Capitulo 18

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James Sirius masticó su tercer bocado de chuleta de cerdo. Tenía un suave sabor a caramelo y el puré de batatas eran una combinación perfecta. Lo único amargo que sentía, es que todo el maldito día, Petrona lo perseguía durante las clases compartidas con Gryffindor y Slytherin. A veces, en las esquinas de los pasillos como un águila eligiendo su caza. Donde el chico mirará o estuviera, parecía coincidir misteriosamente con la joven rubia, de mirada fugaz y fría. Quisiera entender un poco a las mujeres, como comprendía el quidditch. Rose lo observaba delante de él, negando con la cabeza tras las brutas mordidas a su carne.

-Eres peor que mi padre, y Hugo, claro-comentó la chica, sirviéndose un vaso de jugo de calabaza.

-La comida me calma-se justificó-. Es lo único que puedo dirigir.

-Todos tenemos días malos, James.

- ¿Acaso Scorpius te vigila por todo el castillo?

-No...

-Entonces, no sabes lo molesto que se comporta Petrona Nott-dijo ácidamente. Otro bocado-. Se nota que es una pesada, le queda bien el rol de mortifaga junior.

Algunos chicos que estaban cerca de ellos, giraron sus cabezas tras ese comentario. A veces, causaba esa incertidumbre. Rose negó con la cabeza, su primo mayor no tenía cuidado con sus palabras. Ninguno de los dos estuvo en ese tiempo para describir la idea de mortifagos, solo usaban esa referencia tan natural.

-Tenemos que dejar de llamarlos así-sugirió Rose.

De repente, las puertas del Gran Comedor se abrieron bruscamente con el efecto del fuerte viento. Las velas flotantes se apagaron dejando la completa oscuridad. El silencio se presentó entre todos los estudiantes, y profesores, quienes se levantaron de sus sillas, al final del lugar. Mientras, el fuerte aire corría revolvía los cabellos de los jóvenes. James Sirius intercambio una mirada con Rose.

-Te conviene que no sean mortifagos, James-le dijo la chica pelirroja-. Estarás en problemas.

-Cállate, Rose.

Se escucharon un zumbido como si se tratará de abejas asesinas. Alarmó a los estudiantes, dos profesores estaban caminando entre las mesas con sus varitas en guardia. Neville Lombotton y Horace Slughorn eran quienes investigarían este nuevo episodio. El zumbido llegó al salón. Un conjunto de pelotas aladas, doradas y rápidas comenzaron a recorrer. El agite de las alas arañaban los rostros de algunos chicos, que intentaban protegerse de estas, dominadas por algo extraño y desconocido.

- ¿Qué diantres sucede? -dijo Neville. También, cubriendo su cara.

- ¡Al suelo, todos! -pidió el profesor de Pociones. Así dicho, los estudiantes y profesores se protegieron agachados.

Las snitch se detuvieron, manteniéndose suspendidas en el aire. A los tres minutos, el viento se calmó. Y, se escucharon unos firmes pasos acercarse al Gran Comedor. En la puerta, apareció Maggie Simmons. Pero, no era ella, exactamente. Sus ojos cambiaron de color, ahora eran blancos y su piel resaltaba las venas negras pulsando la sangre contaminada por algún hechizo oscuro.

- ¡Arriba! -ordenó la nueva versión de Maggie. Nadie obedeció, tirados sobre el suelo- ¿O, quieren por las malas?

Hizo un movimiento con su mano, provocando que el viento soplará desde abajo, ocasionando que la fuerza levantará a todos los presentes. Maggie sonrió satisfecha con sus poderes. Miró a todos, inmovilizados y otro gesto de mano arrancó las varitas de todos, tirándolas hacia el pasillo. Todos desprotegidos.

- ¡Aquí estoy! En un nuevo cuerpo, en una nueva era-comenzó diciendo la chica. Su voz sonaba como ecos, un estilo gutural-. Mi legado ha servido para preparar mi dominio. Magos y brujas estarán bajo mis órdenes. Todo aquel que quiera vencerme, recibirá una dolorosa muerte sin plegarias.

- ¿Quién eres?-preguntó Neville, esforzándose en respirar tras hablar.

-Su reina, por supuesto. 

Entre la snitch y el viento [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora