Capítulo XV

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*P.O.V. Adelina*

Habia llegado tarde de la oficina, habían pasado 6 meses desde que Lara había vuelto y la joyera no parecía tener mejoría alguna respecto a comportamiento, al menos sabia que podía dejarla en la casa pero me era imposible hacer que Lara interactuara con Dai y por eso «y por el hecho de que aún no encontraba una forma de sacarla de la casa» Vanessa aún estaba de inquilina, apenas entre a la casa me quité los tacones.

Había un silencio ensordecedor en la casa, solté un suspiro y por mera rutina me dirigí al baño de mi habitación. Lara había estado haciendo lo posible para evitar todo lo que tuviera que ver con contacto físico, muestras de afecto y esas cosas, la sentía distante y eso en parte me ponía mal, me daba miedo que de pronto se le ocurriera pedirme el divorcio pero al menos había logrado que comiera algo. Cosa que al principio era un drama total por no decir imposible y era comprensible, pero no podía dejar que hiciera lo que quisiera porque estaba segura de que una de esas cosas implicaría morirse de hambre, fue todo un proceso lento, constante y muy agotador para mi gusto.

Lara tendía a ser terca así que la primera vez que hice que comiera fue media hora de discusión para que comiera tres o cuatro cucharadas de arroz y luego de eso estuvo quejándose el resto del día con que le dolía el estómago finalmente se rehusó a comer por la siguiente semana, eso era una discusión constante, incluso ahora 6 meses después pero al menos hablaba y no tenía dificultades con eso, aunque habían cosas que en parte me preocupaban como el hecho de que en las noches casi ni dormía.

Entre al baño sin golpear antes la puerta que se encontraba entre abierta, vi a Lara sentada en el borde de la bañera y yo me paré frente al lavabo en donde me quite el reloj, anillo y aros, para proceder a desmaquillarme.

Sentía que Lara ya no era la misma persona, luego de 5 meses y medio secuestrada era totalmente comprensible, pero en momentos así la comprensión no tenía lugar en mi cabeza no después de seis meses intentando ser comprensiva con ella, intentaba ayudarla en todo, darle sus espacios y tiempos pero nada, no había forma de que siquiera se sentara en la cama por las noches, que me hablara de una forma normal y no como si estuviera hablando con uno de los clientes de la empresa, que me dejara acercarme a ella más de medio metro sin que a ella le diera miedo y como si fuera el colmo, en los seis meses que llevaba en la casa se había rehusado a hablar con su padre, persona que insistía en llamarme a diario para saber de su hija y nieta.

Unas ganas de llorar se hicieron presentes, apoye ambas manos en el lavabo e intenté controlarme, respiré y volví a respirar más profundo esta vez y cuando noté que la acción de no llorar se me estaba haciendo imposible decidí salir del baño, para mi suerte o no Lara lo notó y me siguió, me tomó por el brazo y me abrazó, me quedé un momento procesando el acto para luego abrazarla de vuelta y aferrarme a ella, había olvidado completamente como se sentía ser abrazada por ella, el calor corporal y esa sensación de estar protegida no tenían precio.

— Háblame — susurró y yo intenté respirar para poder hacer una cosa tan simple como hablar pero el mentón me temblaba y sentía que si hablaba me pondría a llorar — Respira — Su susurro fue autoritario y tierno al mismo tiempo y como si hubiese estado esperando que ella me lo pidiera respire.

— Tengo miedo — dije en un hilo de voz y me escondí en su pecho.— no se que es lo que estás pensando la mayoría del tiempo, no quiero perderte Lara.

— Le tengo miedo a lo mismo, pero no pienso pedirte el divorció, sinceramente siempre e pensado que si eso llegase a pasar serias tu la que me lo pediría a mi — solté una risa triste y ella se separo de mi— ¿sabes que necesitas? descansar, estuviste todo el día en la oficina y tienes cara de cansada mor — ella me empujo con suavidad a la cama y yo me deje caer sobre esta mientras intentaba controlar mi llanto.

Las Madres de la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora