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— ¿Eres Isabella Swan? —Prim preguntó a la chica de pelo caoba

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— ¿Eres Isabella Swan? —Prim preguntó a la chica de pelo caoba. Ella la miró sorprendida y Prim sonrió para parecer más simpática. — Yo soy Prim Cullen—estiró la mano y lentamente la chica la tomó en un apretón débil.

—Bella—se encogio de hombros. —sólo Bella.

Prim sonrió estirando y observando lo incómoda que parecía Bella en sus pequeños shorts de gimnasia. A diferencia de ella y sus amigas, Bella parecía actuar como si estuviera en ropa interior y sujetador en pleno gimnasio.

—Podrías usar pantalones— Prim sonrió compadecida—Ven, tengo uno en mi armario. Soy pequeña, pero debería servirte.

Bella la miró agradecida. — Gracias, de verdad.

— Por nada, Bella— Prim entró primero en el vestuario yendo directamente a su armario y sacando de allí un pantalón de chándal fino. — Mi madre me lo compró. Cuando yo era más joven también tenía mucha vergüenza.

— ¿Más joven? — Bella frunció el ceño y Prim sonrió tiernamente, dándose la vuelta.

—Eso— lo confirmó —Vigilaré la puerta por ti.

—¡Gracias! — murmuró una vez más y Prim pudo oír el murmullo de la tela. — ¿Cuántos años tienes? —preguntó con curiosidad.

Prim rio.—Tengo dieciséis. Estoy avanzada en algunas clases porque tengo una familia muy inteligente. Ellos me ayudaron a avanzar en algunas materias.

— ¿Educación física? — Bella se acercó a ella pareciendo más cómoda y Prim sonrió.

— A mi padre le encantan los deportes—Se encongio de hombros. — Es imposible no aprender una cosa u otra. Tengo una gran resistencia física también, eso encantó al entrenador Clapp.

— Genial—Bella sonrió caminando junto a la pelirroja. Prim parecía tener una simplicidad que dejaba a Bella boca abajo, pensó que la chica podría muy bien ser una de las animadoras de Florida. Su cabello era rojo, como sus labios, y Bella pensó que era la única persona blanca albina en esta ciudad sin sol, pero Prim Cullen era tan blanca como ella. Y era tan amable que fue un alivio encontrar a alguien así en su primer día.

Pasaron por la clase de educación física con Bella esquivando las pelotas y Prim interceptándolas siempre que podían. Cada vez que la pelirroja hacía eso, Bella le daba una sonrisa agradecida y recibía de vuelta un guiño suave.

Cuando la clase terminó, Mike se acercó a ambas chicas con una sonrisa maliciosa en los labios y Bella vio a Prim soltar un gruñido.

—Mike, no, en serio— Prim sacudió la cabeza. —Deja a Bella en paz.

— ¿Ya son amigas? — Preguntó emocionado y Prim asintió mientras recogía su propia mochila para salir de la cancha. —Oye, Prim, ¿vas a almorzar con nosotros hoy?

PRIMROSE, EDWARD CULLEN ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora