34| La verdad es dolorosa, pero necesaria.

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Capítulo 34.

Derek Donovan.

3 horas antes...

—Habla —le dije de mala gana a Amara mientras dejaba mi celular sobre mi regazo.

Amara sonrió de costado—. Aquí no —susurró—, vamos a donde nos conocimos.

Y la miré como si hubiera perdido la cabeza. De verdad me está jodiendo.

—No —respondí con firmeza.

—Derek...

—No, no voy a ir a ese maldito lugar donde te conocí porque... —meneé con la cabeza pensando en ésa cafetería, la manera en que está chica, con cuerpo de ángel, pero personalidad de demonio me atrapó, en como mi vida se fue a la mierda en cuestión de segundos ese día y ni siquiera me percaté de ello hasta muy tarde—, no iré.

Para mi suerte, Amara asintió rendida y soltó un suspiro. Salió del auto y me hizo una seña con su mano para que la siguiera, y lo hice. Salí de mi auto malhumorado y la seguí, hasta que llegamos al pequeño bosque detrás del centro comercial. Se sentó en el suelo repleto de césped seco y escombros. De su bolso sacó una botella de vodka y me miró. Me tendió la botella con su semblante neutro. Y yo, confundido la miré con las manos escondidas en los bolsillos de mi pantalón de vestir.

—Vas a necesitar un trago después de lo que te diré —pronunció de manera sensata. Tomé la botella con desconfianza y me senté frente a ella.

Nos mantuvimos en silencio unos minutos, hacía tanto que no estábamos así, sin intentar matarnos. Sin gritarnos, sin hacer comentarios hirientes.

—Yo... —musitó y la miré directo a los ojos. La miré con una intensidad que la hizo desviar la mirada, fue un acto que me confirmó una sola cosa; en definitiva, ya no sentía nada por ella. Nuestra relación fue lo más espantoso que he vivido, pero sin duda también ha sido una de las lecciones más fuertes que me ha puesto la vida, sé lo que no quiero en mi vida—, antes que nada, Derek... te debo una disculpa —susurró mirando sus manos nerviosas—, lamento haberte metido en toda esa mierda, lamento haberte metido en problemas, drogas, lamento haberme metido en tu relación actual.

Y sin duda, eso me dio paz. No necesitaba sus disculpas, pero admito que eso aminoró mi rabia hacía ella.

—También lamento lo nuestro —agregó mientras unía su mirada a la mía.

—Yo también lamento lo nuestro —le dije de manera sensata—. Fuimos algo que nunca debió suceder.

Y con los ojos acuosos, desvió la mirada de mí—. Tienes razón, fuimos algo que jamás debió tener futuro, no me respetabas y yo tampoco a ti, pero de verdad te quise, ¿sabes?

Sí, lo sé.

—Pero comprendí que... —se lamió los labios y volvió sus ojos verde olivo a mí. Estaban enrojecidos y llenos de agua—, después de que te fuiste de mi vida, te quería porque me veías de una manera especial, yo creía ser los ojos de Derek Donovan, creía que, porque estabas conmigo, yo sería la única chica para ti, deseé que me mirarás como a ella, como a Bárbara. Deseé que solo tuvieras ojos para mí, pero comprendí que Derek Donovan me llenaba más de inseguridades que de sonrisas. Y a pesar de eso, reconozco que te quería, pero cuando te alejaste, me quise a mí.

Y con el ceño fruncido, me pase la mano por el pelo desconcertado por lo que Amara acababa de decirme. ¿Por qué siento que esto es culpa mía?

Humedecí mis labios y asentí lentamente mientras abría la botella para darle un trago largo. Me limpié los labios con el dorso de mi mano y le di la botella a Amara, que con el ceño fruncido la aceptó.

¿Qué le pasó a Derek Donovan? [¿Qué nos pasó? I]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora