Después de festejar, si así se puede decir, el cumpleaños de Violet, ella volvió al hotel. Estaba demasiado cansada.
Se bañó y se puso una remera de Payton que le había robado algunas vez que fue a su casa y un short, esta vez, de ella. Agarró su computadora, que seguía en su mochila, se puso a hacer la tarea mientras escuchaba música de Harry Styles. Para ella, tanto él y su música es todo lo que está bien. La música de este es la única cosa que la pone feliz, además de Payton.
Después de terminar la tarea de Geografía, ella miró la hora, en su computadora, y eran casi las diez de la noche. Así que llamó a la recepción, con el celular que estaba en la habitación, para preguntar si había servicio a la habitación. Y si, había. Gracias a Dios no era tan caro y pidió lo primero que se le antojó al escuchar el menú: pizza. Le dijeron que, supuestamente, dentro de diez minutos le llevarían la comida.
Agarró su celular y cuando lo prendió sus ojos se cristalizaron. Era una foto de Payton con ella; una vez que fueron al parque a hacer un picnic.
Lloró y lloró. Le dolía dejarlo ir, pero es por su bien: no tendrá más problemas. Además, como ella dijo: no es un adiós, es un hasta pronto, o eso creía.
...
Alguien tocó la puerta: la comida. Saltó de la cama y abrió la puerta.
—Hola, ¿señorita Violeta? —habló el señor.
—Si —movió la cabeza, asintiendo—, soy yo.
—¿Segura que usted es la señorita Violeta? — me pregunto el señor.
—Ehhh —frunció el ceño—, si.
—Bien... —murmuró, poco convencido—, aquí tiene. Son cinco dólares.
—Okey, muchas gracias —le pasó la plata y cerró la puerta. Corrió hasta la cama y se sentó sobre ella.
Prendió la televisión para ver qué programas había, pero todos, literalmente, le parecieron aburridos. Así que agarró su celular y empezó a ver tiktoks.
De repente, le empezaron a llegar un montón de notificaciones. Abrió una, de las muchas que tenía, y era una foto de Payton en la puerta de su casa. Parecía que estaba llorando. Una fan había sacado esa foto. Violet se sintió mal, pero él ya sabe: es por el bien de los dos.
Cuando terminó de comer la porción de pizza, tocaron la puerta. Confundida, se paró. No había pedido nada más, a menos de que se olvidaron de algo. Abrió la puerta y se encontró con una mujer vestida de traje.
—Hola
—Hola, ¿usted es la señorita Violeta?
—Si... —le respondió a la mujer vestida de traje. La señora, con un cartel pegado en su camisa que decía "Samantha", la escaneó de arriba hacia abajo.
—¿Cuántos años tienes?
—Ehh, dieciséis años —respondió Violet, dudosamente.
—¿El adulto está aquí? —mierda.
—No hay ningún adulto.
—Me temo que se tiene que ir —juntó sus manos—. Los menores no pueden estar en este hotel sin un adulto. Te tendrás que ir por tu propio bien.
—Ah, bueno. Perdón, no sabía. Ya guardo todo y me voy.
—Muchas gracias —la mujer, supuestamente, llamada Samantha, se fue y Violet cerró la puerta.
Violet guardó toda la ropa y cosas que había sacado antes. Salió del hotel, pero antes dejó la llave. Y no le dieron nada de un reembolso o algo así. Genial, pagó un montón y ni siquiera puedo dormir una sola noche.
Cruzó la calle y un trueno sonó. A los segundos, se largó a llover. Ese día no puede ir peor, es su cumpleaños y nadie la felicitó, solo Thomas, la echaron del único hotel al que podía acceder y ahora se largó a llover. Como era de noche, con las maletas y todo, fue a un restaurante de veinticuatro horas.
A las tres de la mañana su celular murió y no podía hacer nada más que contar las gotas de la ventana o cuántos vasos para el café había o cual era la primera gota en mezclarse con otra. La campanita de la puerta sonó, demostrando que alguien entró. No levantó la cabeza ni nada. Escuchó que algo se cayó y levantó la cabeza. Vio una figura que conocía. ¿Stephanie? La chica levantó la cabeza y vio a Violet, sentada sola con dos maletas a su lado.
—¿Violet? —preguntó, acercándose.
—Hola —dijo ella.
—Violet, ¿pero qué demonio haces aquí? —preguntó sentándose frente a ella.
—Me echaron del hotel por ser menor de edad —explicó, simple y fácil.
—Estás empapada —comentó, como si Violet no estuviera temblando por eso—. ¿Quieres venir a casa?
—No —negó—, no quiero molestar.
—Pero no molestas nada, Thomas estará muy feliz —Violet esbozó una sonrisa al escuchar ese nombre. Lo que pueden hacer los niños en alguien más grande.
—No, en serio.
—No te voy a dejar aquí. Ven, vamos a casa —se paró y agarró una maleta de Violet.
Ella, sin otra cosa más que hacer que seguirla, agarró la otra y se colgó la mochila en su hombro. Entraron al auto y Stephanie guardó todas las cosas en el maletero. Al llegar, dejaron las cosas en la entrada y Violet se quedó ahí.
—Estás empapada, date un baño —dijo agarrando la mano de Violet.
—Muchas gracias —Stephanie sonrió.
—De nada. Ahora acompáñame que te enseño tu habitación —Violet asintió y Stephanie la llevó hasta una habitación que quedaba al lado de la de Thomas.
—Está durmiendo —señaló la puerta de este.
—Si... —se movió en su lugar, incomoda—, bueno, muchas gracias.
—Por nada, en la habitación hay un baño. Haz esto; báñate, cámbiate y vamos a tomar algo para que hablemos un ratito, ¿dale? Ahorita te traigo las maletas—le dijo la mamá de Thomas. Violet asintió y Stephanie la dejó sola.
Después de bañarse, se puso una remera, presentable, linda y un hoodie. Con un pantalón negro suelto que le tapaba los pies. Se secó el pelo y bajó las escaleras. Se encontró con Stephanie, con un moño despeinado, sentada en una silla del comedor y había dos cafés en la mesa: uno para ella y otro para Violet.
Juli <3
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Desde Arriba - P.M | NUEVA EDICIÓN
Teen Fiction¿Qué pasa si un día no tienes tu auto y tienes que ir en un transporte público? Él tiene la vida perfecta. ¿Y ella? Todo lo contrario. historia corta. TW: drogas, posible depresión, bullying, enfermedad, suicidio, muerte.