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Al día siguiente, armó sus maletas. Si, las maletas. No podía seguirle causando problemas a Payton, así que se va. Él, por obvias razones, no sabía. Así que le va a escribir una carta.

—Remeras..., pantalones..., medias, ropa interior..., zapatillas... hoodie. Cepillo de dientes..., compu... Y creo que ya está —decía a sí misma.

Le va a preguntar al director si podía darle las tareas cuando llegue de... alguna excusa le va a decir. Llegó al colegio y fue directo a la sala del director.

—Violet —cerró su carpeta—, qué raro tenerla aquí a esta hora —le dijo el director.

—Hola... —se sentó en la silla negra que estaba del otro lado del escritorio—, le quería preguntar si me deja devolverle las tareas cuando vuelva.

—¿Por qué?

—Es que me tengo que ir de la ciudad, no sé por cuánto tiempo. Pero no puedo ir al colegio de ahí, me voy al campo con mis tías un tiempo —inventó. Él levantó las cejas y juntó sus manos.

—Ehh, está bien.

—Muchas gracias, señor director.

—Bien, yo le voy a mandar algunas cosas con mi mail, no del colegio. ¿sabe cuál es mi mail?

—Si —asintió—, lo sé.

Luego de eso se despidió. Fue a su casa, y en el camino fue pensando que poner en la carta para Payton. Después de escribirla por cinco veces, mínimo, la dejó en la puerta de su casa. Cuando llegó a la esquina pidió un Uber. Que la llevó a su casa.

—Mamá... —habló, murmurando.

—¿Qué?

—Me voy a ir... —le dijo—, de la ciudad —susurró.

—¿Cuándo? —le preguntó su mamá parándose del sillón, preocupada. ¿¡Preocupada?!

—Ahora.

—Cuídate, ¿si? —¿desde cuándo su mamá se preocupa por ella?

—Si, mama. Me voy arriba, agarro las maletas y me voy.

—Está bien.

Subió, agarró las maletas. Pero antes se lavó los dientes y guardó el cepillo en la mochila que tenía colgando sobre sus hombros. Antes de cerrar la puerta, miró su habitación y cerró los ojos. Pasaron muchas cosas ahí dentro, tanto como buenas y como malas.

—Chau, mama —le dijo mientras se paraba en la puerta con las maletas.

—Adiós Violeta, te voy a extrañar —la abrazó. Y ella no pudo evitar llorar, al fin y al cabo era su madre, y era la primera vez en el año que la abrazaba.

—Yo también —dijo mientras salía de la casa.

Pidió un Uber que la llevó hasta el aeropuerto. Apenas entró, compró un vuelo a Illinois, decían que era un lindo lugar; y por lo que Violet vio, era verdad.

Hizo todas las cosas aburridas que hay que hacer para llegar a subirse al avión. Mientras ella esperaba a que se hiciera la hora en que el avión despegaba, fue al Dunkin Donuts. No le gustaba mucho, pero sentía que Charli la estaba mirando. Y es estúpido, pero sentia que estaba al lado de ella con su hojo, el vaso de Dunkin Donuts.

Cuando lo probó le dieron ganas de llorar. El sabor le recordaba a Charli. Finalmente, se lo tomó todo, conteniendo las lágrimas.

Juli <3

Desde Arriba - P.M | NUEVA EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora