Capítulo 25

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Después de eso Bella se dirigió al consultorio y minutos después entró el doctor Jones.

El doctor Jones tenía 65 años, mostraba un semblante intimidante, pero en realidad era una persona muy amable e inteligente. Bella notó que el doctor amaba mucho su trabajo, por lo que se acopló muy bien a él. Así transcurrió la mañana sin ninguna novedad hasta que fue el cambio de turno, lo que significaba el comienzo de la guardia.

-Ten una buena guardia, doctora Myers. Se despidió el doctor Jones.

-Gracias, doctor Jones. Nos vemos mañana.

Bella se dirigió al piso de cirugía donde se encontró a los residentes de la guardia haciendo notas en el área médica.

-¿Tu eres la doctora Isabella Myers? Preguntó uno de los residentes.

-Sí, mucho gusto. Decía Bella estrechando sus manos.

-Yo soy la doctora Julie Blake y él es el doctor Stephen Pierce, ambos somos R2.

-Los demás residentes R3 y R4 están en quirófano. No hay muchas cirugías el día de hoy, así que solo podremos hacer el trabajo de oficina y pendientes que haya en piso. Aseveró el doctor Pierce.

-El doctor Shepard está revisando el pie del señor Stevens, en la cama 34. Comentó la doctora Blake. -¿Por qué no lo acompañas?

-Sí, enseguida voy. Solo me cambiaré primero en la residencia médica.

Bella se dirigió a una puerta que estaba alado de donde escribían los R2. La residencia médica era un lugar donde los médicos residentes podían descansar, bañarse o comer. Contaba con literas, una cocina, comedor, una sala de estar, varios armarios y un baño con 10 regaderas.

Bella llevaba puesto un pantalón de vestir color caqui, una blusa azul, tacones cafés y su bata blanca, pero todo eso lo cambió por su pijama quirúrgica rosa y sus tenis blancos.

La chica dejó todas sus cosas en un armario, excepto su estetoscopio, oxímetro, su tabla para escribir y dos plumas. Antes de salir Bella amarró su largo cabello en un moño alto, lista para la guardia.

-Hola, ¿necesitas ayuda? Le preguntó a John.

-No, descuida. Estoy por terminar de hacerle la curación. Pero podrías ir consiguiendo las cosas para la señora Wu, hay que revisarle la úlcera de la espalda. Dijo John.

-De acuerdo. Contestó Bella.

A pesar de su reciente discusión, Bella y John sabían separar lo personal de lo profesional, así que terminaron de realizar los pendientes como si no hubiera sucedido nada entre ellos, hasta que llegó la noche.

Bella se dirigió al comedor para cenar, donde se encontró a Chris.

-¡Hola, Bella! ¿Cómo estás? Preguntó curioso.

-Muy bien, ¿y tú? ¿Cuántos pacientes me tienes en urgencias? Bromeó Bella.

-En realidad solo tengo dos, pero creo que los R2 ya hicieron los ingresos. Solo están esperando a que los suban a piso.

-Chris, ¿crees que sería mucha molestia si te pidiera que me avisaras cuando haya una interconsulta a cirugía o un ingreso? Preguntó Bella.

-Para nada, descuida. Te mandaré mensaje cuando tenga algo para tí. Sonrió Chris.

-Gracias, Chris. La próxima vez que tengamos un día libre, te invitaré a comer.

-Esperaré ansioso que llegue ese día. Dijo sonriendo.

Medicina de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora