29. Silvia.

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Sentada entre mi hermano y Mimi muevo la cucharita de café en el interior de la taza. Le he dado miles de vueltas durante esta media hora y aún no me he llevado a la boca ni el tercer sorbo. En el primer rato sentía la mirada de mis acompañantes fija sobre mí como un par de rayos ardientes, pero luego me he ido acostumbrando a ella y al silencio de quien no sabe consolar. Se rindieron tras las primeras preguntas lanzadas al aire que nadie recogió. Me encantaría poder hacerlo, pero desde que he visto las fotografías soy como un muro de hormigón por fuera y un vendaval de sentimientos encontrados por dentro.

Por un lado, está lo que a mi me influye en primera persona. Me he pasado años silenciando mis temas personales, mis deslices nocturnos e incluso lo conseguí cuando los problemas con Pablo eran tan grandes que ocultarlos fue casi un milagro. Pero eso fue distinto. Todo el mundo sabía de nuestra relación, y todo el mundo supuso de igual manera que habíamos cortado al no vernos juntos nunca. Había titulares y rumores que se fueron confirmando más por la falta de noticias que por la abundancia de contenido.

Hasta ahora todo han sido falsos rumores. Que si me he liado con no sé qué actor, que si me han robado el corazón en un camerino y que si soy la musa de más cantantes de los que conozco. Las noticias podían estorbarme porque consideraba que desviaban la atención de mi música, pero no me llegaban a molestar porque ninguna era real. Ahora es más difícil manejarlo porque son fotografías de verdad en las que aparecemos Silvia y yo, y eso no hay manera de desmentirlo. Estoy segura de que alguna revista, al menos de las digitales, ya ha publicado noticias con ello, aunque no lo sé a ciencia cierta porque lo primero que hice después de ver Twitter en el teléfono de mi hermano fue apagar el mío.

Además, de pronto empieza a importarme el qué dirán, y es una sensación a la que no estoy acostumbrada. No puedo dejar de pensar en qué opinarán los medios, mis amigos y mis seguidores de que esté con una chica, y también me doy cuenta de que mi familia nunca ha sido un problema. A pesar de que me costara decírselo hasta el punto de que mis propios padres tuvieran que imaginárselo antes de ser yo quien lo pronunciara, sé que van a estar a mi lado y que esta noticia no cambiará nada. Pero respecto al resto, todo parece estar en el aire.

- ¿Sí? – La voz de Mimi respondiendo al teléfono me distrae y aprovecho para beber un poco de mi té. – Sí, está conmigo. – Levanto la cabeza de la bolsita de azúcar para mirarla a ella. Sea quien sea, pregunta por mí, y eso activa mis alertas. – Está bien, está bien. Ha apagado el móvil, pero cuando pueda os escribirá... Un besito.

- ¿Quién era? – Pregunta mi hermano, que se ha dado cuenta como yo de que esa llamada era por mí.

- Aitana.

- ¿Ya se ha enterado? – Intervengo yo, por fin. Si la noticia ha llegado a ella es que está corriendo más de lo que esperaba.

- Se lo ha dicho Ricky. Ya sabes que está siempre pegado a las redes sociales y por eso lo habrá visto. – Explica, sin dejarme tan tranquila como pretende. La noticia está ahí y va avanzando. – Te estaban llamando al móvil y como no daba tono se han preocupado y me han llamado a mí.

- Pero Miriam, ¿qué es realmente lo que te preocupa? – Quiere saber mi hermano, quien sé que ha estado conteniéndose ya mucho tiempo.

La respuesta la tengo clara. A pesar de todos mis pensamientos anteriores, lo que más me importa es la reacción que vaya a tener Silvia. Quizás ha sido ese el motivo por el que he apagado el teléfono, aunque me haya excusado diciendo que era para que no me agobiaran las notificaciones. Conociendo a Iván sé que no tardará mucho en enterarse y en decírselo a ella, y no puedo predecir lo que va a pensar al respecto.

Ahora entiendo más que nunca cuando habla de las diferencias entre Cruz y Silvia. A la primera persona que conocí, Cruz, le daría igual lo que se publicara y lo que dijeran de ella. Si tiene que besarme en público lo hará y si tiene que discutir conmigo también. No me la imagino delante de las cámaras ni dando explicaciones a ningún micrófono, pero tampoco tremendamente afectada por ello. Simplemente pasaría de todos y fantasear con esa situación me parece incluso divertido.

Dos versos enredados. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora