Capitulo 31

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El castigo de James Sirius estaba siendo una distracción favorable para no dejar que la culpa lo consumiera en llantos e ira. No fue su elección, él hubiese hecho el esfuerzo de dar lucha. Pero, en los siguientes años, Maggie podría arrepentirse. En tanto, limpiar los macetones de tierra sagrada de los gnomos le llenaba de cierto bienestar, excepto los hongos y el sarro de doxys. Al final de cada día de castigo, James terminaba con un horrendo olor. Petrona le había dado varios consejos para evitar errores, y eso ayudó, realmente. El muchacho se daba cuenta que disfrutaba conectarse con estos invernaderos, lo sacaban de la realidad.

-Hola-escuchó una voz femenina a sus espaldas. El joven giró su cabeza, viendo a su novia sonreírle desde el umbral-. La directora quiere hablar contigo, me pidió que viniera a buscarte.

-Y, ¿ahora qué hice?-dijo, acostumbrado a ser la atención de otros.

-James-dijo ella- Todo está bien.

-¿Cómo lo sabes?

-Es el último día, mago tonto-le dijo con afecto.

-Espera...¿Qué dijiste?

El joven soltó la escoba, cual barrió un montón de hojas secas. Y, la dejó caer. Se acercó a Petrona, rápidamente, con aquello sonrisa inmensa. La joven rubia no supo como reaccionar, James le dio varios besos cortos con alegría entre cada uno decía "Gracias y gracias". La muchacha tomó su mano, llevándolo por el pasillo de los invernaderos hacia la torre de la directora del instituto de magia. James había terminado, entre sus dedos habían creado unos callos de pelear con los sarros y barrer cada desastre de los cursos de los más pequeños, ¿cómo podía hacer tanto lío? Solo, tenía once años, debían ser más ordenados.

Cuando llegaron a las escaleras escondidas detrás de la gárgola, Petrona besó la mejilla del chico y se fue por el camino. El joven leyó la clave, esperó unos segundos escuchando los engranajes activarse a la palabra mencionada. Las escaleras apareció ante James, que saltó con rapidez. Ya llegando hasta el final de la espiral. El muchacho abrió la puerta, siendo recibido por la directora que estaba guardando unos libros con magia en los estantes de la enorme biblioteca privada. Era una sala circular, en cada pared había unos cuantos retratos de anteriores directores. El más aclamado era el director Dumbledore, que su hermano menor llevaba su nombre de pila.

-Adelante, James, no seas tímido-dijo la directora-Bien, conoces cada parte de este despacho.

-Lo sé. Aún sigo pensando en volver a visitarla el año próximo.

-No lo dudo-asintió ella, dejando el último libro en un estante. Y, se sacudió los hombros del polvo que salían de esas bibliotecas-. Contigo nadie se aburre. Te pareces a tu abuelo y padre.

-Eso dicen-confirmó- ¿Qué necesitaba, señora directora?

-Haré una despedida esta noche, señor Potter.

-Y, ¿eso que tiene que ver conmigo?

-No tienes nada contigo-dijo sonriendo. A James le dolía las manos, aquellos callos de limpieza iban a molestarle para jugar Quidditch. La directora lo vio observarse las manos, suspiró con paciencia-. Tu castigo terminó, James.

-¿No pudo enviar el mensaje a través de Petrona?

La directora volvió a sonreír. Paseo por el centro del salón, acercándose al muchacho y pellizcó una mejilla manchada de tierra. Luego, retrocedió observando al joven ponerse incómodo. Volvió a sonreír por esa reacción. James estaba aburriéndose entre las largas pausas de la mujer anciana.

-Pues, eres joven...

-Señora directora, ¿ya puedo irme?

-Claro, ve-asintió con un gesto de despacharlo de sus órdenes- ¡Y, felices vacaciones, señor Potter!

-Igualmente y adiós.

James pegó media vuelta, dio unos cortos pasos y salió de la oficina. Suspiró aliviado de no tener que quedarse más tiempo allí, escuchando los lentos comentarios de la mujer. Se dio cuenta que la directora estaba burlándose de él, vengándose por desobedecer y desafiar su autoridad. Lo merecía. Bajó las escaleras corriendo, saltando el último escalón.

-¡Vacaciones! ¡Sí, al fin!

Entre la snitch y el viento [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora