Como era de noche, ella fue a un bar cerca de su casa. Llegó a las once de la noche y se quedó sorprendida: nunca fue a uno tan grande. Era un lugar amplio y no estaba lleno de personas pero algo faltaba... si, drogas.
Fue a la barra y sacó un poco del polvo de la bolsa. Con una tarjeta vieja de su mamá que llevó, acomodó el polvo en lineas e inhalo todo. Al finalizar, pasó su mano por la mesada y por debajo de su nariz. Dios, si que necesitaba eso.
Se paró bruscamente y todo empezó a moverse. Las luces del lugar empezaron a sofocarla y la música creyó que le había roto los tímpanos.
Luego fue al baño, y de su cartera sacó una jeringa con aguja; como las que tenia en su casa. Sacó el encendedor y empezó a derretir el otro polvos que estaba en la cuchara. Sostenía con sus dientes la bolsa y la jeringa estaba entre sus piernas. Cuando ya estaba, puso todo dentro de la jeringa y la introdujo en su antebrazo.
Luego, guardó todo en su cartera y salió del cubículo del baño. Se miró al espejo. Al rededor de los ojos tenía todo negro: su rímel estaba corrido y, también, tenía su vestido negro ajustado que nunca lo había usado. Parecía que venía de un funeral, pero, sus zapatillas blancas la medio delataban.
Salió del baño y fue al centro de la pista. Miró hacia adelante, había a una mujer bailando. Su vestido rosa flúor era el único que resaltaba en el lugar y más en la visión de Violet. Fue hacia ella y le iba a tocar los senos pero esta se fue rápidamente a otro lado.
—¡Oye! —le gritó—, ¿me tienes miedo de que solo causo problemas?
Se dio la vuelta y, cruzando las piernas para avanzar, caminó hasta la barra. Descansó su cabeza sobre sus brazos cruzados y luego, cuando estaba mejor, pidió algo.
—Identificación —el barman golpeó la barra con su mano.
—Eso es lo que menos importa —intentó usar lo que decía cuando le fue a comprar alcohol a su mamá.
—No —respondió tajante.
Ella rodó los ojos y apoyó su cabeza sobre su mano. Un chico se sentó al lado de ella. Este tenía la mandíbula marcada y el pelo no lo pudo distinguir del todo por las luces de colores que combinaban constantemente.
—Hey —sonaba deprimido, pero igual sonrió. El barman se acercó a él y este le dio su identificación.
—¿Qué quiere? —el chico le pegó a la mesada despacio y ella se enderezó.
—Lo que ella quiera —el barman la miró con mala cara.
—Lo más fuerte que tengas.
—Ok —dijo más tajante que antes y se fue.
—Así que... ¿qué haces aquí? Pareces muy pequeña y veo que lo era porque no puedes comprar alcohol —se burló de ella.
Ella entrecerró los ojos y lo miró mal. No era muy pequeña, solo no tenía la edad para eso. Igualmente, eso no significa que nunca lo haya hecho.
—Solo causo problemas —dijo—, y, además, sólo a él. Y tengo 15, mañana cumplo 16, no soy pequeña —lo último lo dijo con voz de bebé.
—Eres pequeña... Así que él, ¿eh?
—El amor de mi vida, es el chico más lindo, amable, y todo lo bueno que te puedes imaginar —él asintió la cabeza. El barman dejó la bebida en la barra y el chico, muy amable por cierto, pagó lo que ella había escogido.
—Por cierto, soy Jacob —dijo después de dejar el dinero en la barra.
—Violet —le dijo y tomó un sorbo, que le quemó toda la garganta.
—¿Qué es? —preguntó el tal Jacob, refiriéndose a la bebida que pidió Violet.
—No lo sé.
—Debe ser vodka o whisky, no sé.
—Yo menos —y es verdad.
—Espero que soluciones los problemas con el amor de tu vida.
—Gracias —dijo, mientras miraba a un punto fijo y tomaba de a sorbos su bebida—. Oye, de casualidad, ¿no tienes algún cigarrillo?
—Si, pero no tengo encendedor —le respondió el tal Jacob. Se lo dio y luego se fue. Violet lo encendió con el encendedor que había llevado. Iba turnando la bebida y el cigarro: una calada, un sorbo, una calada, un sorbo.
Luego de tres horas tomando e inhalando más líneas, le dieron ganas de vomitar y dormir. Así que fue a su casa.
No sabía cómo llegó: no podía caminar normal y eran como las dos de la mañana, la pudieron haber secuestrado o algo por el estilo. Llegó a su cama y se acostó. Haría algo por la mañana.
Agarró más alcohol que tenía bajo su cama y tomó. También empezó a fumar un blunt. Iba a morir, y eso quería. Todo sale mal por su culpa.
Charli, o Dunkin, murió por su culpa. No es que ella la mató, pero si Charli no la hubiera escuchado, no pasaría nada. Sucedió cuando estaban yendo al colegio: ese día fueron juntas. Cuando estaban por llegar, Charli le dijo que se sentía mal y ella le dijo que nada iba a pasar. Y se equivocó: Charli, una hora después, estaba pálida. Y se desmayó, frente a Violet. Al caer, se golpeó la cabeza contra una de las mesas. Violet no sabia que hacer, así que llamó a gritos ayuda. Una profesora llegó y llamó a la ambulancia. Después de cinco horas sentada, parada o caminado ansiosa en el hospital, a Charli le declararon la muerte por el golpe que recibió esa mañana.
Violet se sintió culpable y se sentía culpable por decirle que nada iba a pasar.
"—Hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance".
Juli <3

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Desde Arriba - P.M | NUEVA EDICIÓN
Teen Fiction¿Qué pasa si un día no tienes tu auto y tienes que ir en un transporte público? Él tiene la vida perfecta. ¿Y ella? Todo lo contrario. historia corta. TW: drogas, posible depresión, bullying, enfermedad, suicidio, muerte.