No te tengo miedo/Loser Club, Henry Bowers y tú/

Capitulo 34.- ¿Te hice daño?

Después de una plática llena de miedo, decidimos que investigariamos el tema a fondo.
Tomamos la desición de que mañana nos reuniríamos en la casa de Bill.

Caminaba directo a mi casa.
El viento soplaba fuerte como de costumbre, era extraño como por el día hacía mucho calor, pero cuando se llegaba la noche, un agradable clima templado se apoderaba de Derry.
Pateaba una roca con mi pie. La herida en mi mejilla había empezado a arder. Sentía como los moretones comenzarían a ser notorios en cualquier momento.
Una vez agradecía que mi madre no estuviera en casa.

Seguí caminando. Caminaba rápido, tenía miedo de que esa cosa me volviera a atormentar.

Cuando por fin logré llegar a mi casa, entré. Tiré las llaves por allí y quité mis zapatos.

Corrí a mi habitación, tomé algo de ropa y me metí a bañar.
Cuando salí de bañarme, me vestí rápidamente, una camiseta ancha, aún que no se lograban apreciar muy bien debajo de esta tenía unos shorts para dormir.
Me mire en el espejo, la herida en mi mejilla derecha era una gruesa línea que viajaba casi desde donde empezaba mi oreja hasta llegar a mitad de mi mejilla.

En mis brazos habían unos cuantos moretones, baje la vista y también había algunos en mis piernas.
Me senté en el suelo del baño, rompí en llanto, no sabía que hacer con mi vida. Mi madre no estaba, una cosa nos atormentaba desde lo más oscuro de Derry, mi novio molestaba a mis amigos y yo, yo simplemente estaba ahí, observaba, ni siquiera era capaz de abrir la boca y decir algo, era simplemente inútil.

Intente relajarme, no lo logré, pero de todas maneras me levanté de ese frío piso. A paso lento caminé hasta mi cuarto, me acosté en mi cama y me puse en posición fetal.

Me acomode de nuevo y estaba vez me recosté boca arriba, lleve mis manos a mis ojos y presioné estos mientras intentaba reprimir mis sollozos. Suspiré repetidas veces, hasta que logré calmarme un poco. Miré el techo del lugar, era blanco, pero por las luces creaba horribles sombras.
Me levanté de la cama, baje las escaleras y tome un poco de agua, tomé una de las pequeñas pastillas y la tragué. Me terminé el vaso de agua, después simplemente regresé a mi habitación.
Me recosté de lado, miraba directamente la pared. Mis ojos comenzaron a pesar y de pronto me quedé dormida.

(...)

Unos golpes en la ventana hicieron que me levantara.
Sabía que era Henry, no quería verlo, está vez no caería en su juego.
No se cómo pero el chico logró abrir la ventana.
Me levanté y me acerque a él.

- ¡Eso es un delito, maldito idiota!.- le dije.

El no respondió, solo me miró y me atrapó entre sus brazos. Por como si pecho subía y bajaba había dos opciones, una que el hubiera corrido hasta aquí o dos, que el estuviera llorando. Al separarse pude comprobar que era la opción dos, él, Henry Bowers, estaba llorando.

Lo guíe hasta llegar a mi cama, donde el me obligó a sentarme en su regazo. Lo miraba atenta, su herida en la cabeza había sido curada.
El chico me volvió a abrazar rápidamente y después se separó. Comenzó a pasar rápidamente sus manos por mis brazos y comenzó a mirar distintos lugares en mí, el estaba buscando algo.

- Henry, ¿qué sucede?.- pregunté.
- ¿Te hice daño?.- preguntó mientras seguía buscando.

Tome sus manos, lo abracé, mis manos fueron directo a su cabello y sentí como el me presionaba contra el.

- tranquilo, todo está bien.- le dije, intentando calmarlo.
El chico negó repetidas veces.
- no, nada estará bien.- dijo mientras me abrazaba más fuerte.
- ¿Por qué?.- pregunté.
- no lo sé, no te merezco, no me siento bien, es como si alguien me diera órdenes, no puedo hacer nada en contra de eso.- admitió rápidamente.

Besé su cabeza.
- tranquilo, estoy aquí, conmigo, para ti.

El chico siguió abrazándome hasta que se tranquilizó.

- te necesito, _________, te necesito.- dijo el chico.
- yo también te necesito, hen.- dije mientras besaba su cabeza.

El chico se quedó callado.

- ¿quieres dormir?.- pregunté.
- quiero estar contigo.- dijo el chico.

Lo besé. Me levanté y me recosté en la cama, el chico se recostó a un lado de mi.
Lo abracé y chico tomó mi mano y comenzó a besarla.

- te quiero, _______.- admitió Henry.
- yo también te quiero.