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Violet ya había llegado a la casa. Estaba sola. Steffie fue a comprar unas cosas y la dejó sola; pero le preguntó y Violet se quería quedar sola. Tommy estaba en la casa de Felix, su amigo.

Agarró su celular y se fijó si Emma, si no mal recuerda su nombre, la había etiquetado en la foto de Instagram. Y si, la etiquetó. La empezó a seguir y se fijó como repostear una foto. Lo hizo y lo puso en su historia.

Se probó un conjunto negro que le habian dado en la secion. Como le gustó, se hizo unas fotos y, la que más le gustó, la subió a su Instagram etiquetando a Calvin Klein.

Luego, se cambió ya que tenía frío. Y se acostó en la cama. Pasó un rato, donde miraba a la nada, aburrida. Agarró su celular y puso una canción de Harry Styles; Sweet Creature. Cuando la canción estaba finalizando, Violet se empezó a sentir mareada, por ende, se sentó en el sofá. Le dolía mucho la cabeza. Podía respirar, pero le costaba. De repente, le empezó a sangrar la nariz.

Estaba asustada; demasiado asustada. Y justo ahí, entró Stephanie a la casa.

—¡Dios mío, Violet! —chilló. Soltó las bolsas de comida, que tenía en la mano, y quedaron en el suelo—. ¿Estás bien? —se acercó a ella corriendo.

Ersa estaba mareada, cansada. Le seguía sangrando la nariz y no podía respirar al cien por ciento.

No contestó, no podía. Lo quería hacer, pero no podía pronunciar ninguna palabra.

—Tenemos que ir al hospital. Esto no es normal y me di cuenta que estos días no estás normal.

La menor no dijo nada. Ella tenía razón: no es normal. Steffie la ayudó a levantarse del sofá y fueron al auto. Encendió el auto y manejó como si estuviera en una carrera de Fórmula 1. Mientras estaba hablando por celular con alguien. Violet no podía concentrarse sobre qué hablaba, su mente estaba sobre las nubes. Pero si escuchó algo, pensó que estaba hablando con la mamá de Felix.

—Ya llegamos —anunció Stephanie—, quédate aquí mismo. No pienses moverte de ahí.

No respondió y vio como corrió hacia la puerta del hospital.

Luego de quince segundos, alguien abrió la puerta. Violet se topó con doctores; tres hombres, vestidos con su uniforme celeste, y dos chicas, vestidas igual de celeste. Los doctores sacaron a Violet del auto, cuidadosamente, y la acostaron en la camilla.

Entraron al hospital con Violet en la camilla. Todos la veían, con su nariz sangrando y teniendo escalofríos cada dos segundos. De repente, todo se volvió borroso; como la primera vez que se drogó.

Su vista se nubló y los gritos de Stephanie hicieron eco en los oídos de la menor. Luego, nada de nada. Todo negro, todo silencioso.

Un rato después, empezó a escuchar voces de vuelta. A lo lejos, cada vez más cerca. Abrió los ojos.

—Violet... —suspiró Steffie—, ¿cómo te sientes? Ahora viene la enfermera.

Se estaba mordiendo la uña inquietamente. Y como dijo Steffie: llegó una enfermera llegó cinco

minutos después, con unas cosas en la mano.

—Violeta —inclinó la cabeza, en forma de saludo—. Soy la enfermera Olivia. Te voy a hacer unos cuantos análisis, diferentes, obviamente. No te tienes que asustar, ¿bueno? —Violet asintió con la cabeza.

De una bolsa que traía en su mano, sacó unas cuantas jeringas. Le dio miedo, pero al ver la cara tranquilizadora de la enfermera, se pudo tranquilizar.

—Bien —murmuró, luego de sacar la aguja del brazo de Violet, mientras la inspeccionaba—, te vamos a hacer unos análisis de sangre, es para saber unas cosas.

—Está bien —tartamudeó.

—Con la sangre que te vamos a sacar vamos a hacer algunas cosas, con nombres difíciles; así que no te los voy a decir —Violet rió débilmente—. Toma un poco de juego de naranja y una galleta, te hará bien.

Ya le había sacado la sangre, ¿cuándo? No sabe. Ni siquiera lo sintió.

Steffi le dio un jugo de naranja y una galletita, como Olivia lo había dicho.

—Todo estará bien, creen en mí.

—Si...

...

Luego de una semana esperando los resultados, Violet tenía muchos escalofríos y se mareaba con tal solo dirigir la mirada hacia arriba. Usaba una cánula nasal ya que no podía respirar del todo bien y tenía la piel muy, muy pálida. Mucho más de lo normal. Y el cansancio crecía cada vez más, y el sangrado igual.

—Buenos días, Violeta —la saludó.

—Violet —dijo entre dientes. Ya era la millonésima vez que le decía eso.

—Lo siento —se disculpó—. Violet, ¿cómo has estado?

Esa enfermera, Olivia, se volvió en una amiga para ella; desde el primer día.

—Como siempre —contestó sin más.

—Vengo a revisarte —«pensé que me ibas a decir que iban a venir los Avengers», pensó con sarcasmo—. ¿No te calmó la hemorragia nasal con el medicamento?

—No —negó con la cabeza—. Ningún puto cambio.

—Bueno... —anotó algo en su libreta—, ¿sabes?

—¿Qué?

—Estuve hablando con mis compañeros, y creo que sabemos que tienes —dijo la enfermera, mientras le sacaba la cánula nasal y cambiaba algo raro.

—¿Y? —respondió, inquieta—, ¿qué tengo?

Ella le estaba revisando los brazos cuando se quedó quieta, mirándolos.

—¿Qué pasó? —preguntó angustiada Violet. Se notaba el cambio de Olivi, vaya que sí se notaba. Además, se notaba que ese cambio era malo.

—¿Te has lastimado aquí? —dijo tocándole una parte de mi brazo.

Violet miró su brazo, y tenía un montón de, una especie de, mini moretones. «¿Cuando me he lastimado ahí?», se preguntó a sí misma.

—No... Nunca me golpeé ahí —volteó a ver a Olivia—. ¿Qué me pasó?

—Ehhh —farfulló—. Me tengo que ir, en un rato vuelvo.

—¡Oli! —chilló Violet—, ¿Qué me pasó? —le gritó. Pero era demasiado tarde.

Juli <3

Desde Arriba - P.M | NUEVA EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora