EL Gran Día

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Una semana después de la pelea había llegado el gran día, estaba muy nervioso y ansioso por el acontecimiento, tenía ganas de vomitar y se sentía mareado también quería correr sin explicación aparente, aunque lamentaba la ausencia de sus amigos más cercanos que ahora estaban desperdigados en el mar, por otro lado está no era ni de cerca la boda con la que había soñado cuando era niño, en la gran catedral de su reino, grandes decoraciones de flores, un vestido del que hablaría por meses y con suficiente comida como para alimentar una villa de su reino, pero a pesar de todo se sentía inmensamente feliz de todo lo ocurrido hasta el momento con su vida parecía llevarlo hasta un lugar, y tenía ganas de ver cuál era.

Estaba vestido con un traje blanco hueso pero le quedaba muy grande a su cuerpo, ya que era regalado ya que no tenían mucho tiempo para confeccionarle uno propio así que tenían que improvisar, entre todos lograron modificarlo lo suficiente para que le quedara hermoso con una cola que estaba hecha de diferentes tipos de telas en matices de blanco y lograba llegar al suelo, rescatando algo del ropa de su baúl para terminar algunos detalles, fue decorado con cochas y perlas, llevaba una corona que era una colección de de conchas, caracolas, perlas y monedas de oro, que era usado solo para las bodas era una tradición en la isla, llevaba un velo amarillento algo raido por el tiempo que era únicamente utilizado por aquellos que se casaban por las mujeres que se casaban con los llamados reyes del mar.

Desde la mañana se había acomodado el risco para la boda todo el pueblo estaba colaborando y todos asistirían a la boda, así que la comida estaba a cargo de un grupo, la decoración de otro y así iban, Armin permaneció a su lado como apoyo y primer ayudante a la hora de arreglarlo y drenar sus nervios.

- ¿Lo has visto? – pregunto decimo secta vez.

- Ya te he dicho que no – le recordó – esta con su padre, en la casa principal, aunque la verdad no termino de entender él porque estés tan nervioso, sabes que se casara contigo aunque no quiera y después pasado mañana iremos nuevamente al mar para ir a la mesa del diablo.

- Ya se cuales son los planes Armin – la verdad es que quería comer las uñas – es solo que, aunque estés aquí a mi lado... me siento algo solo... esperaba que cuando me casara mi madre y mi padre... hgh ... y ellos... - las lagrimas se comenzaban a acumular y más de una resbalo por sus mejillas.

- Cálmate Eren – dijo con amor en la voz – es comprensible que estés así, escucha tu vida a dado giros que no esperabas, pero sé que al final de todo esto te llevara a tu destino – le dedico una sonrisa de aliento – todo saldrá bien.

- Gracias por seguir con migo.

- Y estaré a tu lado tanto como pueda.

En la tarde se celebraría la boda cerca del acantilado, y pasaría todo el día sin ver a Levi, no entendía el porqué estaba tan nervioso, no podía simplemente irse, ¿verdad?, Keni había decidido que se casarían, y si Levi no quería casarse y por eso dejo a la otra estúpida...

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El atardecer le dio al cielo hermosos matices en rojo y naranja, también se dispusieron telas blancas a los costados dando una especie de estructura y con los rayos de sol que atravesaban entre los espacios le daban en sus ojos la mágica ensoñación que le caracterizaba como la joya, Levi vestido con el mejor traje que pudo encontrar en la isla y aunque el traje era rojo para su disgusto, pero en opinión de Ere color le sentaba mucho mejor que el azul, había tambien una braza ardiendo justo alado de Keni de donde sobresalía una varilla metálica, Keni serviría como juez al ser el que gobernaba la isla y el capitán con más edad, Eren sabía bien lo que estaban calentando en esa braza era la marca de la familia o la marca del pirata como la llamaban en tierra firme, sintió miedo recorrer su cuerpo pensar en el hecho de ser marcado con un fierro al rojo vivo no era muy estimulante.

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