Reflexiones y confidencias (treinta y nueve)

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Clara

Me siento en el sofá con un vaso de vino blanco para escuchar un poco de música mientras cojo mi móvil para ojear en el Instagram de Bárbara y ver las fotos que cuelga, joder que cabrón no tardó ni un día en meterla en mi casa, no voy a negar que aunque ya llevo un mes en casa de Anna todavía me duele ver todas las gilipolleces que cuelga esta niñata, lo peor la foto donde hace el gesto de vomitar con el marco de la foto donde aparecemos Alfred y yo el día que nos casamos, nunca pensé que Alfred me perdería el respeto de esta manera, cierto es que conocer a todas las mujeres con las que me engaño debería haberme dado una pista, pero aunque yo era consciente de ello en el resto de nuestra relación siempre sentí que me respetaba incluso algunas veces que se sentía orgulloso de mi pero ni tres horas tardó en meter a esa niñata en mi casa, de vez en cuando aparecen fotos de él junto a la bailarina destetada, parece feliz y todavía me encabrona más pensado en todo el tiempo que perdí con él, menos mal que Anna siempre está para reconfortarme y hacerme sentir mejor, su teoría es que cuando se dé cuenta que a sustituido a una mujer con clase y con los pies en la tierra por una inmadura que solo busca su dinero y posición social porque se ve a la legua que es de esas chicas que son fáciles y parecen fáciles se echará las manos a la cabeza, mientras que a mí me espera una vida que acaba de comenzar y que vendrán momentos maravillosos, no voy a negar que sus palabras me hacen sentir mejor hasta que de verdad lo pienso y no puedo evitar compararme con ella, si es cierto soy una mujer muy guapa, no necesito que me lo digan lo sé pero ella es dieciséis años más joven que yo, con un cuerpo de escándalo por eso trabaja en el cuerpo de Vedetes del hotel, es muy parecida a mi cuando Alfred y yo nos conocimos nos diferencia que yo he sido capaz de pulir mis modales, mis gustos y fingir que tengo una clase que he conseguido a base de esfuerzo y talonario ,no puedo echarle en cara que venimos de distintos sitios, somos la misma mujer en épocas distintas y a ella le falta solo el tiempo y las ganas para ser igual que yo, me desquicia de solo pensarlo, pero he aprendido también a controlar y guardar mis sentimientos y a demostrar esa indiferencia que solo tienen las clases altas que nadie nota lo enfadada y decepcionada que me siento, me encantaría presentarme en mi casa con un bate de béisbol para destrozar todo a mi paso mientras les insulto de la peor manera posible pero sé que no lo voy a hacer.

Para colmo de males tengo al prepotente de Stefan rondando todo el día a Anna y pensar que ese hombre me atraía, no hace nada más que lanzarme frases irónicas y miradas suspicaces cada vez que doy mi opinión, puede pensar que tengo un palo metido por el trasero pero yo pienso que él se cree la octava maravilla, y lo que más gracia me hace es que piensa que Anna va a caer en sus redes, es tan tonto que cree que puede encandilar a una mujer del bagaje de Anna, sin entender que está tan dolida por su experiencia que tardará mucho tiempo en recuperarse porque un hombre como Ted Harris no es tan fácil de superar y veinte años a su lado han tenido que dejar una gran huella, puede incluso que Anna se engañe y crea que puede rehacer su vida con él, pero a la larga estoy segura que ella sola se dará cuenta que le falta mucho para estar preparada para una relación todavía, tiene que perdonar mucho para sanar, yo en cambio tengo superadísimo a Alfred, lo que me trae por la calle de la amargura es ver como permite a esa zorra reírse de la vida que tuvimos juntos porque sería una mierda de vida pero fueron muchos años donde yo si le amé mucho aunque ahora no lo haga y que alguien se ría de lo que yo cree con tanta ilusión, sobre todo poder ver con mis propios ojos que se lo está permitiendo me enrabieta y si añadimos las llamadas bien intencionadas me que hacen mis amistades para contarme que los han visto en un restaurante o en una fiesta puedo decir que llevo el peor mes de mi vida y encima tengo que mantenerme entera y guardar tanto la calma que a veces creo que voy a implosionar no sea que salga una maldita mala palabra hacia fuera. Aprovechando una visita de Anna con su abogado que le está llevando los papeles para la separación he comenzado con la solicitud, cuando agarré la maleta y salí despedida de mi casa no tenía intención de que las cosas cogieran el rumbo que han tomado, me asustó un poco que mi marido después de tanto tiempo me dijera que tuviéramos un hijo y también me dolió recordar cuantas veces llegue a suplicarle que tuviéramos una familia y él siempre decía que no era el momento, así que quise darle un escarmiento además de echarle en cara su vida disipada por si en algún momento pensaba que no sabía de su existencia y con mi orgullo intacto agarre la maleta rumbo a casa de Anna pensando que en quince días estaría suplicándome que volviera, lo que menos me iba a imaginar es que estaba deseando que desapareciera de su vida para meter a esa niñata en mi casa y no voy a negar que estoy dolida muy dolida pues el cabrón no ha hecho el intento de contactar conmigo de ninguna manera, según se ve desde fuera es como si hubiera estado deseando que desapareciera de su vida.

APRENDIENDO A AMAR DE NUEVODonde viven las historias. Descúbrelo ahora