Capitulo 13

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Maggie miraba su herida, había cicatrizado hace unos dos días. No le preocupaba que dejará una marca. Tenía otra razón para preocuparse, ya que no podía dejar de sentirse observada todo el tiempo. Entre pasillos y clases, también sus tiempos libres de estudio. La mayoría de estas sensaciones era, James Sirius que le seguía por el castillo. Los pensamientos del muchacho se trataban, de encontrar pistas que pudieran revelar el poder de Maggie. Era un tema molesto. En especial, viniendo de un chico tan terco y creído como James Sirius Potter.

Hoy, saldría a Hogsmeade con Debrah, su prima menor y trataría de disfrutarlo, cuanto pudiera. Sonrió para sí misma, dándose los ánimos que necesitaba desde hacía días. Se sentía fatal. En estos últimos días de octubre, se encontraba con ella misma y sus visiones que se presentaban cada noche. Más duraderas y trágicas. También, escuchar la mente de los estudiantes con más intensidad. Se volvería loca. Ya ignorarlo, no era una opción como siempre lo fue. Era una tormenta sin fin en su cabeza. Simplemente, horrible. Se cubrió la herida con una bandita. Ordenó el interior del baño con su varita, un pequeño encantamiento que no llamaba la atención.

En el momento, entró Sierra al baño. Ambas se miraron. Maggie sonrió un poco de seguir encontrándose en todos lados. Obvio, que estaban en la misma Casa. Parecía que su mejor amiga no perdonaba que no le contará sobre sus horribles sueños, o algo más que no entendía. Capaz que el rumor que James Sirius estuviera interesado en ella, en vez de Sierra como siempre ansiaba que fuera correspondida. Maggie escondió su mirada, saliendo del baño de chicas.

Se dirigió a su cama, donde recogió su bolsa de monedas y la bufanda de Hufflepuff (amarilla y negra), sintió los pensamientos de sus demás compañeras. Envidia. Rencor. Salió del dormitorio, rápidamente, sin necesidad de seguir escuchando esas voces en su cabeza. Atravesó el corredor de los dormitorios, saliendo y fue interceptada por su prima.

- ¿Ya estás lista? -preguntó Debrah, con gran emoción.

-Sí, ya podemos irnos.

-Tenemos veinte minutos para la aprobación del profesor Lombottom.

-Estaremos a tiempo, descuida.

Cruzaron la entrada secreta de la sala común. Continuaron, hasta pasar por delante de las cocinas y el delicioso olor a pan horneado, fue la tentación para Maggie con la idea de limosnear un trozo. Se contuvo. Siguió avanzando con su prima, que le contaba acerca de sus clases de Transformación y como su conejo terminó siendo rosa brillante. Maggie intentó darle algunos consejos de pronunciación para aquel encantamiento, Debrah le agradeció.

- ¿Estás nerviosa por los TIMO?-preguntó su prima, iban subiendo las escaleras.

-Ah, los TIMO, ¡maldición!-se quejó para sí misma. No tuvo tiempo de estudiar para ellos. Los demás podrían estar más seguros de aprobarlos con la dedicación que daban el fin de semana. Mientras, Maggie estaba padeciendo lagunas mentales y presencias extrañas en sus sueños.

- ¡¿No estás estudiando?!

-Tranquila, lo podré hacer...

-No suenas convencida de eso, prima-objetó Debrah.

Llegaron al hall principal. La cantidad de estudiantes daban vueltas con sus grupos de amigos, algunos solitarios esperaban a sus parejas de paseo. Maggie presintió que algo iba a suceder a su alrededor. En dos segundos, esquivó una bola de nieve que iría a su cara directamente. Debrah abrió la boca para protestar. Simmons Mayor fulminó con la mirada a James Sirius que sonreía satisfecho, se acercó a ellas con una sonrisa arrogante.

- ¿Por qué no te mueres? -exigió Maggie.

- ¡Qué cruel estás hoy, Simmons!

- ¿Quieren que les dejé solos?-intervino Debrah.

-No es necesario-dijo Maggie. Detestaba a este tipo- ¡No has dejado de seguirme en toda la semana!

James Sirius sonrió. Dio unos pasos, haciendo una reverencia exagerada ante la chica de quince años. Luego, se irguió y colocó una mano sobre su pecho. Y, dijo: -Es, porque estoy muy enamorado de ti.

Maggie quiso responder agresivamente, borrarle esa sonrisa de su rostro de un golpe. Pero, apareció Rose Weasley tomando del brazo a su primo llevándoselo de allí, sin objeciones. Debrah miraba a ambos con curiosidad. Las manos cerradas de Maggie Simmons indicaban su gran descontento con las interrupciones del joven Gryffindor. Miró a su prima, negó con la cabeza. Continuaron hacia el profesor de Herbología para que firmará sus permisos. 

Entre la snitch y el viento [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora