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2 años

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2 años

Edward acompañó a Rosalie y Emmett con la mirada, ambos caminaban de la mano mientras Edward aburrido sostenía la vela para la pareja. Había un festival de Navidad en la pequeña ciudad rusa, vecina de donde vivían hace dos años y Rosalie insistió en que él y Emmett la acompañaran. Toda la familia estaba cazando y por alguna razón Rosalie se volvía insoportablemente maternal en épocas navideñas, la rubia se negó a dejarlo solo en casa, aunque Edward insistiera de forma incisiva. A fin de cuentas, era más fácil ceder a Rosalie que discutir contra sus deseos. Así que ahí estaba.

El pequeño pueblo al lado de Murmansk estaba lleno por todos lados, una capa de nieve blanca cubría el suelo y eso no parecía molestar a los humanos que hacían que el lugar pareciera un hormiguero. Edward llevaba un gorro, una chamarra y guantes porque la temperatura de la ciudad era menos de quince grados y sería extrañamente inusual que un humano lleve sólo un abrigo en el frío  y eso también era una molestia. Odiaba el exceso de ropa en su cuerpo.

Los pensamientos allí eran tan diversos que Edward momentáneamente se distrajo de sus hermanos, oyó a una mujer llorar por un hijo perdido, oyó a un padre arrepentido por no haber vuelto con su familia en Navidad, escuchó a los adolescentes enamorados que se alejaban en busca de un lugar para salir. Sonrió a la inocencia de un niño que se emocionaba con las luces y la cantidad de bolas de colores.

—¡Edward! — El grito de tu hermana llamó su atención en el momento en que el sonido de la explosión sonó en sus oídos. Los humanos se agitaron, iniciando una carrera por todos lados y Edward se enojó porque no podía correr a Rosalie. Buscó su mente entre tantas y pudo ver lo que Rosalie veía, con percepción percibió que ella y Emmett estaban perfectamente bien, pero los pensamientos de rubia estaban tomados por otra cosa.

Un bebé que lloraba sin parar.

Cuando Edward finalmente se acercó a los hermanos, ambos estaban en el fondo de la casa en llamas, Rosalie tenía ojos alarmados y Emmett igual, que raramente se preocupaba por algo, encaraba al pequeño paquete de manos de la vampira con aflicción.

—¿Qué es todo esto?

Rosalie levanto la vista.

—¿Quién es. — corrigió— ella estaba en la casa, la madre... —Rose suspiró — la madre me la dio, yo estaba adentro, traté de ayudar ...

Sólo entonces Edward notó el pelo ligeramente desaliñado de Rose.

—¡Rose, eso fue imprudente!

Rosalie se ofendió. -—¿Pero cómo podría dejarla morir? ¡No pude hacer mucho! El fuego estaba muy alto. Esta condición de vida no nos da mucho, si quieres saber— Se quejó contrariada.

—¿Es una niña?

— La madre me la entregó— Rose se balanceó tratando de calmar a la pequeña bebé, pero todo lo que ella hacía era llorar aún más y suplicar por su madre—No sé si está herida, pero tengo que llevarla con Carlisle.

Edward suspiró, analizando a la pequeña niña, los cabellos eran una mezcla de castaño y rojo, una piel blanca llena de pequeñas pecas y manchas de hollín. Sus ojitos estaban llenos de pequeñas lágrimas y sus mejillas rojas.

—Damela—Estiraste los brazos hacia Rosalie, que aprensiva entregó la niña a tus brazos— ¿Sabes su nombre?

— Primrose Kahil— Emmett dijo mientras Edward sujetaba a la niña en sus brazos y la mano gordita le agarraba el cuello— Encontramos algunos documentos en el piso de arriba antes de que el fuego se tornara más.

—¿Fue un accidente?

Rosalie asintió con la cabeza —Tuve la impresión de que empezó en la cocina, creo que fue un accidente— Apuntó al piso de abajo.

Edward accedió y finalmente apretó a la niña con un poco más de fuerza en sus brazos.

— Todo va a estar bien, Prim— susurró. Primrose levantó los ojos hacia él, finalmente cedió a la curiosidad y se limitó a algunos hipos ocasionales. —Vamos a cuidar de ti, princesa— Dijo cariñosamente antes de empezar a cantar una canción suave que venía escribiendo hace unos días. La bebé se calmó lentamente hasta que tomó el abrigo de Edward y finalmente se recostó sobre su hombro. Edward continuó cantando la canción hasta llegar con Carlisle.

Cuando escribió la canción, no sabía para quién era ni cómo la llamaría.

Pero ahora lo sabía. Siempre sería para Prim.

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PRIMROSE, EDWARD CULLEN ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora