solté un suspiro en son de derrota —Esta bien, vamos, tenemos mucho de qué hablar Naruto.

Mi amigo asintió lanzándome una mirada fría que traté de evitar, acaricié la mejilla de mi esposa y después alboroté los cabellos negros de mi hija para salir de la habitación del hospital.

Volverte a ver (Finalizada, En Corrección) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora