FUGA DE ENAMORADOS

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Al llegar al hotel, ambos solicitaron las llaves de la suite nupcial, antes de entrar, Alastor tomó a su esposa entre sus brazos, sin contar que ahora era bastante más pesada, con cuidado como si fuese una princesa, luego la recostó con cuidado sobre la cama, ahora agradecía a los del hotel por las sabanas rojas, contrastaban excelentemente bien con el color de piel de Charlotte, se inclinó para besar despacio los labios de su esposa con delicadeza, disfrutando del roce adictivo que el mismo le provocaba, se separó unos segundos para observarla a los ojos.

- ¿Estas lista para esta noche? –

Dijo el castaño suavemente, esperando la aprobación de la rubia para poder continuar, estaba realmente ansioso por deshacerse de aquel vestido, la joven asintió permitiéndole a Alastor hacer de ella lo que él quisiere, volvió a besarla suave y tranquilamente, mientras con sus manos recorría las piernas de la joven, levantando la falda del vestido para luego deshacerse del mismo sacándolo por la parte superior de su cuerpo, la chica estaba semi desnuda ante los ojos de Alastor.

-Sabe, tanto aquel primer día que me dejaste terminar dentro por primera vez, como ahora, no reparé en tu ropa interior hasta este momento-

La joven se ruborizó, llevándose ambas manos a su rostro, haciendo reía al pelicastaño.

- ¿Quién recuerda algo como eso Alastor? -

El mismo beso nuevamente los labios de su esposa, mientras acariciaba suavemente el rostro de la misma, ambos dieron vuelta sobre la cama, el trigueño no perdió tiempo, simplemente hizo la ropa interior blanca de la rubia a un lado, introduciéndose en ella rápidamente.

-Oh Al, veo que ya no pides permiso para entrar-

Dijo de manera coqueta mientras el castaño guiaba los movimientos de la cadera de la rubia.

-No, no niño malo, esta vez yo decido como lo quiero, no seas impaciente-

Dijo tomando ella las riendas de aquel asunto, comenzó moviéndose de arriba hacia abajo, realizando pequeños movimientos circulares con sus caderas, mientras Alastor disfrutaba de la fiera que estaba sobre él, disfrutando de sus movimientos y de la vista de tenerla sobre él, por primera vez disfrutaba ser pasivo, luego de varios minutos, él la tomo nuevamente de las caderas, haciéndola sostenerse mientras el continuaba penetrándola con fuerza y algo de rudeza, acompañado de una que otra nalgada, haciendo a Charlotte gemir su nombre de una forma bastante sonora, varios minutos después ambos reposaban boca arriba, mirando al techo de la suite.

-Oh Al, estuvo magnifico o no sé si estaré más susceptible por mis hormonas-

Alastor sonrió y la atrajo a sus brazos, adoraba su aroma y el tenue calor que le brindaba la cercanía de aquella rubia quien ahora estaba completamente despeinada.

-Es por las hormonas cariño, por cierto, deberíamos dormir ya cielo, mañana el vuelo sale temprano, ¿a dónde iremos primero cuando lleguemos a toscana? -

La rubia parecía pensárselo muy detenida y seriamente, lo que el joven de cabellos castaños acababa de mencionar, los mismos no tardaron en caer rendidos ante el sueño, la noche pasó de prisa, al día siguiente ambos se movían lo más rápido que podían ya que debían alcanzar a llegar al vuelo, cosa que hicieron a pesar de tanta prisa innecesaria, ambos estaban sentados uno al lado del otro, Alastor al lado de la ventana y Charlotte en el asiento de en medio y un tipo demasiado atractivo al lado de Charlotte, que cada que podía le lanzaba una sonrisa seductora, mientras Alastor se sentía incómodo por la situación, Charlotte, tomó el rostro de su esposo y lo besó.

-Estamos de luna de miel-

Dijo Charlotte completamente segura tomando la mano de su esposo, el tipo al lado de la rubia hizo un gesto de decepción de que el flaco sin gracia al lado de aquella despampanante belleza fuere su esposo, pronto los minutos se hicieron horas, Charlotte tenía hartas ganas de ir al baño del avión por dos cosas, la primera era desaguar y la segunda es que no podía dejar de pensar en sexo con su ahora esposo.

-Al, debo ir al baño, ¿me acompañas? -

Alastor la miró sorprendido, pero luego le dio ternura ya que a veces se volvía muy mimada y eso él lo adoraba.

-Vamos entonces-

Dijo mientras la rubia se ponía de pie y caminaba por el pasillo del avión, la chica se sentía relativamente extraña por la sensación de volar, mientras el tipo no perdía detalle, impidió el paso de Alastor yendo él detrás de la dama en lugar del pelicastaño, quien estaba más que ofendido con la actitud de aquel tipo tan descarado.

- ¿Puedo saber que le ocurre? -

Dijo deteniéndole, lo que menos quería era estresar a Charlotte, pero tampoco podía dejar que aquel tipo pretendiere faltarle el respeto a su esposa.

- ¿Qué te da miedo que tu esposa sepa lo que es un verdadero hombre? -

Alastor lo hizo a un lado, retomando el lugar que debía tener minutos antes al seguir a su mujer.

-No, porque estoy completamente seguro, que ella ya sabe lo que es un hombre y un remedo caballero-

Dijo retomando su camino sin más, luego de que Charlotte terminara de hacer lo suyo, tomó a Alastor del cuello de la camisa y lo hizo ingresar en el baño del avión junto con ella.

-Es más pequeño de lo que pensé-

Charlotte se rio de manera traviesa, Alastor no tenía mucho trabajo que hacer, puesto que solo el pensar en tener intimidad con la rubia era más que suficiente para estimularse, largos minutos después ambos salieron observando una fila de miradas acusadoras y reprobatorias del comportamiento de ambos, cuando llegaron a toscana, realizaron un pequeño tour por los pueblitos hermosos, luego caminaron hacia las colinas y para la tarde recorrieron algunos de los viñedos de la gran toscana, al día siguiente recorrieron Venecia y por Sorriento, específicamente en el golfo, el aire salado podía sentirse en el aire.

-Y aquí estamos en el golfo de Sorrento, Italia, siempre quise venir aquí, donde se desarrolló una historia única para la ópera, ¿conoce la canción Carusso? -

Charlotte movió su cabeza de manera negativa.

-Enrico Carusso, era un cantante de ópera italiano, la primera versión de la canción la compuso Lucio Dalla, a quien se le estropeo el barco en este lugar, según indica se hospedaron en el Gran hotel Excelsior Vittoria ya que era el único lugar disponible, donde Caruso se ocupó por dar lecciones de canto a una joven de la cual se había enamorado, el padecía de un cáncer de garganta terminal, pero eso no le detuvo de esclarecerle a esa joven cuanto la amaba una noche calurosa Enrico Caruso cantó su amor a la dama, cantó tan fuertemente que los pescadores regresaron al puerto para escucharle, dicen que las luces en el puerto eran tantas que parecía a las luces de la ciudad de Nueva York o a las estrellas, pero no se dio por vencido y continuo cantando a pesar del agónico dolor en su garganta, observando a los ojos a su musa quien se apoyaba en el piano, esa noche marcó el que sería su último concierto ya que esa misma noche empeoro su estado de salud, muriendo dos días después de ello.-

Charlotte le miraba con lágrimas en los ojos imaginándose que fueren los últimos momentos al lado de su amado Alastor, el mismo le miro a los ojos observando el brillo en los ojos de la misma.

-Quiero prometerte que mi amor por ti será más duradero que estas noches, te amo querida Charlotte-

Dijo mientras ambos se fundían en un abrazo, mientras miraban el manto nocturno de aquel hermoso lugar en Nápoles, Italia, para luego compartir un beso esperando volver pronto a sus vidas como marido y mujer.

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