Capítulo 10
TRATO CON EL DIABLO.Dipper.
Sentir a Günther chupar de mi pezón, y a Dominick acariciar mi clítoris, me trasportó a otro mundo; a uno muy diferente a este. En mi cabeza, no podía concentrarme en nada más que las intensas oleadas de placer que me recorrían de pies a cabeza. En ese momento, ni siquiera me importó estar en la escuela, en un salón donde, en cualquier momento, alguien pudiera entrar.
Y es que, ¿cómo hacerlo? La cercanía de los gemelos era, de por sí, un hechizo. Y tenerlos ahora así, era el pase directo a otro universo lleno de placer.
Con los ojos cerrados, eché mi cabeza hacia atrás, extasiada, apoyándola del hombro de Dominick, el cuál no dudó en intensificar su caricia, llevando uno de sus dedos a la entrada de mi vagina.
No hay palabras suficientes para describir lo que ellos me hacían sentir. De hecho, creo que ni siquiera se ha inventado alguna apropiada para ponérsela a la intensa sensación que me recorría entera.
Estaba en medio de un huracán, y necesitaba gritar, gemir y jadear para drenar todo lo que me sacudía. Pero no podía; el lugar no era el apropiado para hacerlo.
— Mmm… Dipper, estás tan húmeda. Y hueles tan delicioso.
Sentí la boca de Dominick cerca de mi cuello.
—. No sabes las ganas que tengo de follarte ahora mismo.
Gemí y busqué el cabello de Günther, el cual cambió de pezón y fue por el otro, llevando sus manos a mi trasero para acariciarlo por debajo de la falda.
— Oh, por favor… — Gemí, empezando a mover mis caderas como reflejo hacia la mano de Dominick. Esto era demasiado intenso y excitante. Ellos lograban despertar en mí los deseos más oscuros que una mujer llegase a experimentar. Y ahí estaban ambos, dándome placer inimaginable, iniciando algo a lo que no sabría, ni podía, ponerle fin.
Günther alejó su boca de mis senos para ir directo a mi oído.
— Eres una puta delicia, pequeña.
Susurró y, cuando sus manos dejaron mi trasero y apretaron mis pechos, pellizcando también mis pezones sensible por su boca, no pude evitar arquearme, invitándolo a más.
— Eres un pequeño pajarito, encerrado en su propio cuerpo, con deseos oscuros que solo nosotros somos capaces de cumplir.
Volví a gemir, abriendo mis ojos para verlo. Los gemelos son altos por lo que tuve que levantar la vista para verlo a los ojos, los cuales habían vuelto a ser del color que les recordaba; dorados y hermosos.
Günther tiene una mirada atrayente, y cuando lo vi acercar su rostro al mío, de pronto me dio curiosidad por saber cómo se sentiría besarlo.
Yo nunca había hecho un trío. De hecho, no había hecho nada que se saliera del sexo convencional. Nunca había probado posiciones nuevas, o intimar con alguien diferente a Brandon.
Pero ahí estaba yo, presa de mis deseos, dejándome tocar por aquellos hermanos que solo se dedicaban a molestarme; por los sobrinos del sujeto que marcó la vida de mi madre para siempre; estaba ahí: una Sherwood y dos Swinner, dando el primer paso a algo grande y difícil de dominar.
¿Qué diría mi familia si se llegaban a enterar de esto que estaba ocurriendo entre ellos y yo? De seguro mis padres se escandalizarían.
Era extraño, lo debo reconocer. Aquellos a los que más odiaba, también eran aquellos a los que más deseaba.
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Infierno, la maldición Swinner © [✓]
Vampiros« Porque mientras el corazón se me aceleraba por uno, mi mente era presa del otro..., y el clítoris me palpitaba por ambos» ~•~ Muerte. Desapariciones misteriosas. Sexo sin control. Adrenalina y un secreto oscuro. Dominick y Günther Swinner son los...