Capítulo XIII

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No sabría decirles cuánto tiempo estuve en la ducha, pero la verdad era que sentía que por más que refregara el cuerpo e independiente de todas las cosas que me echara en el cuerpo y cabello sentía que ese olor nauseabundo que tenía no se quitaba o quizá era que lo tenía demasiado impregnado en las fosas nasales, la puerta del baño se abrió y pensando que era Adelina intente taparme con lo que tenía a mano, pero no, se trataba de Vanessa que estaba paseándose por la casa.

— ¿Puedes traer unas tijeras? — le pedí, tenia en mente cortarme el cabello.

Había pasado 4 o quizás 5 meses sin lavarme ni peinarme el cabello, se me habían formado unas especies de rastas en la cabeza y sabía que tendría que cortarlo, tenía el pelo tan asqueroso que estaba considerando en raparme la cabeza si es que era necesario.

— ¿Para que las necesitas? — a modo de respuesta yo me señale la cabeza, la chica salió del baño para luego volver con unas tijeras en la mano y pasármelas — ¿Como te sientes?

— Me preocupa Adelina — le dije evitando la pregunta, no tenía ánimos para responder esa ni ninguna pregunta respecto al secuestro — ¿Ustedes se quedaron con ella este tiempo? — quise saber e hice un esfuerzo para tomar las tijeras con la mano izquierda y comenzar a cortarme el cabello.

— Si, con Alejandra la hemos ayudado en lo que hemos podido — La simpleza con la que hablaba hacía que sintiera que no habían pasado más que unos cuantos días desde que me había ido.

— ¿Está comiendo bien? ¿Trabajando y haciendo todas esas cosas?

— Si, lo mejor que a podido.

— Gracias por quedarse con ella y con Dai.

— Es nuestra hermana Arias, lo creas o no, tenemos un código y es lo menos que podíamos hacer — la mire un momento y le extendí la mano con las tijeras.

— Ayúdame — le pedí y ella no lo dudó.

Yo me quede tan quieta como pude mientras la Gregson me cortaba el cabello, lo único que se escuchaba era el sonido de las tijeras cortando el cabello.

— Necesito que me hables Lara — la escuché susurrar.

— Perdí movilidad en una mano, no puedo mantenerme en pie y lo más probable es que cuando intente siquiera comer algo lo vomite — le dije con sinceridad y la Gregson dejo lo que estaba haciendo.

— ¿Cual mano? — preguntó dejando las tijeras en el suelo y yo levante la mano derecha.

Ella me tomó la mano y me inspeccionó, estaba segura de que solo mirándola no podría hacer un diagnóstico y que necesitaría un estudio medico como una radiografía o algo así pero eran como las dos de la mañana y me rehusaba totalmente a ir a un hospital a esa hora o mejor dicho a cualquier hora.

— Sabes, siento que apesto a persona muerta y no puedo quitar el olor de encima — cambie el tema antes de que saliera con algo como ir al hospital.

— Mañana iré al hospital, veré si encuentro jabón yodado o algún químico sanitisante que me pueda traer, voy a aprovechar de traer las cosas para tus heridas — la chica se movió y levantó las tijeras del suelo para luego ir a tomar una toalla — Salgamos de aquí antes de que te enfermes por ducharte tan tarde — yo asentí con la cabeza.

Vanessa me ayudo a salir de la ducha y mientras yo me secaba ella fue a buscar ropa, volvió con una sudadera y un chándal, me vestí de forma lenta o mejor dicho de forma que me permitía mi organismo, bajo al mirada de la doctora.

— Pensé que te demorarías más en hablar — la escuche decir y yo la mire

— ¿Por que? quiero decir, eso solo ayudaría a preocuparles — la chica me quedo mirando.

Las Madres de la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora