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—Hola, mamá —saludó Violet entrando a su pequeña casa. Pintada, por fuera, en color amarillo claro.

Ella dejó las llaves en la mesa y fue a la cocina. Al llegar se encontró con botellas de alcohol por todos lados y el olor a eso había inundado sus fosas nasales.

—¡¡Uju!! Oh, ¡hola Violeta! —grita la madre de esta, después de girar la cabeza hacia todos lados.

—Mamá, sabes que no me gusta que me digan así.

Neh, no me importa —se rascó la cabeza y luego empezó a saltar como loca mientras giraba.

Violet, dio un paso atrás y se golpeó contra la puerta haciendo un sonido fuerte. Su mamá se dio vuelta rápido y se acercó a ella señalándola.

—¡Bruta! —chilló, clavándole el dedo en el cuello de Violet, quien paró de respirar—. ¿Vamos de compras? —dijo la mamá de Violet, de la nada, mientras caminaba raramente después de separarse de ella.

—Mamá —empieza Violet tranquilamente —, estás borracha. No podemos

—¡No estoy borracha! —grita, pateando a, literalmente, la nada.

—Yo me voy a mi cuarto —dijo Violet, estando en el primer escalón de la escalera.

—¡No! Nena malcriada, tu vienes conmigo.

—Mamá... —suspiró y como pudo habló—, no.

Violet estaba al punto del llanto. Jazmine, su mamá, hacía meses que siempre estaba borracha, sea de día, de noche, siempre. Ella estaba cansada y tenía una vida de mierda.

—Adiós —murmuró.

Violet subió rápido las escaleras y se encerró en su habitación. Apoyó la espalda contra la puerta y empezó a bajar lentamente mientras lloraba, no es lindo que tu mamá siempre esté borracha.

Lloró por diez minutos. Fue al baño, prendió la canilla y dejó que el agua llenara la tina. Se puso una remera ancha que tenía por ahí y se la puso.

Cuando la tina terminó de llenarse se metió. Y empezó a pensar en todo lo que le pasaba: Jazmine siempre estaba borracha; no sabía dónde estaba su papá; no tenía amigos; le hacían bullying... Eso y un montón de cosas más.

Luego de terminar de darse ese baño, medio raro, se metió entre las sábanas. Pero antes se había puesto el pijama. Que consistía en una remera vieja y cualquier pantalón.

Después, le mandó un mensaje a su mejor amiga:
<¡Hola! Buenas noches, te amo.

Después de esperar la respuesta por diez minutos, captó que ella ya no estaba más, hace un año que se fue.

Y eso era lo que más le dolía; que la única persona que le ayudaba en todo, ya no está con ella.

...

—Tonta, ¿qué te pasa? ¿Ahora estás más estúpida o qué? —le dijo Jazmine, pegándole en la frente—. Me llamaron del colegio porque hace dos semanas que no haces tus tareas. ¡Yo pago ese maldito colegio para que te enseñen y tú no ayudas! ¿¡Porque no te aborté!? Claro, tenía diecisiete años. Había pensado que era buena idea tenerte, era una estúpida sin cabeza.

Violet se quedó callada mientras miraba el piso. Se sentía mal. Demasiado mal.

—¿Qué? —exclamó—, ¿no vas a decir nada? —escupió su mamá, alejándose de ella—. Que cobarde.

—Tengo que ir a la escuela.

—Si me llaman una vez más, ¡olvídate que vives aquí!

—Claro —agarró su mochila que estaba tirada en el piso.

Violet salió de la casa y se fue al colegio. En el camino lloraba y no paraba, pero cuando llegó, paró de hacerlo. No quería que la molestaran. Obviamente, no faltaron los comentarios de siempre. Y si, le dio su tarea a los que le pedían porque la amenazaron múltiples veces, mucho mas que hace unas semanas.

—Violeta Johnson, ¿puedo hablar contigo? —preguntó el director de la escuela, cuando ella estaba en clase de Literatura.

Ella levantó la cabeza, ya que estaba escribiendo algo, y vio que todos la observaban y compartían comentarios.

—Ehh, si —se paró de su silla y fue con él.

Ambos fueron a la oficina del director. En el trayecto, los pasillos estaban en puro silencio y no había nadie. Solo un profesor que preocupaba que nadie esté en los pasillos en hora de clase. A menos que sea una excepción importante.

—Te quería preguntar porque ahora no haces las tareas —el primero en hablar fue el director Miller—. Eres una buena alumna, Violeta. ¿Qué te pasó?

—Es que... estoy muy ocupada —mintió.

—No mientas.

—Bueno, es que todos me amenazan —dijo rápidamente.

—¿Qué? —el director Miller se acercó más a ella, para poder escucharla mejor que antes.

—Que todos me abrazan —dice, pero más lento.

—¿Qué tiene que ver? —su expresión confusa era notable, y mucho más entre sus arrugas.

—Nada... solo no le digas a mi mamá. Juro que voy a hacer todas las tareas que no hice.

—Está bien. Aquí están todas— El director le dio una pila de hojas con las tareas. Eran muchas, y por supuesto, son todas las tareas de un mes y medio, o un poco más. Tal vez mas de dos, perdió la cuenta.

—Gracias, ¿me puedo ir?

—Si, y gracias a ti por tu tiempo.

Violet le sonrió y asintió con la cabeza. Se fue de la sala del director y se dirigió a su aula, pero antes dejó las tareas en su casillero. Donde había miles de cartas pegadas o dentro de este, diciéndole cosas horribles. Justo se le había caído una al abrirlo.

«Nadie se merece que una persona así, como tú, venga a su colegio».

Juli <3

Desde Arriba - P.M | NUEVA EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora