23. Ganas de todo.

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Mis buenos días del viernes son mucho mejores de lo que podría imaginar. Aunque prefiero no salir a correr para no forzar mi cuerpo, me levanto pronto, me pongo ropa deportiva y bajo al parque con la música en los oídos para dar un paseo a ritmo rápido. No tiene nada que ver con la carrera del otro día, pero me vale para activarme y cargar las pilas para el resto de la jornada.

Cuando vuelvo a subir a casa, sobre las nueve de la mañana, tiro sobre la mesa del salón los auriculares y las llaves. Mientras ando hacia la habitación para dejar las zapatillas y coger algo de ropa limpia que ponerme tras la ducha, desbloqueo el móvil para ver los mensajes. Entonces descubro que hace menos de cinco minutos me ha hablado Silvia para darme los buenos días. No es algo que solamos hacer. De hecho, el último contacto que hemos tenido han sido los mensajes que nos enviamos después del tenso momento en la comida con mi familia. Una sonrisa vuela hasta mi boca en cuanto abro la conversación.

Silvia:

Buenos días!

Hoy por fin te dejas ver

Miriam:

Buenos días 🙈

Dos días sin verme y ya me echas de menos?

Silvia:

No, yo lo digo por ti

Que te estás perdiendo muchas cosas

Miriam:

Ah, sí?

Qué cosas?

Unos segundos después, mi pantalla es ocupada por una foto suya que me hace frenar en seco en mitad del pasillo. Aparece delante de un espejo, vestida tan solo con un fino tanga de color negro. Con una mano sujeta el móvil para tomar la instantánea, mientras que con la otra se sube la camiseta hasta el límite, de manera que casi la mitad de sus pechos quedan al descubierto. Me falta el aire y me quedo atrapada en su piel, pellizcando el cristal con los dedos para hacer más grande la imagen y captar cada detalle. Sus tatuajes, sus lunares y sus marcas. Me aprendo de memoria hasta las sombras.

Su rostro tampoco merece quedar en un segundo plano. Mira directamente al objetivo, guiña un ojo y sonríe divertida mordiéndose a la vez la punta de la lengua. Siempre tiene esa actitud traviesa, haga lo que haga, pero ahora muchísimo más. Estoy sudando más en este instante que en mi caminata mañanera.

- ¿Miriam? – Es Claudia quien asoma la cabeza por la puerta de su cuarto y reclama mi atención. Rápidamente bloqueo el móvil como si estuviera cometiendo tres pecados a la vez. - ¿Todo bien?

- Sí, sí. Me he distraído con un mensaje.

- Voy a desayunar. ¿Te hago café? – Avanza por el pasillo y, cuando llega a donde estoy, me da un beso en la mejilla. Es su contacto lo que me hace consciente de que mi cuerpo arde.

- No, gracias. Me voy a dar una ducha

Después de sonreírla, entro a mi habitación y cierro la puerta tras de mí. Me siento en la cama y enciendo de nuevo el teléfono, más inquieta aún que hace dos segundos porque sé lo que me espera. La foto sigue ahí, y me permito observarla un poco más antes de retroceder a la conversación escrita.

Silvia:

Miriam???

Tan nerviosa te he puesto???

O cachonda???

Miriam:

Me han interrumpido

Silvia 🔥🥵😳

Dos versos enredados. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora