-¿Quieres quedarte quieto? ¡Por todos los magos!-se quejó Roxanne, sentada en un taburete delante de la ventana de la sala común.
James Sirius caminaba de un extremo a otro, detrás de ella. Los nervios de ver a Maggie en su entrenamiento dentro de dos horas le dejaban una ansiedad, que nunca sintió. Sus manos, igualmente, se movían en diferentes posiciones; dentro de sus bolsillos, fuera de estos y agitándose en el aire cálido de la sala común. Roxanne, era una prima que siempre encontraba la calma, segura de sí misma y todos creían que era muy aburrida, no tanto como Rose. Dado que era su segunda opción cuando la joven pelirroja estaba en sus clases extra escolares. Roxanne Weasley tomaba su lugar para tranquilizar al muchacho azabache.
-¡Qué no puedo, mujer!
-Te conviene respirar, ¡O te arrancaré los pulmones para alimentar a los hipogrifos de Hagrid!- le amenazó, levantando su cabeza a su primo.
-¡Lo siento, en serio!
Roxanne negó con la cabeza. Regresó su mirada a sus apuntes, se llevaban un año, ella tenía dieciséis y la hermana mayor de Fred II. Muy opuestos, sus peleas eran constantes y tan normales, que ya todos se acostumbraron a los caprichos de Fred II con su hermana. James Sirius mordió su labio, contando los minutos en su reloj mágico. Apareció Lily Luna, sentándose en la otra banqueta junto a la joven morena, que intentaba calmar a su primo.
-¡Hola!-dijo Lily Luna con una gran sonrisa- ¿Adivinen quién está celosa de tu enamoramiento, Jimmy?
-No estoy para tus ridiculeces-le espetó su hermano.
-¡Ah, vamos, no seas tímido!
-¿Quién es?-dijo, rendido. Sabía que Lily Luna no dejaría el tema de lado tan pronto. A veces, le seguían la corriente para su felicidad.
-Petrona Nott, ¡Increíble!
James Sirius suspiró.
-Esa chica es...rara-comento Roxanne.
Lily Luna comenzó a contar el encuentro con dicha muchacha en los pasillos de la biblioteca, tras darle la noticia, notó que las orejas de Petrona se pusieron rojas de furia y salió corriendo de la biblioteca. James Sirius miró su reloj, prefería dar vueltas por el patio central que, presenciar las ilusiones de su hermana menor. Se encaminó a la salida, escuchando que su hermana reclamaba su presencia. Le daba igual, que un rumor recorriera Hogwarts.
Se dirigió a las escaleras, bajando rápidamente entre tanto, evitar encontrarse con escalones falsos. Cosas muy típicas del instituto. Escuchó voces familiares de una esquina que doblaba a la derecha. La llegada de Fred II y Clark se encontraron. Los primos chocaron sus hombros sin fijar ninguno en sus. Ya no se hablaban desde la clase de Slughorn.
-¡Fíjate donde caminas, idiota!-le dijo Fred II.
-¡Tú, igual!
James Sirius siguió descendiendo las escaleras, tropezó con un escalón falso. Casi cae de cabeza. Rápidamente, se sujetó de la baranda para equilibrarse. Soltó un insulto acompañado de un gruñido. Volvió a su andar, llegando al hall principal. Miró su reloj, las agujas se movieron por quince minutos. Seguramente, los jugadores de Hufflepuff estarían preparándose en los vestuarios. Aunque, James Sirius fuera extrovertido y arriesgado no se metería en ese lugar. Un poco idiota e irrespetuoso, pensarían.
Se dirigió al patio, buscando un asiento bajo la sombra. Pero, no tuvo un poco de libertad. Cuando sintió la presencia de alguien a sus espaldas. Se giró, encontrándose a una chica rubia y piel muy blanca. Los ojos de ella echaban chispas. James Sirius rodeó los ojos.
- ¡Tu! - gruñó la joven, llevaba el uniforme de Slytherin- ¿Te gusta una tejona? ¡Estás loco!
-Petrona-saludó con calma. Sonrió con cierto apego falso.
-No me digas que ella es mejor que yo-siguió la muchacha.
-Hija de mortifagos- continúo él.
- ¿Cuál es tu problema? -le inquirió molesta. El chico estaba confundido. La joven evitaba todo tipo de amabilidad y sarcasmo de su parte. Realmente, estaba enojada y celosa- ¡Es débil y tiene tan poca fama!
-No es mi tipo. Si esto te tranquiliza. - le dijo con un suspiro. Se reincorporó, observando el rostro delgado, ovalado y las mejillas rojas de Petrona-. Mi hermana es una chismosa, inventa cosas.
Petrona aflojó sus hombros tras el argumento del joven. Si eso le calmo la furia, aunque su expresión de relajación era extraña. La chica sonrió, decidiendo acercarse a James Sirius quien esperaba que ella se fuera, pero las intenciones de Petrona Nott era más claras que el agua cristalina del Caribe. Seguidamente, tomó el rostro de James Sirius con sus manos, regalándose un pequeño beso en los labios. El chico reaccionó tarde, alejándose de ella.
-Tengo que irme-dijo James Sirius, sintiéndose avergonzado por el rápido beso de la chica de Slytherin.
-¿Irás a Hogsmeade?-preguntó, retrocedió. Sus ojos almendrados, pecas debajo de ellos observaban con ilusión a James Sirius, esperando que cambiará sus sentimientos.
-Sí, claro...
-¿Podemos ir juntos?-apresuró a decir. Parecía una invitación, pero la expresión en su rostro era una orden.
-Ahora no tengo tiempo para charlar, Petrona-le cortó el chico-. Adiós.
James Sirius se giró sobre sus pies, comenzando a caminar en dirección de los terrenos del castillo. Sin mirar atrás, no quería mostrar interés en Petrona. Era rara, extrovertida y algunos le temían por ser hija de mortifagos. Lamentaba que no pudiera corresponderle. No era un chico de malos rasgos, ni tan delgado o poco inteligente; James Sirius era apuesto, divertido y bromista, como atento y obstinado.
Maggie Simmons era la única que quedaba dentro del vestuario, frente a su casillero. Estaba sentada, tirando de las agujetas de sus botas con fuerza. Recordó, la primera vez que entró al equipo, uno de su calzado de entrenamiento se aflojó, voló y cayó sobre la cabeza de Evan Thimburt, de quinto año. Sonrió para sí, tras pensar ese día. Fue divertido, el mismo chico no dejaba de reírse del accidente. Anudó la bota derecha, algunos mechones de color castaño claro cayeron sobre su mejilla.
En ese momento, sintió un frío que recorría su cuerpo. Era tan frío como tocar la nieve descalza, subía por su espalda y le sorprendió. Levantó la cabeza, observando a todos lados. Sentía que alguien le contemplaba por algún rincón del vestuario. Volvió a poner atención a sus botas. El castillo tiene fantasmas, espíritus bondadosos, pensó intentando no darle importancia.
- Maggie- llamó su capitana. La joven levantó su cabeza, sonrió tímida- ¿Estás bien?
-Sí, estoy perfecta-sonrió, otra vez-. Ya voy. Estoy buscando mis guantes.
-Cinco minutos, si no llegas al campo, empezamos sin ti.
-Estaré allí.
La capitana se retiró.
Maggie suspiró con agobio. Le fascinaba montar una escoba, sentir el viento contra ella y pensar que, allí arriba, nadie podía sermonearla, ni humillarla. Era un sitio que pocos pueden llegar a disfrutar. Tal vez, la sensación sea la misma, luego de unos minutos, ya quieres volver a la tierra. Esto para Maggie no le ocurría, como si el viento y ella tuvieran una gran conexión. Sacudió su cabeza, recogió los guantes que estaban sobre el banco y salió del vestuario.
A entrenar.
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Entre la snitch y el viento [Editando]
FanfictionTodos tenemos un talento que nos destaca entre todos los demás. Ahí esta, Maggie Simmons siendo la más poderosa bruja a sus quince años. Pero, desconoce que tan lejos puede llegar con sus poderes. Un juego que no querrás perder Créditos a la portada...