James Sirius revolvía su caldero de porcelana negra con vigor, salpicando el líquido verde viscoso sobre la mesa de trabajo. Fred II y Clark Lee, observaban los violentos movimientos del muchacho azabache. Las cejas fruncidas de James Sirius no ayudaban a concentrarse en la poción curativa de forúnculos, parecía que su mente estaba viajando a otra dimensión. Los últimos días no fueron fáciles. James Sirius averiguó que el entrenamiento de Hufflepuff sería mañana por la tarde, la entrenadora soltó esa información sin querer. No tuvo nada más que decir para corregir su error. Por lo que, el joven no dejaba de pensar en darle cara a Maggie Simmons. Unas burbujas calientes comenzaron a aparecer en su poción. Fred II decidió ocuparse del problema, apartando al chico del medio y tiró un poco de bicarbonato de sodio para establecer la temperatura, también el agrio sabor que James Sirius ocasionó en la poción.
-¿Qué te pasa?-preguntó Clark. El hijo de Jordan Lee y Esmeralda Tyler.
-¡Odio pociones!-dijo fingiendo que todo se debía a la materia que atropellaba su razón.
-¡Ja, eres un idiota!-dijo Fred II, quien conocía que sucedía por la cabeza de su primo preferido-. Mejor, toma los apuntes. Y, yo arregló tu desastre, como siempre.
James Sirius arrugó las cejas, aquello no le agrado. Se acercó al joven moreno, mirándolo fijamente. Su primo no le prestó atención, tenía que ocuparse del líquido verdoso que debería ser amarillo ocre. El otro chico se quedó callado, observando el mal carácter de James Sirius y sus extraños comportamientos hacía una semana, no dejaba de perseguir tal idea que Maggie Simmons tenía poderes. No solo su magia, como todos. El profesor Slughorn estaba cerca de su mesa, al terminar de felicitar a una estudiante de Slytherin, continuó con ellos.
-Eso no sé ve muy bien.-señaló el profesor de Pociones el caldero estaba demasiado caliente-. Lo siento, muchachos. Veinte puntos menos para Gryfflindor. Y, por supuesto, que menos calificación por su trabajo.
-¡Déjame en paz, James!-le pidió su primo, ya que el chico no se apartaba de su lado-. Respira tu propio aire, caray.
-Apagué el mechero, señor Weasley.-ordenó el profesor, aún seguía allí-. Entregue las indicaciones que siguieron.
-Sí, señor.-dijo Fred II, intentando tranquilizarse o le arrancaría los ojos a James Sirius.
El hombre rechoncho con un traje gris perlado y una divertida corbata de moño leyó las notas del grupo. Hizo varias muecas, su vuela pluma tachó los puntos que no coincidían con los correctos procedimientos. Escribió la calificación obtenida del grupo, entregándole la hoja a Fred II. Siguió por otra mesa de estudiantes de Slytherin. James Sirius retrocedió, volviendo a sentarse sobre su banqueta. Escondió su avergonzado rostro, entre sus brazos apoyados en el mueble. El murmullo de diferentes conversaciones se oía en todo el salón. Era verdad que tenía un presentimiento con Maggie Simmons, pero el viaje del rumor que creó su hermana menor comenzaba a ser popular. Esperaba que la chica de Huflepuf no creyera que tenía un falso interés por ella.
En el receso de la clase de Adivinación, ningún estudiante quedaba en el salón de la mujer delgada con sus ropas anticuadas, que revisaba un expediente de un alumno, sentada en su escritorio. Maggie estaba detrás de la puerta de su despacho, decidiendo en ingresar y tener una extraña charla con su profesora; o reunirse con Sierra debiéndole una disculpa por su trato hacía unos días, ya no se hablaban. Antes de tomar una opción, la puerta de despacho se abrió con magia.
-Adelante, querida.-invitó la profesora sin levantar sus ojos de sus papeles.
-Bueno, no quería molestarla...
-Llevas diez minutos pensando en hacerlo.-señaló la profesora. Maggie se ruborizó por ser descubierta tras el talento de adivinación de la mujer de cabello secos y rebelde-. Entra, por favor.
Maggie obedeció, avanzando hacia el interior del despacho. El fuerte olor a canela lleno su nariz, provocando un estornudo. La profesora Trewlaney sonrió. La joven se sentó delante del escritorio, observando que la mano que se movía sobre el pergamino corrigiendo las actividades de la anterior clase. Maggie estaba nerviosa. No solía sucederle con las personas, era más extrovertida y sociable. Solo, que hablar de sus problemas personales no era un punto fuerte para sí. Se removió en la silla de madera, produciendo unos chirridos de desgaste.
-Te escucho. -animó la profesora.
-De acuerdo. -correspondió Maggie-. He tenido pesadillas, nada agradables. Siempre me despierto sudando, sin entender dónde estoy...como si la pesadilla aún estuviera ahí.
-Eso me recuerda a un ex alumno. -murmuró la mujer para sí misma.
-Profesora, -dijo Maggie. Era mejor quitarse las dudas de un solo golpe- ¿es posible que esté presenciando una nueva amenaza al mundo mágico?
- ¿Cómo saberlo?
-Usted tiene experiencia-señaló la joven adolescente- digo, ha creado varias profecías. Tiene una vida llena de experiencias, ¿no es así?
La profesora Trewlanay dejó su pluma dentro del tintero, enrolló el pergamino y lo colocó sobre estos diez a su derecha. Levantó su cabeza con lentitud, ajustó sus grandes gafas en su lugar. Miró a Maggie, por primera vez. Torció la boca en una sonrisa de empatía.
-Cuéntame qué tipo de pesadillas son-propusó la mujer.
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Entre la snitch y el viento [Editando]
Hayran KurguTodos tenemos un talento que nos destaca entre todos los demás. Ahí esta, Maggie Simmons siendo la más poderosa bruja a sus quince años. Pero, desconoce que tan lejos puede llegar con sus poderes. Un juego que no querrás perder Créditos a la portada...