Capitulo 17.

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Lo observo, por más que no podía ver su cara se tomó el tiempo para apreciarlo de espalda, estaba encorvado con la cabeza entre sus piernas pero mirando para el frente, se notaba que estaba pensando o reflexionando algo. Sigilosamente se sentó a su lado.

Los dos se quedaron callados, ambos pensando lo mismo pero no lo sabían, admiraban en completo silencio los matorrales verdes y hasta donde la noche les permitía ver, era un silencio cómodo y ambos lo estaban disfrutando.

- Si necesita pensar me puedo ir a la carpa -hablo bajito Claudia sin despegar la mirada del frente

- No, aveces estar en silencio pero acompañado es lindo, ¿vos necesitas estar sola? -copio la acción de Claudia y no despegó la vista de la naturaleza

- No, opino lo mismo.

El silencio volvió a reinar entre ellos, cada uno sumidos en sus pensamientos pero a la vez eran compartidos.

Los dos se reprochaban lo que estaban sintiendo, ninguno quería dar el brazo a torcer y admitir que habían perdido su promesa. Ambos hicieron una promesa con sus amigos y los dos perdieron.

Pensaban en todo lo posible para alejarse pero la vida siempre los volvía a juntar de alguna forma u otra, pareciera un cliché todo lo que les pasaba pero ellos igualmente lo disfrutaban.

- Y.. ¿qué necesitabas pensar? -rompió el silencio Liam

- Nunca le pasó que quiere alejar algo o alguien de su vida pero igual siempre pareciera juntarlos más y más? -soltó todo esta vez, no se quería quedar callada

- Si, es una de las razones por las que estoy acá, aveces un lugar en silencio hace reflexionar mejor o equivocarse mejor

- Y.. ¿usted quiere alejar algo o a alguien? -indagó Claudia

- Sinceramente, a alguien, igualmente es una obligación prácticamente seguir viendo a esa persona pero si quiero alejar lo que siento

- Si, lo entiendo, me pasa lo mismo.

Ninguno de los dos dijo nada más, ambos estaban llenos de dudas por lo que acababan de confesar, tenían las respuestas servidas en bandeja pero ninguno quería animarse a escuchar la respuesta, no sabían si estaban listos para ella.

Quisieron formular más preguntas para conversar un poco más pero no se les ocurrió ninguna, todo llevaba a preguntar lo mismo siempre.

- Claudia, ¿te puedo hacer una pregunta? -preguntó con miedo mientras por fin la miraba buscando sus ojos

- Si, decime que paso -respondió mientras buscaba los ojos de el, encontrándolos

- Solo no quiero que te sientas incomoda pero quería saber porque tu odio o tu desprecio hacia las parejas con diferencias altas de edad

- Generalmente esto solo lo saben mis amigos que fueron los que estuvieron conmigo pero creo que contárselo a alguien más me va a hacer sentir mejor -formuló tratando de ver cómo empezar a contar

- Solo, no quiero que te sientas presionada, es solo si vos queres

- Todo empezó cuando mis papás me mandaron a clases particulares, el profesor era un recomendado de una amiga de mi mamá. Era un profesor joven de 25 años, soltero y lindo a decir verdad, clase a clase me di cuenta que me empezaba a gustar más y más, quería alejarme de él hasta que me entere que 'sentía' lo mismo que yo. Con el tiempo nos conocíamos más y nos dimos una oportunidad para ser pareja, convencimos a mis padres y a los suyos también. De ahí en más todo fue para abajo, después de cumplir un mes el empezó a tener comportamientos raros -recordó tratando de contener las lágrimas- me llegaba a ignorar por días, me empezaba a agredir verbalmente y hasta incluso me hacía escenas por todo, yo pensaba que era normal en una pareja, el era mi primer todo. Poco a poco fue aumentando más hasta el punto de que me llegó a golpear, al principio eran empujones pero después se intensificó más, pegándome cachetadas, piñas y hasta una vez me pateo -Esta vez lloro- mis amigos me decían cada vez que lo denuncié, yo caí en desórdenes alimenticios, depresión, me alejé de todo el mundo y me iba terrible en el colegio y con mis papas. Un día me arme de valor y pude denunciarlo, con custodia en mi casa por si intentaba hacerme algo hasta que lo atraparan, para mi mala suerte el escapo antes y desde ese entonces no se absolutamente nada de el, fui a terapia y poco a poco volví a ser la Claudia de antes, o eso intento -finalizo ya en un mar de lagrimas

El profesor no tenía palabras, Claudia le había confesado todo y a él no le salía ni una sola palabra de la boca, lo único que hizo fue abrazarla, la abrazo fuerte, de esos abrazos que necesitas pero que nunca vas a pedir y que a la vez te reinicia todo.

La abrazo todo lo que pudo, intento transmitirle todo lo que no se animaba a decir con palabras.

- Clau, solo quiero que sepas que nada es tu culpa, yo sinceramente lamento de todo corazón todo lo malo que te paso y te agradezco demasiado que confíes en mi para contarme algo tan importante como esto, quiero que sepas que de mi no va a salir ninguna palabra.

- Se lo agradezco demasiado y también gracias por el abrazo, de alguna forma senti que me transmitía mucha paz, usted transmite confianza

- Eso es lo que quería lograr, también hablando del tema, yo creo que no te tendrías que cerrar en que todos pueden ser iguales, yo te entiendo que la pasaste muy mal pero nunca te cierres a conocer a alguien otra vez, capaz esta mas cerca de lo que pensas y por la edad no te animas.

- Si, me lo viven diciendo mis amigos y creo que es verdad, al fin y al cabo la vida es así. ¿Le puedo hacer una pregunta?

- Si, estás en todo tu derecho de preguntar lo que quieras

- ¿A usted no le gustaría salir con una alumna porque simplemente no le llama la atención o hay algo más?

- Bueno, creo que me toca a mi confiarme en vos y contarte mi historia -respiro hondo antes de empezar

- Es como me dijiste, solo si estás cómodo con contarme, yo no quiero presionarte a que me cuentes solamente porque yo lo hice

- Bueno, todo empezó cuando conseguí mi primer empleo como profesor en una escuela del pueblo donde vivía en LA, estaba súper nervioso porque no sabía cómo podía ser. A los meses entro una alumna nueva, transferida a mi clase por problemática, era testaruda, peleaba por todo como vos y siempre le faltaba el respeto a todos -sonrió recordándola- Lidia se llamaba. Un día me pidió si podía darle clases particulares porque quería pasar, se quebró en frente mío y me confesó que estaba cansada de su vida, que odiaba ser la chica odiosa y malhumorada, que necesitaba ayuda porque no quería terminar por mal camino. Yo la ayudaba cómo podía, al tiempo me di cuenta que en realidad tenia sentimientos más allá de profesor y alumna, ahí empezó todo lo más lindo de mi vida -contuvo las lágrimas- a los meses nos pusimos de novios sin que nadie se entere, una vez que lo hicimos oficial ya estábamos fuera del colegio y nada nos podía molestar, éramos la pareja envidiada decía ella, nos teníamos muchísimo amor y estábamos esperando la llegada de nuestro hijo -ahí empezó a soltar lágrimas- un día, ella me mando un mensaje que estaba a dos cuadras de mi casa y que pensaba que la venían siguiendo, ni bien leí ese mensaje corrí para dos cuadras por donde venía pero era muy tarde, estaba tirada en medio de la calle en un charco de sangre y un cuchillo al lado, lo agarre sin pensar y no me había dado cuenta que los vecinos al escuchar gritos habían llamado a la policía. Me inculparon por su muerte pero por suerte nunca fui preso, lo único que tuve que abandonar donde vivía, al igual que vos caí en depresión profunda y siempre me culpe por eso, si hubiera llegado aunque sea dos minutos más temprano quizá ahora estaría con mi hijo y con Lidia como mi esposa -finalizo llorando al igual que ella

Esta vez Claudia lo abrazo fuerte, no se quería separar nunca más de él y por más que odie admitirlo estaba enamorada de su profesor diez años mayor que ella.

Al igual que el, lo abrazo por no se cuantos minutos, transmitiéndole todos lo que sentía.

-  Como usted me dijo, nada es su culpa, no podemos vivir pensando en el ' si hubiera hecho' 'quizá si hubiera', estamos en el presente y todo lo que nos pasó y nos dejó una marca nos sirve a futuro y para no volver a equivocarnos otra vez, usted tampoco se cierre a conocer a alguien menor que usted, aveces las cosas llegan sin saber y cuando están acá no se puede hacer nada.

Los dos se miraron a los ojos, estaban a escasos centímetros el uno de el otro, poco a poco se fueron acercando más y más, se podían sentir las respiraciones compartidas.

Ambos lo querían, ambos estaban al tanto de las consecuencias que esto iba a traer en unos minutos, ninguno avanzó más, estaban estáticos mientras sus frentes chocaban pero ellos no estaban en la tierra.

¡PELIGRO, ES MAYOR! || L.P Donde viven las historias. Descúbrelo ahora