Introducción

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Se cumplen dos años de ese día. Nunca me gustaron los cementerios, hay un murmullo extraño que antes de que todo esto pasara creía que se trataba del viento entre las lápidas pero ahora que mis sentidos se han agudizado sé lo que son y me aterra terminar de esa manera.

No hay día que no me arrepienta de lo que hice. Cada segundo, desde el instante que contesté ese mensaje en Facebook. Pude rechazarlo pero si algo me caracterizó siempre es mi curiosidad y para alguien que vivió toda su juventud rodeada de las mismas personas, frecuentando los mismos lugares. Aquel mensaje de un desconocido era una invitación al mundo exterior.

Tal vez por eso caí con tanta facilidad. Él era encantador, solo bastaba mirarlo una vez y quedabas prendida de su belleza, su encanto y caballerosidad. Aunque ahora que lo veo en retrospectiva, seguramente era lo sobrenatural de su ser lo que me hizo creer todo aquello.

Ahora estoy condenada, desde esa noche donde nos conocimos luego de que escapé de mi fiesta de graduación, todo ha cambiado y es detestable. Porque una noche que esperaba que fuera solo besarnos y entregar nuestros cuerpos bajo las estrellas, apartados del mundo. Se convirtió en el peor error que pude haber cometido. Ese instante es el único recuerdo claro que tengo de esa noche.

Estábamos tumbados en una manta, las estrellas y los árboles eran los únicos testigos de lo que pasaría. La lujuria, los nervios y el choque de mi piel caliente con su piel helada hacían cosquillear todo mi cuerpo. Recuerdo que miré sus ojos ámbar antes del último beso, antes de que abandonara mis labios para comenzar un sendero de besos que acabó en mi cuello. Pero no fue un beso lo que plantó justo sobre mi vena. Sino una mordida. Y el peor dolor de mi vida inundó mi cuerpo. Pensé que no se acabaría nunca, hasta que vi una última vez su rostro. Sus pupilas estaban rodeadas por un rojo intenso y mi sangre brillaba sobre sus labios.

Desperté la tarde siguiente, o al menos yo creí que era la tarde siguiente. En el mismo lugar donde todo pasó. Sin ninguna marca en el cuello y la ropa en su lugar. No fue hasta que llegué a casa que pensé que todo había sido una alucinación producto del alcohol. Mis padres estaban en la sala, mi padre desesperado hablando por teléfono, mi madre en estado catatónico con una foto mía entre sus manos.

Su reacción fue lo más parecida a la que alguien tendría al ver un ser sobrenatural. Tal vez una parte de ellos sabía que ya no era la chica que salió una semana antes de ese momento.

Luego de asfixiarme con sus abrazos y corroborar con sus propios ojos que me encontraba en una pieza empezaron las preguntas. Miles de ellas que no sabía cómo contestar sin sonar como una demente. Solo los escuchaba, llenándome la cabeza de más y más dudas, mientras intentaba pensar en una manera de dejar de sentir ese aroma metálico y que se me pasara la sed que cargaba desde que desperté.

Hallé la forma pero hubiera querido que ellos no hayan sido la respuesta. Los recuerdos de ese momento son confusos hasta el día de hoy. Recuerdo el después, ver a mi madre en el piso de mi habitación y a mi padre en el pasillo. Sus expresiones de profundo terror inmortalizadas por la velocidad de mi ataque.

-¿Ya nos vamos?

La voz de Sissy, mi tía por parte paterna, me sacó de mis pensamientos. Asentí y agarrada de su brazo recorrimos el camino hacia la salida de aquel lugar. Estaba agradecida de tenerla a mi lado. De que ese día cuando solo quería acabar con mi vida luego de lo que hice ella llamó a la puerta y en lugar de aterrarse se apiadó de mí. No huyó ni llamó a la policía de inmediato. Sino que me ayudó a limpiarme la sangre y escuchó toda mi historia.

Desde entonces somos inseparables, me ayudó a que la policía no me viese como una sospechosa. Dejó su trabajo y su casa para estar conmigo todo el tiempo. Jamás me temió, incluso cuando descubrí que tenía la fuerza de un toro y la velocidad de un lince ella permaneció a mi lado. Ayudándome a controlarlo, a que no atacara a otras personas a menos que fuera la última opción. Haciéndose cargo de la herencia de mis padres y de mantener a mis conocidos alejados de mí.

Eso es lo otro que me pesa en la conciencia, la soledad se ha vuelto parte de mí. Todas las personas que conocía están haciendo su vida adulta y se han olvidado de nuestra amistad. Sissy dice que es lo mejor pero ya estoy harta de no ser parte de nada. No tener una amiga u otra persona de mi edad con la que compartir momentos.

-Mira esta noticia- dijo Sissy de camino a casa y me pasó su teléfono.

Otro caso más. Dos hombres y una mujer, víctimas de un ataque sangriento. Sus cuerpos fueron hallados en Kearny, New Jersey. Miré de reojo a mi tía, ella cree lo mismo que yo. En lo que va del mes los casos de posibles ataques de vampiros en Jersey han aumentado mientras que en Oregon no pasa nada. Pareciera que soy la única de mi especie en este estado. Por eso nos iremos.

No hay nada más que nos dé señales de que aquello fuera cierto y estaba la posibilidad de que al llegar ellos se hayan marchado pero no podía dejar pasar la oportunidad y Sissy estaba de acuerdo en hacer ese viaje. 

Love will kill you [Mikey Way]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora