Capitulo 51.- Únete a mi.

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Me duché rápidamente, cuando termine me puse la ropa más cómoda que encontré limpia.
Mis nudillos se habían puesto más rojos y ardían un poco, pero no me sentía culpable por lo que había hecho.
Abrí mi clóset de la manera más silenciosa posible (lo cual era raro si tomábamos en cuenta que estaba sola en la casa) saqué un libro de pasta dura.

Me senté en mi escritorio y comencé a leer el libro, realmente no recordaba la última vez que había leído.
Estaba atenta a cada detalle del libro. El libro estaba siendo aterrador, al personaje principal le estaban saliendo insectos por la boca, mientras de las paredes de su habitación escurría sangre, me apresuré a cerrar el libro, pronto oscureceria y quería dormir en paz.

Dejé el libro sobre el escritorio, bajé al primer piso en busca de un poco de agua.

Tomaba el agua con tranquilidad, cuando un ardor insoportable se apoderó de mi, por un momento creí que caería al piso, sentía como si mi ropa me estuviera quemando.

Corrí al baño, mientras me quitaba la camiseta.
Me miré en el espejo, quedé estupefacta, al encontrar quemaduras alrededor de todo mi torso.
De pronto el ardor se fue, pero fue remplazada por una picazón a la altura de mi garganta.
Sentí como se me estuviera ahogando, la desesperación se apoderó de mí. Me obligué a vomitar, cuando miré el lavabo no pude evitar gritar, en el lavabo habían todos tipo de insectos, los cuales se retorcían en busca de sobrevivir.

Cerré los ojos fuertemente, intentando borrar todo esto de mi cabeza, intentando convencerme de que esto solo era una pesadilla. Cuando los abrí los insectos habían sido sustituidos por ojos, los cuales estaban llenos de una especie de líquido parecido a la baba, solo que era de un tono verde oscuro, casi negro.
Salí del baño y me dirije a mi habitación, donde cerré la puerta. Apoyada contra la puerta, miré como el libro que había dejado en el escritorio, ahora se encontraba en el suelo.
Lo miraba con cautela.
De pronto ese libro comenzó a temblar, de este comenzó a salir una sangre espesa.
Intente abrir la puerta, pues la sangre salía en litros y parecía que inundaría la habitación.
Empujaba la puerta, intentando salir de ese lugar.
El libro se abrió justo a la mitad, acompañado de un ruido hueco e inquietante.
Me obligué a voltear.
De este comenzaron a salir insectos, algunos volaban y otros simplemente se arrastraban.
Volví a voltear a la dirección de la puerta, seguí intentando abrirla, hasta que por fin lo conseguí.
Corrí escaleras abajo, pero antes de poder llegar a la puerta de la casa, lo que parecía ser una gran sombra se interpuso en el camino, alcé la vista en busca de un rostro, lo único que encontré fue un rostro cubierto por una máscara de color blanco.
Como si yo lo hubiera pedido, la sombra descubrió su rostro, mis ojos probablemente demostraron terror puro, en donde debería estar la cara, solo había una mancha negra, de la cual solo se podía distinguir una sonrisa, esa sonrisa era tan terrorífica, parecía como si fuera sido cortada.
La sombra abrió la boca, dejando ver hileras de dientes filosos como pequeños cuchillos apilados.
Retrocedí rápidamente, subiendo las escaleras.
Pero cuando llegué al piso de arriba, choqué contra un algo.
Subí la vista y me encontré con ese horrible payaso.
Me tomó por el cuello, no podía tocar el suelo y me estaba empezando a asfixiar.
Me acercó a él, me olió y una sonrisa perversa se reflejó en su rostro blanco.

- únete a mi, conseguirás inmortalidad y con suerte vivirás como un pequeño monstruo, hagamos que el mundo esté a nuestros pies.- rió de manera macabra.

Tomé su brazo con ambas manos.
- nunca.- dije en un hilo de voz.

El payaso me miró con disgusto.
- respuesta equivocada.- dijo.

Después de eso me dejó caer por las escaleras, al final de ellas había un trofeo de mi padre, justo en ese momento, sentí como ese trofeo se iba encajando en mi garganta.

Abrí los ojos rápidamente, mi respiración era agitada e irregular. Llevé una mano a mi garganta, algo escurría por ella, alejé la mano y la observé, era sudor.
Cerré los ojos intentando recuperar la estabilidad.
Cuando lo logré, miré a mi alrededor, me había quedado dormida en mi cama, aún lado de mi, se encontraba el libro que debí estar leyendo, el mismo del sueño.

Lo alejé de mi rápidamente.
Me levanté de la cama, miré por mi ventana, estaba amaneciendo.

Hacia un poco de frío, así que me puse una chaqueta.

Tomé el libro y salí de la casa.
En el patio trasero, había un bote de basura, tiré el libro ahí. Saqué un encendedor de mi chaqueta y lo encendí, después lo dejé caer al bote de basura. Me quedé mirando fijamente, como las llamas se apoderaban de todo, en unos minutos, no sería más que cenizas.









Cómo dije estoy de vuelta. Espero y les guste, mañana subiré otro capítulo.

No te tengo miedo/Loser Club, Henry Bowers y tú/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora