El vuelo había acabado. Me emocioné al pisar el aeropuerto de Texas. Leanora y yo apuramos nuestro paso para llegar a su casa, donde también volvería a ver a Jack y a Steve. En el camino en taxi me comuniqué con el comisario Teo, confirmandome una vez mas que todo estaba planeado y listo para que yo aparezca. Mi corazón latía rapidamente.
El viaje duró una eternidad, no podía concentrarme en nada, mi mente estaba llena de pensamientos y mi corazón parecía salirse del pecho. Necesitaba ver a mis padres de una buena vez. Leanora también tenía esa necesidad de volver a ver a sus viejos amigos, quienes le brindaron la oportunidad de ser padres por primera vez, pero sus ganas no eran tan latentes como la mías.
El taxi estacionó frente a mi casa, o al menos la que solía serlo. Se demoró bastante en entregar el vuelto del viaje a Leanora. Mi impaciencia era muy notable y eso la hacía poner más nerviosa de lo que debería estar. Por pocos segundos me miró con una leve alteración y un poco de enojo en sus ojos. Pero ni yo podía pararme, además siempre tuve el mal hábito de mover mis piernas o pies sin parar cuando estoy nerviosa, ansiosa o impaciente. Leanora intentaba calmarme con miradas o acariciando mi pierna en constante movimiento, pero nada podía hacer que pare.
Cuando el taxista al fin terminó de contar los billetes y escoger cual dar y cual no le entregó el vuelto a Leanora y salimos del coche.
Tocamos timbre y Jack no tardó ni tres segundos en salir. Por su expresión pude notar que ya sabía que vendríamos a esa hora. Nos dejó pasar y los tres nos inundamos en un cálido y reconfortante abrazo. Esta bien, no serían mis padres verdaderos, pero por fin había comprendido que ellos me criaron y me aceptaron. Sólo me faltaba a mí aceptarlos a ellos aunque no sean quienes esperé toda mi vida.
Steve no tardó en aparecer, él también estaba enterado ya que se unió al abrazo sin acotar nada.
Al separarnos, Jack llevó mi equipaje a lo que antes era mi habitación. Leanora le avisó que iríamos a la comisaría y eso hicimos. No quedaba muy lejos, tomaríamos el tren.
-¿Emocionada?- me preguntó Leanora, cerrando la puerta tras ella.
-Muy. Pero también nerviosa- comenzamos a caminar hacia la estación de trenes, no quedaba lejos de casa.
-Todo saldrá bien
-¿De verdad vas a dejarme ir con ellos?
-Tengo que ser comprensiva. Además sé que vendras a visitarme. ¿O no?
-Pues claro, no voy a dejar plantados a quienes me cuidaron.- sonreí levemente, aún nerviosa pero no tanto como antes.
Llegamos a la estación y sacamos dos boletos justo cuando un tren que debíamos tomar estaba llegando al andén, preparado para abrir sus puertas. Tomamos los boletos que nos entregó la señora de la boletería y corrimos lo poco que nos quedaba para tomar el tren y entramos en éste.
-De aquí son dos estaciones más- me comentó Leanora
-Lo sé.
Tres muchachos de al menos unos 20 años se colocaron en el centro del pasillo del vagón en el que me encontraba. El que parecía ser el vocalista se presentó y también a sus compañeros. Hicieron un cover de la canción Paint in black, de The Rolling Stones. Luego el guitarrista se quitó la gorra que llevaba puesta y pasó por cada asiento en plan "paguenme, no es gratis". Al llegar a mí me guiñó un ojo y me dijo que no hacía falta que le de dinero a cambio de mi número telefónico. Me incomodé y miré a Leanora, quien observaba sorprendida a tal hombre.
-Tiene 14 años, querido- dijo por mí y el otro se fue sin más. Reí levemente y miré el suelo.
No sé qué era lo que pensaba exactamente al mirar el suelo del tren, pero me mantuvo lo suficiente ocupada. Leanora tuvo que darme un codazo leve para volver a la realidad y notar que ya estaba llegando a la estación en la que debía bajar. Ví como nos acercabamos al andén de la siguiente parada y el tren se detuvo, las puertas se abrieron y bajé junto a mi madre adoptiva.
Caminamos la cuadra y media que nos restaba hasta llegar a la puerta de la comisaría. Con el corazón latiendome a mil por segundo entramos y una oficial de policía cuya placa decía que se llamaba Jill nos saludó.
-¿Tienen alguna cita reservada?- comentó la mujer con una sonrisa algo forzada en su rostro.
-Somos Leanora y Cassandra, venimos a ver al comisario Teo. Nos dijo que encontró a los padres biológicos de Cassie.
-Denme un minuto por favor.- dijo levantándose de su silla, dirigiendose a una habitación y cerrando la puerta.
No tardó mucho en volver, nos hizo gestos de que entraramos a la sala y eso hicimos. Mi mente estaba inundada en pensamientos y mis piernas temblaban de ansiedad. Sin embargo al pasar a tal cuarto no veía a nadie mas que a Teo. Me desilusioné un poco, pero aún conservaba mi sonrisa.
-Cassie, al fin te veo- dijo Teo -Vengan, sientense- Jill tomó dos sillas y las colocó frente a aquel policía. Luego se retiró.
-Gracias por investigar este caso, comisario- agradeció Leanora, tomando asiento.
-No hay de qué. Asi que, Cassie, debes estar ansiosa.
-Lo estoy- me senté y respiré profundo.
-Bueno, lamento decirte que tus padres no han podido asistir hoy- instantáneamente ambas nos pusimos serias, y mis esperanzas cayeron al suelo. De todos modos Teo seguía sonriendo. Así que no estaba del todo desilusionada.
-¿Cómo dice?- las palabras apenas pudieron salir de mi boca. Teo me miró, se levantó de su silla y tomó el pomo de la puerta.
-Dejame decirte, Cassie, no fue mi intención arruinar tus esperanzas. Sólo quería darle un toque de suspenso a la situación, disculpa la broma de mal gusto.- giró aquel pomo. -La verdad es que aquí estan- abrió la puerta.
Tras ella ví a una mujer hermosa, de cabello lacio y algo rojizo, con ojos color miel simplemente maravillosos y una sonrisa carismática en verdad.
Al instante se acercó un hombre al marco de la puerta, un poco mas alto que ella, ojos cafés y cabello marrón oscuro, también con una gran sonrisa en su rostro.
Se acercaron junto a mí, ambos emocionados. Y, antes de darnos tiempo a actuar, Teo me entregó una copia de sus análisis y yo le entregué a ellos el mío.
Lo analizaron con la mirada, al igual que Leanora y yo hicimos con los suyos. Era verdad, coincidian perfectamente. No había mas que dudar, ellos eran Edd y Rebecca. Mis verdaderos padres.
Leanora dejó los análisis sobre el escritorio del comisario y se quedó quieta, mirandolos fijamente.
-Cassandra- la voz de esa mujer era demasiado hermosa. La mujer que me dió la vida estaba hablándome luego de tantos años.
-¿Mamá?- dije al borde de las lágrimas
-Si, cielito, soy yo.- nos hundimos en un abrazo al que se incorporó Edd. No paraban de repetirme cuánto me amaban y cuánto lo sentían.
-Hija, espero que perdones nuestra estupidez. Creíamos que cuidarte era un trabajo que no podíamos hacer.- dijo mi papá al separarnos del cálido y reconfortante abrazo.
-Siempre estarán perdonados- dije tomando del brazo a Leanora, quien se estaba emocionando.
-Hay tantas cosas que tenemos que contarte, Lea.- dijo mamá, mirando a Leanora
-¿Nuevos hijos?- preguntó ella, abrazándola.
-No luego de Cassandra, ¿y tú?
-Sí, un chico, Steve. Hay tantas cosas que contarles
-Juntemonos ahora, no tenemos mucho que hacer.
-Bueno, yo sobro aquí- intervino Teo, riendo. -Me alegro que todo haya salido bien.
-Yo también, gracias, Teo- dijo Edd.
Todos saludamos al policía y luego a Jill. Nos fuimos de la comisaría. Edd y Rebecca fueron a su casa a preparar todo para que vayamos. En cambio Leanora y yo fuimos a recoger mis cosas y saludar a mi familia adoptiva, aunque de todos modos iba a verlos muy seguido.
Mis nervios ya se habían ido, pero mis ganas de convivir con mis padres biológicos día a día recién estaban comenzando.
Nos leemos pronto,
HeyyCipriano
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It Hurts
Teen FictionCassie es una joven de 14 años, proveniente de un pequeño pueblo en Texas. Su padre perdió el empleo, causando que esta pequeña familia, conformada por su madre Leanora, su padre Jack y su hermano pequeño Steve, se separara. Cassie se muda a España...