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Cuando llegó a Illinois, salió y un Uber la llevó hasta el hotel. El cual pagó antes de ir. Acomodó sus cosas y fue al baño porque tenía que hacer sus necesidades.

Cuando terminó, prendió su celular y le llegaron cinco notificaciones: tres llamadas de Payton, un mensaje de él y un recordatorio de que su período comenzará. Gruño al ver la última notificación.

Luego, se fue a pasear por ahí. Mientras caminaba, su pelo volaba por el viento. Seguía siendo de día, y tenía hambre. Así que fue a un lugar de comida rápida que estaba cerca de ahí.

No le gustaba mucho la comida rápida, pero era la mas barata.

—Hola —dijo una chica joven, entre dieciocho y veintidós años de edad. Tenía el uniforme verde oscuro de los trabajadores de ese local de comida—, ¿qué quiere pedir?

—Una ensalada y agua —decidió Violet, luego de ver el menú que estaba al fondo, detrás del gran mostrador donde hacían pedidos.

—¿Qué ensalada?

—La más barata —respondió.

—Está bien, ¿para llevar? —mientras hablaba, esta iba anotando unas cosas en una pantalla, una en la que solo ella podía verla.

—No.

La chica asintió y se fue. Violet la esperó y luego le dio la ensalada que estaba en un tupper. Obviamente, le dieron el agua y unos cubiertos descartables.

—Aquí tiene, disfrútelo.

—Muchas gracias.

Violet se fue a una mesa que estaba alejada de los demás, justo en la esquina del lugar, y empezó a comer mientras miraba el celular.

Estaba viendo tiktok cuando le apareció un video de Payton. Era de hace unos días, hablando de su canción. Leyó los comentarios; le decían un montón de cosas lindas, que suerte que tenía, lo apoyaban.

Luego de comer la ensalada, se fue de ese lugar. Se sentó en la banca de un parque que estaba cerca de donde comió. Se puso los auriculares y empezó a escuchar música triste; todos, o la mayoría de las personas, cuando están tristes, escuchan música triste para estar aún más triste. Las lágrimas empezaron a escapar de sus ojos. Necesitaba a Payton a su lado, o simplemente escuchar su voz.

—Hola, ¿qué pasó? —le dijo un nenito y se sentó a su lado. Ella se quitó los auriculares al ver que le habló.

—Estoy bien —le dijo, limpiándose las lágrimas.

—Mi mami, hace mucho, me dijo que si alguien lloraba es porque está mal —dijo. Pronunciaba mal las S: cada vez que hay una dice sh. Osea, dice "¿Que pashó?".

—Es verdad —asintió con la cabeza—, pero ahora estoy bien.

—¿Te puedo abrazar? —le preguntó a Violet, parándose al frente de esta misma—. Mi mami siempre me abraza cuando estoy mal —Violet tenía miedo de que la mamá de él la viera abrazándola y lo regañara por hacer eso: era una extraña.

—Está bien —aceptó, podía explicarle la mamá que no le iba a hacer nada a su hijo.

Él abrió los brazos y la abrazo fuerte. Obviamente ni le dolió ni nada, tenía como cuatro años. Después de abrazarla, le dio un beso en la mejilla y se fue corriendo.

Fue el nene mas lindo y tierno que Violet vio en su vida. Luego de unos segundo, volvió corriendo de la mano con alguien más, era muy parecida a él. Creyó que era la mamá de este.

—¡Mami, mami! —chilló él—, es ella. ¡Estaba llorando y la curé! —su mamá rió y él tiró de su mano para que se acercara a Violet.

—Hola, soy Stephanie —se presentó, la miraba confundida, como si estuviera debatiendo algo en su propia mente—. Él es mi hijo, Thomas —Violet sonrió ante la amabilidad.

—Hola, soy Violet.

—¿Es verdad que estabas llorando? —preguntó, acariciándole el pelo a Thomas, su hijo; quien estaba abrazándola por la pierna.

—Uh... si —miró al piso. Thomas levantó la cabeza y miró a su mamá.

—Mami, ¿puede venir a casa un rato? —preguntó, demasiado entusiasmado.

—Está bien, pero pregúntale a ella —Thomas se acercó a Violet saltando.

—¿Quieres venir a casa? —le pegó en las rodillas a Violet despacio—. Vamos a estar solo mami, tu, y yo.

—Está bien —aceptó, nada mala podría pasar... ¿O sí?

—¡SIII! —gritó Thomas y le agarró de la mano a Violet.

Fueron a su casa caminando, no quedaba lejos de ahí. Después de llegar Thomas le mostró todos sus autitos de juguete y su pista donde van los autitos. Y los demás juguetes que tenía.

También le explicó cuales les habían regalado sus amigos, cuales les habían regalado su abuela, o su mamá.

—Bueno hijo, ¿quieres comer? —preguntó su mamá, abriendo la puerta de la habitación.

—Siii —se paró del piso y corrió donde estaba su mamá—, ¿Violet, vienes?

—Si, claro —ella también se paró y fueron a merendar.

—¿Y cuantos años tienes? —le preguntó la mamá de Thomas.

—Tengo dieciséis —contestó, luego de sentarse en la silla junto a Thomas—, hoy es mi cumpleaños —añadió.

—¿QUE? ¡¡FELIZ CUMPLE!! —Thomas le gritó con todas sus fuerzas, haciendo que Violet salte en la silla, y Thomas la abrazó.

—Gracias —sonrió. Estaba feliz.

Juli <3

Desde Arriba - P.M | NUEVA EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora