La biblioteca de Hogwarts era otro lugar favorito de Maggie para estudiar y hacer sus deberes. El resto prefería quedarse en sus salas comunes, entre charlas y risas, realizando sus tareas de clases. Eso le falló a Maggie por los anteriores años, después de entender que no iba a aprender nada si se quedaba charlando con compañeros. Tampoco, quiso perderse las prácticas del equipo. La capitana le echaría en cara que no estuvo presente. Solo, que sus energías se veían afectadas, últimamente. Los pensamientos de los estudiantes en el instituto le perseguían, algo andaba mal con ella y su poder de leer la mente. Es que, no podía controlarlo.
Los libros estaban desparramados sobre la mesa de Maggie, dos de estos estaban abiertos frente a su cara. Y, su mente parecía poner pausa a su aprendizaje. Sentía las voces de las cabezas de los estudiantes a su alrededor, era una gran molestia, que le encantaría cortar su cerebro donde receptaba los mensajes y arrancarlo ¡Quería ser normal, siempre lo deseo! Apoyó los codos sobre el mueble, oprimiendo sus mejillas con sus manos y dedos.
-Alguien está frustrándose demasiado-escuchó una voz masculina a sus espaldas. No tenía pensamientos, no había nada que pudiera leer de él- ¿Quieres dar un paseo? Necesitamos hablar.
-Estoy estudiando-rechazó Maggie.
-No estás funcionando, con toda tu esencia, Margarita-señalo el chico a sus espaldas. Sujetó ambos hombros de ella-. Anímate un poco. Ven conmigo-le alentó con un tono suave, casi amistoso. Maggie vaciló, sabía que él tenía razón. No lograría recordar las runas en sus libros, ni terminar ese párrafo de Transformaciones-. Sígueme, Margarita.
La chica agitó su varita sobre sus útiles que volaron dentro de su mochila. Avan empezó a caminar hacia la salida de la biblioteca. La joven se fijó que el muchacho había tomado más músculos en su espalda, dejando de ser el delgaducho que conoció. Eso le preocupaba. Tampoco, entendía por qué estaba siguiéndole.
Notó que sus piernas se movían al mismo tiempo que Avan, llegando a igualar el ritmo de andar. Salieron al pasillo del cuarto piso, ya quedaban pocos estudiantes a las cinco de la tarde. Casi todos coincidían en sus salas comunes, como Sierra prefería enterarse de nuevos rumores y Debrah arreglarse las uñas con sus amigas.
- ¿Quién eres, en realidad? -le preguntó Maggie. No estaba segura de soportar la respuesta, pero ahí iba ella con su imprudencia.
-Un agradable sujeto que vino a demostrarte que no sigas escondiendo tu valioso...
-Trágate el patético discurso-le espetó la chica- ¿Quién eres?
Unos chicos los miraron extrañados. Avan se rió disimulando que la joven no quedará como una idiota. Estos se alejaron. El muchacho giró su cabeza hacia Maggie, negando con la cabeza. Y, luego señaló la frente de la chica, apoyando su dedo sobre ella. Maggie apartó su mano sobre su car, sintiéndose crispada a los tres minutos de tenerlo a su lado.
-Sabes quién soy, Margarita-le dijo él con tranquilidad-. Lo sabrás, si me recuerdas.
-Entonces, ¿nos vimos antes?
-Compartimos la telepatía, una de nuestras cualidades.
Llegaron a unas escaleras. Descendieron. Las preguntas crecieron en Maggie, quería investigarlo a fondo, dado que Avan tiraba indirectas y algunas pistas para llegar a descubrirlo; no eran suficientes. Al menos, la carrera de auror no sería para ella, justamente. Iban bajando los escalones en silencio. Maggie tropezó con uno falso, casi caía y la mano de Avan se aferró a la túnica de la chica, regresándola a su lado, otra vez.
-Intenta no morir, ahora-le dijo Avan, sonriendo divertido-. Hay cosas que debes saber antes de fallecer, Margarita.
-Maggie. Deja de decir todo mi nombre.
-Así te llamas. No hay apodos que pueden minimizar tu poder.
- ¿Estás en broma? -dijo, arqueo una ceja- ¿Mi verdadero nombre me da más fuerza?
-Tal vez...Si.
-No, mi bisabuela se llamaba así y no era una mujer muy admirable-le respondió disgustada. Avan soltó la túnica, continuaron bajando con cuidado. En especial, Maggie.
Todavía, quedaban unos estudiantes por los corredores, quienes parecían querer tener su espacio personal; saliendo a dar paseos antes de la cena, sentarse en el patio central, observar el cielo en atardecer. Avan guió a la joven hacia una sala vacía, no había pensamientos para leer. Solo, el silencio le rodeaba por primera vez, después de esas semanas, tan abrumada de los demás. Comenzaba a odiar a la gente. Pero, la razón era ella misma, con su poder creciendo.
-Tú, sabes que algo me corrompe...-advirtió Maggie, girándose hacia el muchacho, que bloqueaba la puerta con un movimiento de dedos. Control no verbal de hechizos. Eso era un nivel muy avanzado, ni ella lograba abrir una puerta sin usar su varita.
-He venido a ayudarte, Margarita-le confirmó, quería que confiará de una vez.
- ¿Qué pasa conmigo, entonces?
-Siéntate, donde gustes-alentó Avan.
-Está bien...
Maggie tomó lugar sobre un pupitre, se cruzó de brazos esperando ser informada del estado de su telepatía. Avan se acercó, sacando de su bolsillo una bolsita de tela de satén, estaba llena. Seguramente, fueran polvos mágicos. Se sintió estúpida por seguirlo hasta este lugar; se regañó por confiar a ciegas en el chico, que pocas veces vio y habló.
- ¿Qué quieres?
-Dije que quiero ayudarte, para eso necesitaré... ¿tu energía astral?
- ¡¿Estás jodiendo?!
-Alguien está impulsando tu fuente de poder desde el otro lado-le explicó Avan. La chica frunció el ceño, esperaba que no estuviera inventándolo o pagaría cuentas-. Generalmente, se manifiestan en pesadillas que se sienten muy vividas, hasta alteran tus dones y tu estado de ánimo varia demasiado con las personas a tu alrededor.
- ¿Quién quiere salir, del más allá?
-Hoy, lo sabremos.
-No quiero que se apoderé de mi cuerpo, y yo quedé en su lugar.
-Estaré contigo, siempre.
Maggie suspiró. Todos esos síntomas del mundo ancestral le venían ocurriendo desde unas semanas. Ahora, podía entender que, su cuerpo era una base de poder, su telepatía percibía las fuerzas ancestrales que buscaban la libertad, a través de su mente.
*****
El juego comienza, (finalmente).
Les presentó a Avan
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Entre la snitch y el viento [Editando]
Fiksi PenggemarTodos tenemos un talento que nos destaca entre todos los demás. Ahí esta, Maggie Simmons siendo la más poderosa bruja a sus quince años. Pero, desconoce que tan lejos puede llegar con sus poderes. Un juego que no querrás perder Créditos a la portada...