Me encontraba en el jardín de mi casa, tenía unos ocho años, llevaba un vestido blanco y mi cabello estaba suelto llegando hasta mi cintura, al bajar mi vista logre ver unos zapatos del color de mi vestido y un listón dorado en la punta de estos.
Era mi cumpleaños.
Lo sabía por como estaba decorado el jardín, globos blancos y dorados, una mesa con un pequeño pastel con el numero ocho, había flores decorando el lugar y papelitos de colores esparcidos por todo el césped. Había otra mesa para ocho personas (donde, por cierto, estaba sentada) con un mantel blanco y un florero en el centro con una foto mía y de mis padres, quienes me abrazaban.
No estaba sola, justo en las demás sillas de aquella mesa se encontraban sentados Jonathan, Karla, mi abuelo y… Mis padres.
Hablaban entre sí mientras reían de algún chiste contado por mi abuelo mientras yo solo jugaba con la pequeña bebé que los amigos de mis padres me habían obsequiado.
―Hija, ¿lista para soplar la velita de tu pastel? ―preguntó mi mamá sonriente.
―Si, mamá.
Me levanté de un solo salto y corrí a la mesa donde estaba el pequeño pastel cubierto de betún rosado, con los demás detrás de mí. Apoye mis dos manos sobre la mesa y mire la vela del pastel con una sonrisa, todos los que estaban ahí empezaron a cantar el feliz cumpleaños mientras yo saltaba en mi lugar y reía al ver a mi papá haciendo muecas extrañas y graciosas mientras cantaba.
Al terminar la canción todos aplaudieron, incluso también yo.
―Pide un deseo, amor ―hablo mi papá mientras me alzaba para que soplará la vela.
Cerré mis ojos y pensé en algún deseo, recordando lo que tanto anhelaba que sucediera.
Sonreí al saber que pediría y sople, recibiendo aplausos y vítores de los demás.
―¿Qué fue lo que pediste, Cam?
―Si te lo digo no se cumplirá, tío Jonn ―le regañe poniendo mis brazos en jarra mientras mi papá me bajaba.
Jonn me saco la lengua en un gesto infantil a modo de respuesta.
―¡Bueno, ya partan el pastel que hace hambre! ―exclamó mi abuelo, ganándose risas de parte de todos.
―Hija, ven conmigo ―me pidió mi papá sin llamar la atención de nadie más que mi mamá quien le asintió y me lanzó una sonrisa al ver que había notado sus sospechosas miradas.
Asentí y lo seguí dentro de la casa hasta su habitación.
―Tengo una sorpresa para ti.
Al decir esto, se inclino hacia su ropero y abrió ambas puertas, buscando entre los abrigos de mamá alguna cosa de la que yo no tenía idea.
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¿Quien dijo que no lo lograría? ✖️CANCELADA✖️
Macera¿Nadie se ha preguntado cómo sería el futuro?... Bueno aquí está la respuesta; después del siglo XXII, el mundo colapsó, las guerras, la contaminación y las enfermedades estaban llevando a los humanos a la extinción, claro que el defecto de nosotros...