avril— ¡¿Dónde mierda estará?! — exclama cansado Chulu.
Habían decidido buscar a Tomás cuando salimos de la escuela, estuvimos toda la tarde caminando de un lado a otro, mientras me sentía mal de estar ocultándoles la verdad.
Ya eran las 8 PM cuando vuelvo a mi casa y me lavo las manos en la cocina como de costumbre, sin cruzarme a Tomás en ningún lado. Entro a mi habitación esperando encontrarlo ahí, sin embargo tmapoco estaba. En el cuarto de mi mamá, nada. En el lavadero, nada.
Asustada tomo mi celular inútilmente, no tenía su número.
— ¡La concha de la lora! — insulto tirando mi celular en el sillón.
Debatía caminando de un lado a otro si salir a buscarlo o esperar si vuelve, sus cosas estaban acá. Sin embargo, no me daba confianza, Tomás era muy capaz de irse sin absolutamente nada.
Miro atenta cuando escucho llaves abrir, sonrío cuando veo al castaño entrar todo encapuchado, junto con él también el frío de la noche.
— ¡Ay, Avril! La concha 'e la lora — suelta antes de abrazarme — Me habías asustado, salí a buscarte, no volvía' má' de la escuela, wacha — comenta distanciándose de mí.
— Perdón, había ido con los chico' "a buscarte" — le cuento haciendo comillas.
— ¿Tan preocupados andan? — habla con cierta lástima.
— Y sí, sos como un hermano, te aman — mira al suelo negando.
— No los merezco — murmura con un puchero.
— ¿Qué hablás? — le levanto el mentón así me mira — En estos días te conocí mejor y sos una persona hermosa. Te mereces a ellos y ellos a vos, ¿o vo' no harías lo mismo en su lugar? — asiente en respuesta — ¿Entonces? — me mira sonriendo y se abalanza sobre mí.
— Perdoname las vece' que te traté mal, no entiendo cómo nunca me dí cuenta de lo especial que sos — sonrío correspondiendo el abrazo, me nació y fue lindo hacerlo.
Si bien cuando terminen nuestros días de convivencia, en dos días exactamente, seguramente vuelva a se todo como antes, disfruté mucho estos días.
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— ¿Sabé' jugar al truco? — indaga cuando terminamos de comer.
— ¿Querés perder? — levanto una ceja desafiante.
— ¡Ah, bueno! — exclama revoleando los ojos — Traé las cartas — exige señalando la mesa haciéndome reír.
Busco cartas, una hoja y una birome así anoto.
Jugamos un rato bastante largo, de 5 partidas gané 4 y él tan sólo 1. Notaba su bronca, evidentemente no le gustaba perder, deseaba descansarlo. Pero me limité a reír, tampoco buscaba molestarlo.
— ¿Puedo dormir abrazado a vo' de nuevo? — murmura antes de acostarnos.
— Sí, rey — contesto y lo veo sonreír.
Apago la luz antes de meterme con él a la cama y, tal como el otro día, dormí acurrucada en su pecho.
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