EPILOGO: DOS AÑOS DESPUÉS

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En la playa, Hans caminaba con los pies descalzos a la luz de una luna llena brillante, dejaba atrás una fogata donde tres de las personas más molestas, pero también más leales que había conocido en su vida charlaban de sus vidas antes de la gran pandemia.

Hacía tiempo ya que un científico llamado Andrea Sanborn había aparecido con una cura para el virus de la juventud y había amasado una fortuna con la patente, Sabino estaba rabioso con ese asunto por alguna razón. "De no ser por mí ese cretino no habría tenido un centavo, se los digo" pero está demás decir que eso formaba parte del pasado, ninguno de nosotros podía regresar a nuestra vida, ninguno planeaba probar la cura cuando su versión adulta resultaba ser un ex criminal, era evidente; y mientras la gente que más lo necesitaba tenía acceso a la cura, Hans, Anthony, Harry y Pete continuaban viviendo en una pequeña cabaña de una playa poco concurrida, en un pueblo donde nada pasa y donde lo más interesante es la puesta sol. Estaban condenados a sus cuerpos jóvenes hasta que la adultez volviera lentamente a ellos. Y por lo que Hans podía ver, estaba tomándole más tiempo dar el estirón esta vez. Harry había crecido casi 5 pulgadas el último año, había adoptado un perrito llamado Sollomillo y, por sorprendente que suene, este resultaba más inepto que Scooby el ratón de la laboratorio para aprender trucos como sentarse y rodar. Pete había empezado a ejercitarse y su cuerpo se volvía grueso, robusto y adulto gracias a las hormonas de la adolescencia naciente, se parecía un poco a su contraparte grande cuando Hans lo conoció, salvo que sin tantas drogas en sus sistema. "Debo tener una vida sana para olvidar el pasado" decía a veces. Hans sospechaba que se ejercitaba tanto para distraer su mente del deseo de drogarse de nuevo, cada quien tiene sus propios métodos, al menos eso escuché una vez: unos se entregan a Dios, otros se entregan a actividades distractoras, tal vez esta era la de Pete.

Hans por su parte no parecía estar creciendo tanto como sus amigos, lo hacía con una lentitud agobiante, casi nula, nada rápido y notorio como la primera vez que pasó por la adolescencia, recordaba que había sido una transformación rápida y pero progresiva, pero muy notoria. Quizás, su cuerpo era simplemente más joven que el de sus compañeros y no había entrado en esa etapa aún. Puede que fuera cuestión de tiempo.

Anthony solía decirle que cada día estaba más abrazable, Hans supuso que era porque el propio Sabino podía envolverlo entre sus brazos más fácilmente ahora el rubio era notoriamente más alto que antes. Hans intentaba de vez en cuando evitar estas señales de afecto, desde luego, pero estaba volviendo bueno para atraparlo. Cierto día esos tres idiotas que llamaba compañeros se inventaron un juego "abrasemos a Hans" y lo persiguieron por toda la isla para capturarlo y abrazarlo. No es que al alemán le disgustara el efecto de sus amigos, le decían cosas como "te vez bien hoy" o "creo que hoy estás más alto", para intentar animarlo, pero no lo convencían, Hans sabía que algo andaban mal, pese a que todo estaba bien. Algo malo estaba pasándole a su cuerpo. Dos años eran mucho tiempo para no crecer un solo centímetro. Y esa noche, bajo la luz de la luna lo comprendió de repente.

—El chocolate... —se dijo, recordando.

El chocolate que esa noche Nana le serbio con galletas, tenía algo... debía tener algo. Algo que no lo de dejaba crecer. Quizá por eso Nana se veía consternada cuando lo dejó marcharse... ¿estaba triste realmente o estaba fingiendo? ¿En ese momento ella estaba pensando en eso?

—¿Qué fue lo que me hiciste?

Sabía que no lo había convertido en vampiro, no sentía ningún deseo por la sangre, solo sentía... como si estuviera congelado en el tiempo. Sabía que, con forme uno crecía los días se hacían más cortos, la vida se aceleraba. La madrugada venía y la noche aparecía repentinamente matando semanas y meses. Primero tenías 10 años, luego 15; después de los 18 no te costaba nada llegar a 25, las vida después de los 20 era un paseo en automóvil. Pero esta vez sentía como si cada día fuera largo, como si tuviera todo el tiempo del mundo. Su única noción de que las cosas avanzaban era que Anthony estaba creciendo y se parecía cada vez más al tipo que los periódicos clamaban como "empresario demente desaparecido".

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⏰ Última actualización: Dec 15, 2020 ⏰

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