† 13. ¿Duro? Duro †

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Capítulo 13
¿DURO? DURO.

Dipper.

Gemí al sentir sus labios sobre los míos, besándome con exigencia, moviéndose con una ferocidad alucinante, tal y como lo es todo él.

 

Estaba acorralada entre la puerta y su cuerpo imponente y atractivo, sintiendo su erección clavada en mi vientre, y el ser consciente de ello solo me ponía aún más caliente, deseosa ante la idea de tenerlo dentro. Me estaba llenando de expectativa.

Mis manos se clavaron en su nuca, y abrí más mi boca para que pudiera meter su lengua, buscando la mía con desespero, empezando así a acariciarse una con la otra. El roce era feroz, pasional y atrevido. Con mis manos clavadas en su nuca, lo acerqué más a mi rostro para tratar de profundizar nuestro contacto un poco, y las suyas, colocadas en mi rostro para evitar que me alejara de él, fueron a mi trasero para alzarme, obligándome a rodearlo por la cadera con mis piernas.

¡Al diablo todo! Ya no podía soportarlo más. Lo deseaba ahí y ahora, y a la mierda las consecuencias. En un momento como ese, mi cerebro se había desconectado de mi cuerpo y sentido común; y solo podía dejarme llevar por la necesidad que en mi entre pierna estaba creciendo.

No lo puedo negar, me sentía poderosa ante lo que yo causaba en ambos gemelos. Y, ¿cómo no? Dos bombones ingleses, excitados por mí, un verdadero logro.

— Necesito tomarte aquí y ahora — lo escuché gruñir contra mis labios, clavando una de sus manos en mi nuca para evitar que me alejara de él cuando mi intención era precisamente esa, cortar el beso.

Sabía lo que aquellas palabras significaban.

Me estaba pidiendo permiso…

Y yo se lo di sin dudarlo.

Dominick sonrió contra mis labios y me vi obligada a alejarme de él para buscar aire.

Bejé mis piernas al suelo y, sin emitir palabras, le pedí que me soltara. Así lo hizo y, mandando todo por un tuvo, lo agarré de la mano y lo guié a mi habitación.

En ese momento solo pasaba una cosa por mi mente: lo quería ya, adentro, muy adentro, y duro.

Dominick es atractivo, y saber que él lo quería tanto como yo solo me ponía más cachonda.

Cuando cerré la puerta de mi habitación y me di la vuelta para verlo, él no tardó en volver a besarme. Le correspondí de inmediato, abriendo mi boca para darle paso nuevamente a su lengua.

Mis manos fueron directo a su chaqueta de cuero para deshacerme de ella, y él no tardó en quitarme la camisa, interrumpiendo así un momento nuestro pasional beso que fue reanudado de inmediato. Mientras sentía sus manos ahuecar mis senos, dejé salir un gemido de aprobación. Sus dedos atraparon mis pezones erectos y pellizcaron con rudeza, haciéndome soltar un quejido.

— No tienes idea de lo mucho que te deseo, Dipper Sherwood — gruñó contra mi boca, empezando a bajar hacia mi cuello para besarme ahí, mordiendo mi piel con suavidad.

Gemí, aprobando su toque, y tirando de su cabello, le eché la cabeza hacia atrás, alejando sus labios de mi piel.

— Si me dejas marcas, te mato — le gruñí, volviendo a buscar sus labios.

Dominick sonrió, y su mano fue directo a mi trasero.

— No tienes idea de las cosas que quiero hacer contigo.

Sus palabras me hicieron sonreír y, de un tirón, le quité la camisa, dejando al descubierto su bien ejercitado abdomen. Me mordí el labio, maravillada ante la vista perfecta, y sin dudarlo volví a besarlo, disfrutando del cómo se sentía mi piel al roce de la suya; mis labios contra los suyos, disfrutando de todo en general.

Infierno, la maldición Swinner © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora