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Anna me dijo que lo importante era estar serena.

Caminé más vigorosamente de lo habitual, presionando mi sombrero con un elegante movimiento de manos, y usarlo para cubrir mi rostro tanto como pude.

─ ¿Quién eres? Forastera, vete de aquí—dijo el prestamista, molestándose por mi repentina aparición.

Parecía haberse dado cuenta de que yo era una noble, aunque no era cortés en absoluto conmigo.

─ Te ves como una dama noble, pero eso no significa que andes interrumpiendo los negocios de otros.

─ Le dije que alejara sus manos de la niña, esta es la última vez, y no habrá una tercera oportunidad—el hombre la empujó nerviosamente.

Ellie casi se arrastró hacia atrás y la sostuvo en sus brazos como si tratara de protegerla con todas sus fuerzas.

─ ¿Sabes quién es mi jefe? Sería una buena idea no faltarle el respeto a la plantación de mi señor sólo por una perturbación. No hay excepciones incluso para los aristócratas. Solo vete y no interfieras.

He oído que uno de los nobles más poderosos son los prestamistas.

No sé quién es el hombre que está frente a mí, pero viendo lo arrogante que era y el que estuviera divulgando el nombre de su señor y usando su nombre solo podría significar que éste era un noble.

Cuando miré de cerca al hombre, vi que su chaqueta tenía una placa plateada con el patrón de la familia Lister.

¿Su maestro era el conde de Lister?

Si mi especulación era cierta, entonces el comportamiento de este hombre se entendía hasta cierto punto.

El conde Lister era un pariente de la emperatriz Helia, quien tenía el poder en la política central y ejercía un poder excesivo.

Un semi-aristócrata o un noble que hubiera escuchado ese nombre pudo haber renunciado.

Estoy segura de que no quería tener problemas con ese hombre en lugar de tenerle miedo.

Pero esto era solo algo insignificante para mí.

─Parece que sólo has estado tratando con las personas por un tiempo. Sabes quién soy y aún estás siendo tan descarado.

─ ¡Soy uno de los hombres del conde Lister!

El hombre no pudo continuar, porque arrojé una bolsa con monedas de oro frente a él.

Ya no tenía que hablar, y no podía distinguir la diferencia entre los dos, y si no lo hacía, pronto estaría en problemas.

El hombre miró a su alrededor desconfiando de mí, recogió el bolsillo que estaba sobre el piso y miró dentro rápidamente. Sus ojos se abrieron de par en par.

─No quiero ocuparme de nada más, pero la deuda del padre de Ellie será saldada con esto. ¿Es eso suficiente?

─No, por supuesto, señorita, pero la cantidad restante es...

─No lo necesito, así que solo vete. Nunca vuelvas a entrar a esta casa.

─No hay problema. Lo haré.

El hombre se agachó de una manera que era muy diferente de lo que acababa de hacer y salió con unos pocos pasos hacia fuera, sosteniendo la bolsa con las monedas de oro con mucho cuidado.

Emprendió una salida rápida lejos del alboroto.

Tan pronto como el prestamista se fue, había vuelto la paz en la casa de Ellie.