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– Sin embargo, lamento haberte golpeado.

– Estoy bien, no quiero que la señorita Ángela me vea actuar así, no te preocupes por eso, así que golpéame fuerte.

– Yo...

Estoy segura de que puedo hacerlo, ¿verdad? Ella volteo hacia la palma de su mano y puso una cara preocupada.

– ¿Jaina? ¿Ellie? ¿Qué está pasando aquí?

Ángela apareció. Entró en la habitación y miró sorprendida a Ellie, que se había caído. La miré de reojo y volví a observar a Ellie.

– ¡Eres una inútil! Dime ¡¿Qué puedes hacer bien?!

– Lo siento, lo siento, Señorita Jaina.

– ¿Lo rompiste?

– Se me resbaló de las manos, pero lo devolveré de alguna forma.

– ¡Estoy segura de que tu salario no devolverá nada incluso si trabajaras para toda tu vida!

– Jaina, ¡para!

Ángela, que observaba la perturbación de todos con una cara avergonzada, se colocó en la entrada de la habitación y corrió hacia Ellie.

– Ellie, si puedes déjame contemplar tus manos desnudas... te lastimaste. ¿Podrías conseguir algunos trapos y limpiar tu herida?

– Sí, Señorita Ángela...

Podría estar indignada, sin embargo Ellie y yo somos las autoras intelectuales de esta situación.

Aún así, el objetivo de Ángela era cuidar de Ellie delante de mí.

– Jaina, ¿qué está pasando aquí?

Ángela solo se me acercó después de enviar a Ellie a tratar su herida. Expresé mi ira sobre ella.

– Has tenido muchos problemas últimamente, así que pedí una muñeca de cristal que se parecía a ti en el Begonia Dortrune. Pensé que podría serte de consuelo, pero Ellie lo arruinó.

Señalé los fragmentos de vidrio dispersos en el suelo.

De hecho, es un artefacto de vidrio de bajo precio que se puede comprar en la calle con los vendedores ambulantes, pero es imposible distinguirla porque está rota de todos modos.

Sostuve mi frente fingiendo estar molesta.

– Entregué varias veces más dinero de lo acordado y lo cambié al frente del mercado porque quería dártelo lo antes posible. ...¡Todo por esa criada!

Finalmente miré a Ellie que regresaba con un paño blanco. Ella sacudió la cabeza con una mirada sombría.

Ángela vino rápidamente frente a mí, tratando de desviar mi mirada de la de ella. Pero no lo hice.

– Jaina, estoy agradecida por tu sinceridad, ¿puedes perdonar a Ellie?

– ¿Perdonarla? Ángela, eres demasiado amable.─ sacudí la cabeza y me senté en una silla cercana.

– Puedes cometer errores en tu vida, ¿verdad?

– Por supuesto que puedes cometer un error.─ señalé, pero después miré a Ángela y suspiré.

– No estoy demasiado furiosa por ese hecho, solo que ya es la tercera vez que Ellie rompe un regalo como este.

– ¿Por favor?...

– Está bien, pero eso es todo lo que puedo hacer por ti, !Ellie!─ cuando llamé a Ellie, ella dejó de llorar y asintió con la cabeza.–Ellie, tienes que dejar la Mansión ahora mismo, en cambio, no pagaré por tu arduo trabajo.

EDJ DADonde viven las historias. Descúbrelo ahora