extra +1

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Donde lo de Edward y Prim nunca sucedio y probablemente se casó con Bella.


Prim lanzó una sonrisa al vampiro a su lado.

—¿Acaso crees que estás en un comercial de champú? — Comentó llevando la taza de café a los labios.

— ¿Celosa de mi belleza, dulzura?

Prim hizo gárgaras tirando la cabeza hacia atrás y los ojos rojos la acompañaron con satisfacción. La camisa que ella llevaba era un trapo viejo que él estaba listo para desechar, en Primrose sin embargo aquella camisa pasaba por la más fina marca.

— Absolutamente no— Prim respondió recuperándose de la crisis de risa. — Me encanta tu belleza— susurró levantándose de la silla y mostrando sus muslos desnudos.

Él casi gimió encantado y extendió los brazos en el momento exacto en que Prim pasó las piernas alrededor de su cintura.

— ¿Garrett? — ella murmuró con los ojos cerrados mientras los dedos del vampiro masajeaban su espalda lentamente, los dedos corriendo hacia los lados de los senos y descendiendo nuevamente por la extensión de su piel.

—¿Si, querida?

— ¿Me creerías si te dijera que te amo?

Él sonrió y Prim abrió los ojos, mirando el rostro sensual y maduro. Ella ya tenía veintitrés años, a los diecisiete se enamoró platónicamente de Edward, a los veintiuno encontró a Garrett. Parecía que no era una chica voluble, pero seguía siendo humana.

— Te creo, querida— Garrett te llevó los dedos a la cara, trazando líneas suaves en tu mandíbula. —¿ Creerías que yo también te amo?

— Sí, lo creo.

Garrett sonrió satisfecho, tomando los labios de Prim en un beso sensual y arrebatador. Él siempre le quitaba el aliento.

Ambos sabían, por supuesto. No eran compañeros, tampoco tenían algún compromiso. Pero eso no les impidió amarse el uno al otro de manera apasionada y genuina. A pesar de todas las fases humanas de la vida de Prim, esa era la que la hacía más feliz. Viajes largos, baños de mar, sexo increíble y un amigo completo como Garrett. Ambos tenían una relación espantosamente perfecta, porque se cobraban el uno al otro exactamente lo que podían dar.

 Ambos tenían una relación espantosamente perfecta, porque se cobraban el uno al otro exactamente lo que podían dar

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PRIMROSE, EDWARD CULLEN ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora