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— ¡Listo! — Lauren sonrió sosteniendo las manos en la cintura sonando tan orgullosa que Prim no sabía si estaba emocionada o preocupada.—¡Por fin ya no eres una niña! ¡Eres toda una mujer! —abrió los brazos como quien presenta un espectáculo y Prim sonrió divertida. Siempre le gustaron los momentos entre chicas y no era diferente con Lauren, era divertida después de todo. Y a diferencia de Jessica, era completamente confiable.

— Soy muy femenina— Prim discutió y luego sonrió, mirándose al espejo.

Lauren había hecho un gran trabajo. Sus cabellos tenían rizos gruesos cayendo alrededor de la cara y los labios estaban pintados en un tono cereza que Prim amó. No era demasiado fuerte o débil, las pestañas eran aún más grandes y Lauren había hecho un gran trabajo resaltando sus ojos. Había algo delicado y sensual en su apariencia.

Y ella estaba tan hermosa que apenas podía creerlo.

— No puedo creer que una mujer así estuviera atrapada ahí dentro todo este tiempo— Delató la rubia dándole la espalda e yendo hacia la bolsa que sólo entonces Prim notó que ella llevaba. —Ahora, si me disculpas, voy a usar tu hermosa bañera. ¡Y lucir hermosa también! — Miró a Prim por encima del hombro— Nuestra noche promete.—Y entonces ella parpadeó entrando en su baño.

Prim rió y revolvió los ojos. Lauren tenía una manía peculiar de ser, tan peculiar que Prim casi todo el tiempo no la entendía, pero aprendió a aceptar. Buscó en su armario una bolsa que combinara con la falda roja de cuero o con la blusa negra de lana, y sonrió cuando oyó un pigarro detrás de ella.

— Tengo una perfecta! — Tu tía cantó. — A propósito, me encantan las botitas, es tu cara. Tengo que admitir que Lauren conoce muy bien tu estilo e hizo un gran trabajo— Alice hizo una mueca. — ¡Es sorprendente pensar que quizás nos llevemos bien!

— Estoy segura que sí, tía Alice— Prim abrió una enorme sonrisa al caminar junto a Alice a su habitación. — Quiero algo fácil de llevar, tía. Nada de bolsas que me retengan, por favor.

Su tía la miraba curiosamente. — Maravilloso, ya sé lo que puedes usar— Entonces ella sonrió satisfecha. —Estás muy linda. Definitivamente pareces una mujer.

— Gracias tía Alice. ¿Y todos?

Ella sacudió la cabeza negativamente. —No hay nadie en casa, sólo Jazz y yo.

— ¡Oh! — Prim nunca pensó que sentiría tanto alivio por tan poca información. Es por eso que no traía amigas a casa, aparte del hecho de que siempre codiciaban a los hombres, Prim no podía tener realmente una conversación de chicas si las puertas no estaban cerradas.

— La próxima vez cierra la puerta—Alice parpadeó sonriente. —Sabes, cariño, por eso Esme te hizo una habitación insonorizada.

Prim sintió las mejillas sonrojadas y se sentó sobre la cama, cruzando las piernas. Alice todavía miraba su enorme colección de bolsos como si los admirara a todos, pero Prim sabía que si había algo que Alice era, esa cosa era astuta. Algo estaba pasando en su mente. — Tía, en serio, eso no tiene nada que ver. Lo que Lauren dijo es absurdo— Suspiró— Por cierto, ¿mamá me dejó salir?

PRIMROSE, EDWARD CULLEN ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora