Capitulo 23

163 17 0
                                    

La noche cayó, los jóvenes montaron su campamento debajo de unos árboles. El viento les preocupaba, era tan frío y violento. Sin dudas, aquel dios en el cuerpo de Maggie estaba enfadado. Los chicos se preguntaban si salvarían a su compañera, o todo esto sería una pérdida de tiempo. Sin embargo, estaban aquí. En Irlanda, sobre una diminuta isla con varios acantilados que aterraba.

Habían encontrado una cabaña con un viejo matrimonio dedicado al pastoreo de ovejas y cultivos de trigo. También, tenían una huerta personal. Allí consiguieron algunas verduras para hacer sopa. Y, otros suministros que les faltaban como agua de pozo y mantas tejidas de la señora Cora Harper.

Roxanne era ágil con la comida y pociones. Venía de la sangre de su padre. El gran empresario de productos salta clases. Al igual que su hermano mellizo. No habían hablado. La sensación que estaban más cerca del objetivo era notable, así mismo, el viento agitado y fuerte les indicaba que estaban cerca. Estaban acurrucados en círculo, comiendo de la sopa de repollo y cebolla que preparó Roxanne. No estaba mal, al menos mantendría el calor en ellos. A James Sirius no le gustaba la sopa, de ningún modo. Tuvo que hacer un esfuerzo para comerla.

-Debe estar asustada-dijo Roxanne.

-Sí, pero no está sola-aseguró James, tragando una cucharada de sopa con asco.

Volvieron a quedarse callados. Si eran hijos de los héroes, de las familias con mejor reputación en el mundo mágico, ¿entonces por qué se sentían tan perdidos? James Sirius creía que ser el líder ante sus primos marcaría la trayectoria de su padre. Roxanne siendo una excelente seguidora de órdenes y con una gran memoria para hechizo de protección. Y, por último Fred II eran ágil con su cuerpo. Tenían las cualidades para no fallar ante Coro. Tenían las fuerzas que necesitaban para luchar contra el frío y agresivo viento de venía de los montes de la Isla de Man.

Luego de cenar, fueron a dormir dentro de la tienda.

James Sirius no conseguía quedarse dormido, debido a sus constantes pensamientos temerosos y la sensación de arruinar todo. Miró el techo de la tienda de acampar, caía en cascada sostenía por las varillas. Escuchaba el rugido del viento, también el sonido de las ramas de los árboles moverse con fuerza y el chasqueo de las hojas golpeándose una con otras daba una sensación de suspenso. Posiblemente, todo se calmará en unas horas. Era la madrugada. Sus primos dormían, Fred II roncaba como leñador. Roxanne tenía una pequeña sonrisa, el sueño que estaba teniendo debía ser agradable. James Sirius decidió salir a caminar, tal vez pudiera armar un plan B en caso, que el primero fracasará. No estaba de más tener otras opciones, ¿cierto? Se colocó sus zapatillas, y tomó su campera de corderoy saliendo de la carpa con cuidado de no hacer mucho ruido. Aun así, sus primos estaban realmente dormidos.

Comenzó a caminar. Entre los árboles que agitaban sus ramas con fuerza, y las hojas secas caían como lluvia sobre el muchacho. Se echó la capucha de su sudadera sobre su cabeza, metió las manos frías dentro de sus bolsas. Sus pasos se mezclaban con el ruido del viento, las ramas y el ululeo incómodo de algunas aves en sus nidos, ¡Pobre de ellas! James llegó hasta una bifurcación. Miró a ambos lados. No quería perderse, asique se quitó un calcetín y lo enganchó en un arbusto del camino. Sería su referencia. Luego, se quitó el otro par, que lo dejaría más delante de su caminata.

-James-escuchó su nombre, provenía desde lejos. Pero, no había nadie a su alrededor. Tampoco, podía saberlo entre todo el ruido del ambiente- James.

-¿Quién habla?-dijo el muchacho, mostrando valentía. A pesar que la sensación de ser vigilado no estaba de menos a su alarma personal- ¿Quién eres?

-James, ayúdame.

-Maggie... ¿dónde estás?

No hubo respuesta. En ese momento, una rama cayó a unos metros de él. Era bastante grande y pesada. Pudo haberlo lastimado. James Sirius tragó saliva, sería mejor volver a la tienda. Era peligroso estar aquí solo, sin estar cubierto ni tener apoyo de sus primos. Se giró, pero el camino desapareció. A sus espaldas, había árboles y árboles formando una obstrucción.

-No puede ser...

Entre la snitch y el viento [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora